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LOS ESTANQUES - IV (2020/ Inbophonic)

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 Creo recordar que ya tuvimos por aquí a Crayolaser como sinónimo de originalidad dadaísta y estupendo-desconcertante álbum. De allí saldría Iñigo Bregel (voz, teclados, guitarra) y se juntarla con otra panda de vulcanianos, ahora desde Madrid, dando forma a Los Estanques. En 2017 editaron su primer pecado contra la realidad, "Contiene Percal". "II" y "Los Estanques" le siguieron, siendo aclamados como los nuevos Marx Bros del pop psych & prog surrealista.  En el Año Oficial de las Idas de Bolo, 2020, editaron "IV". Y claro, estaban en forma, para tan alocados días.  "No hay vuelta atrás" atrae recuerdos del rock arg spinettiano, en mi "molesta" opinión. Fernando Bolado sujeta riendas de bajo imperante junto a una batería sorpresiva, la de Andrea Conti. Mientras que ésa sibilina wah wah funk del guitarrista Germán Herrero construye un armazón donde una brass section se adueña de un excelente feeling zappero. Bregel canta

IN MEMORIAM : Peter Frohmader – Ritual (1986/ Multimood)

 Casi a la vez que Klaus Schulze, abandona éste plano temporal otro grande de la electrónica,  Peter Frohmader.



Desde Múnich, Frohmader fue un elegido para preservar la llama de la vanguardia en los convulsos y poco fiables años 80. Algo sin duda necesario. Siendo uno de los más innovadores artistas alemanes de ésa década. Abarcando con su música experimentación sin límite, (y en aquellos tiempos tiene su mérito), o hasta pequeños trabajos orquestales. Siempre desde una perspectiva de goticismo ambiental oscuro, sus primeros trabajos, "Nekropolis" (1981) y "Nekropolis 2" (1982) fueron música instrumental de violencia sintética abisal,  que no se conformaba con ésta,  explorando también  desde el núcleo de otros instrumentos. Con una visión post-industrial de un mundo deshumanizado,  el actual, visto sin embargo con unas lentes de barroquismo decimonónico lovecraftiano. Ése sería un buen comienzo descriptivo. "Live" (1983) y "Ballet of Death" (1985) seguirían ése culto pagano a deidades oscuras fruto de su ilimitada imaginación. 


Así llegamos a "Ritual" (1986), publicado por el sello sueco Multimood. Su ambición estética le impide centrarse tan sólo en los sintes, siendo un multiinstrumentista notable. Una batería orgánica y funeraria entra en "Monolith", donde Stephan Manus añade un plañidero violín de lamento sobrenatural, en compañía de sintetizadores sacros de extraña naturaleza ocultista. No comparable con nadie. Fascinante extrañeza fílmica. "Trance" revela bucle melódico en reiteración evolutiva alienígena. Hasta descomponerse en licuado magma sonoro de pastosa  densidad indefinida. Combinación percusivo-secuencial-minimal como intro de "Magic". Fantasmagórico ensueño de apariciones espectrales sonoras invocadas desde las profundidades de un bosque mental impenetrable. Como unos primeros Kraftwerk de misteriosa abstracción. Vuelve el violín de Stephan Manus en "Arrival" con desasosegante aparición de maremagnum electrónica-psicofónica plagada de entes amorfos procedentes de atormentadas dimensiones. Banda sonora de nuestro tiempo?....."Nightmare" invoca a lo más arriesgado de la primera Berlín School, con respiración asistida por Terry Riley.  Se hace corto. 

En la segunda parte de éste "Ritual", "Ecstasy" abre con un tenebroso pulso cinemático, donde la batería vuelve a cumplir su cometido como elemento de alto suspense emocional. En simbiosis electrónica de negrura pesadillesca repetitiva y demencial. Sin silencios, aparece la mini-sinfonía alien "Departure", con sincronía rítmica ciber de sonoridad tan inquietante como bien elegida. Mientras los aullidos desesperados de un saxo, el de Stefan Plett, se confunden en un vortice psico-ilógico de insondable naturaleza cósmica. Que se funde con la final "Firmament" en otro reinado surreal donde ése mismo saxo se mimetiza, entre cadencias electrónicas berlinesas de desbordante inspiración kosmische-dark-Dadá. 



Es éste un "Ritual" para nada habitual. Sin comparaciones posibles. Elemento éste  a destacar en la vasta obra de Frohmader, que continuó ofreciendo pesadillas a la carta desde sus Nekropolis Studios, durante toda su existencia. Quizá lo siga haciendo, allá donde ahora esté.  Seguro.

J.J. IGLESIAS 

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