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IN MEMORIAM VANGELIS - Beaubourg (1978 / RCA)
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No sé si esto será un obituario o un pedazo autobiográfico. La fatal trilogía se ha cerrado (esperemos!), y en menos de un mes nos despedimos de Schulze, Frohmader y ahora Vangelis. Una maldición, nos ha caído. La del paso del tiempo. Los creemos inmortales, y ahora ya lo son. De cada uno de ellos, se ha formado-forjado una legión de nuevos sintetistas en todo el mundo y de todas las edades, entre los que me incluyo.
Lo primero que escuché de Vangelis fue "Albedo 0.39". Quizá inconscientemente primero. Porque "Pulstar" se usaba para los informativos de Radio Nacional......Y me encantaba. Pocas veces se nombra su habilidad para utilizar percusiones orgánicas como "otros efectos" más, dentro del espectro textural de sus obras. Ahí también era un genio. Venía de una mitad de los 70 muy prog-sympho. Donde en "Heaven & Hell" casi parecía Magma. En "Albedo 0.39", Oldfield. Y en "Ignacio" (ensayo de "Blade Runner") o "Spiral", flirteaba con la kosmische y Berlín School. Así que nos dejó a todos trastocados, ojipláticos y patidifusos, cuando sacó "Beaubourg" en 1978. Mi querido amigo y teclista de Vocoder, Antonio Tenas, decía que era "una tomadura de pelo". Claramente por entonces, no lo entendimos. Cuando lo retomé poco antes de fundar yo mismo Pluralis, en los finales 90, descubrí una obra absolutamente especial en su discografía. Que tomaba (subliminalmente) de Schubert, Schumann, Debussy o Listz. Y aquí se emparentaba con su colega de sello, Isao Tomita. Tanto como de Cage, Xenakis o Stockhausen.
Eran dos partes, una por cara, fascinantes e innovadoras a partes iguales. Con sonidos nunca antes escuchados y estructuras de pura vanguardia. Fue un disco tremendamente arriesgado y valiente. Todavía creo que difícil para muchos no iniciados. Hecho para su propio solaz y espíritu libre, surcando océanos ilimitados de fantasía desde sus Nemo starship-studios. Creado sin pensar en agradar más que a su alma viajera. Por fortuna nos gustó a algunos, (aunque me costó 20 años aceptarlo!). Hoy puede que sea mi favorito, por inusual. Intercalaba momentos abrumadoramente precisos en surrealismo hiper-realista, junto con otros de sutil romanticismo. Bellísimo en su rareza. Algo que sólo se insinuaba. Nada de fáciles y amables efectismos en ejercicios melódicos agradables. Eso para él era pan comido. Luego ya lo demostró ampliamente, y hasta le dieron algún Oscar.
"Beaubourg" contiene la música más enigmática y sofisticada de su carrera. Y me atrevería a afirmar que contrariamente a lo que pueda parecer, muy poco improvisada. Lo que aplicado a éste caso, es un colosal Tour de Force. Fue requerido el teclista del Olimpo para el Yes-Circus. No funcionó. Claro, allí necesitaban a un trapecista de triple salto mortal. Y él era más bien el maestro de la prestidigitación ambiental. El Houdini de la textura emocional. Aún así creó obras memorables con Jon Anderson. Y mantendré siempre, que el triunfo creativo de "Olias of Sunhillow" corresponde a un Vangelis en la sombra, (o en letra muy pequeñita de créditos). Pero allí está su toque único, como nunca se volvió a escuchar en un álbum de Anderson en solitario. Fue el primer álbum no-oficial de Jon & Vangelis. Muchos viajes interdimensionales estarían todavía por llegar. En mundos fantásticos sci-fi, por China, Oceanía o la Antártida. De la mano de Cousteau, u homenajeando a Picasso (destacada obra contemporánea), El Greco, Cristóbal Colón o Alejandro el Grande.
Toda su grandiosa pompa peplum se pondría al servicio de la NASA para "Mythodea", otra de mis favoritas. Mucho donde elegir..... mucho donde soñar. Mientras Nexus 6 se alegra del reencuentro en el otro lado, nosotros echaremos de menos al Maestro.
Porque todas las máquinas de síntesis, lloran hoy desconsoladas.
J.J. IGLESIAS
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