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LOS ESTANQUES - IV (2020/ Inbophonic)

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 Creo recordar que ya tuvimos por aquí a Crayolaser como sinónimo de originalidad dadaísta y estupendo-desconcertante álbum. De allí saldría Iñigo Bregel (voz, teclados, guitarra) y se juntarla con otra panda de vulcanianos, ahora desde Madrid, dando forma a Los Estanques. En 2017 editaron su primer pecado contra la realidad, "Contiene Percal". "II" y "Los Estanques" le siguieron, siendo aclamados como los nuevos Marx Bros del pop psych & prog surrealista.  En el Año Oficial de las Idas de Bolo, 2020, editaron "IV". Y claro, estaban en forma, para tan alocados días.  "No hay vuelta atrás" atrae recuerdos del rock arg spinettiano, en mi "molesta" opinión. Fernando Bolado sujeta riendas de bajo imperante junto a una batería sorpresiva, la de Andrea Conti. Mientras que ésa sibilina wah wah funk del guitarrista Germán Herrero construye un armazón donde una brass section se adueña de un excelente feeling zappero. Bregel canta

Fontoria - Sirio (2021)

 Se debería de hablar mucho más del tercer trabajo discográfico de Fontoria, de un álbum doble que conmueve e invita a la reflexión a cerca del tiempo que hay que invertir en paladeo de las grandes oportunidades que en ocasiones, la vida nos concede para darle la consecuente valía a ese fenómeno, el tiempo, vital para todo proceso fundamentalmente de observación y apreciación.



Para la comunidad Astur, el músico Maxi Areñes, es referencia traducida en respeto, desde los miradores del Avant Garde, El Folklore tradicional, añoradas nuevas olas y renovados aires de sonidos progresistas entre otros parámetros por los que sin tabúes ni tapujos, Areñes desenvuelve su música en su proyecto más preciado, Fontoria.

Sirio, esta tercera obra musical publicada en formato físico digital en doble cd, que muestra entre otros ingredientes de máxima excitación diseñados para oídos carentes de nutrición equilibrada, en la que se exhibe una de las estrellas más elaboradas y logradas del firmamento instrumental, como es la Suite que titula el Cd y que se encarga de ocupar el primer volumen del mismo. La personalidad del músico de Infiestu, revela fantasías tejidas con el hilo de la seda de múltiples posibilidades estructurales, que a modo compositivo, reflejan armonías encadenadas a dimensiones de pura libertad de expresión, sin que la melodía descuide el engranaje elemental en un intenso reclamo de espacios, tiempos pretéritos y nefastos presentes, logrando ofrecer un diálogo de artesanía instrumental que eludiendo prejuicios y esquivando elogios, hacen de los más de setenta minutos de Sirio un encuentro expuesto en múltiples direcciones con valores humanos, reflexiones, mitos de vigente leyenda, compromiso y respeto hacia un silencio llamado libertad. 



Maxi Areñes ha cuidado todos los detalles en el proceso de composición y posterior grabación, desde el más artesanal de los tratos aplicados a la misma. Al margen de la aparición de instrumentos de viento, percusiones, voces y efectos ambientales de pura realidad, donde la imaginación ha campado a sus anchas abordando la nostalgia sobre pretéritas esencias progresivas, electrónicas, folklóricas, vanguardias y de cámara inclusive, entre otro compendio de proyecciones sonoras que comulgan con el intimismo en el constante reclamo hacia el tiempo y su incalculable valía, a través de esquemas rítmicos que sin pretensiones de ningún reversos, se han esculpido en métricas irregulares desarrolladas por instrumentos tanto acústicos como electrónicos, muchos de ellos empleados en las músicas populares. Al igual que las sensacionales aportaciones de diversos sintetizadores, vocoder, percusiones electrónicas y acústicas sumado a la baza que las voces naturales han jugado en la cremosa textura de sus melodías naturales.

Los principitos amateurs de la crítica musical, que en este país al menos, siempre ha estado en un noventa por ciento en manos de intrusos, aficionados y demás viola bandurrias de media noche, no van a tener una tarea fácil a la hora de reseñar en pequeños burdeles de la red donde se exponen ocasionalmente músicas sin prejuicios esta tercera obra de Fontoria, que desgraciadamente el culto va a dejar escapar como lo ha hecho a lo largo de toda la historia de la música conceptual, intimista, mininal, progresista o ciertos escarceos de bulimia extremadamente arriesgada y que si ha servido para algo, ha sido para ignorar por completo los oídos del redil diseñado a la perfección por sistemas anti sistemáticos, responsables de la ceguera que habita en la sociedad del siglo XXI, en la que entre otras enfermedades graves se haya una metástasis llamada inmediatez.

Fontoria han logrado conjugar Prog Rock clásico, contemporáneo, Jazz, Folk, Avant... Y sobretodo, un profundo respeto por la nostalgia y la credibilidad emocional, el talento y su consecuente aplicación y desarrollo en el abordaje de un nuevo reto sonoro, que desafortunadamente, escasos medios de desinformación y divulgación cultural para más cenefas, acuñaran la obra basándose en un elemental recurso para ubicar la misma en la experimentación, el Folk submarino... O la madre que me parió.

Sirio solo pretende manifestar un cúmulo de múltiples emociones que se muestran desnudas al natural, sin dejar de echar la vista hacia atrás para evitar en mayor medida las agitaciones de un tiempo presente, cuanto menos alentador para el desarrollo y un coherente posicionamiento de la salud mental universal.



Felicito a Maxi Areñes, y a quienes han hecho posible que las emociones sometan a la era virtual al mismísimo miedo y la admiración a la par, por evocaciones pretéritas en un manifiesto de sinceridad artesanal a perpetrada a tempo real, en plena apetencia creativa y musical, para contarle al mundo que desde Piloña (Asturias), late la capacidad de observar en absoluta plenitud.

En este tercer álbum entre otras colaboraciones, figura la de Pablo Canalís en su discurso de vientos, desempeñando con comodidad y frescura su papel, dada entre otras anécdotas, la afinidad musical de ambos, y sus respectivas aventuras rituales atmosféricos, lisérgicos, y ese ''surreal'' realismo que cada cual en su parcela musical aplica a su obra. Últimamente, cada vez que viejos, nuevos amigos y compañeros publican discos o temas, y me hacen llegar su obra, todos me formulan la, siguiente pregunta: 

¿Conoces algo que suene a esto que acabo de grabar, a que no, verdad? ¿A que no hay nadie aquí... Allí... O más allá que este sonando así? 

Es una pregunta que resulta febril, absurda e improcedente, dado que cada cual suena a lo que pretende sonar dentro de sus posibilidades, a lo que hay que sumar el trato que se le haya dado a la elaboración, la grabación y producción de su propuesta. Obviamente Fontoria no van a sonar ni por asomo a Enrique Iglesias, ni los Kiss o Paja Piscenera a Mental Vortex o Pluralis... Por poner ejemplos cercanos. Lo que más valoro del talento y de quienes lo portan, es el vómito del mismo anteponiendo el respeto a la causa de la coherente libertad de expresión musical, traducido en musicalidad. El talento no entiende de excesos, de lenguajes unísonos, y de figuración sobre el tablero del Ajedrez de una farsa teatral en boga actual, a la que podemos denominar cobarde anti musicalidad. 

Que nadie piense tampoco, que hace cuatro decenios, en númerosos discos de repulsivas Majestades con presencia impuesta en la industria discográfica, los responsables de esas grabaciones eran las afamadas bandas. Ustedes leerán los créditos de discos como Brothers In Arms de Dire Straits, o Stell Wheels de Rolling Stones por poner dos minúsculos ejemplos, y verán los nombres de los integrantes de ambas bandas, no el de los músicos que realmente grabaron esos discos. La diferencia es que a día de hoy, aparece un solo nombre en los créditos de un disco, que supuestamente defiende ciento veintidós instrumentos y librerías virtuales, y mal defiende uno acústico o eléctrico real. Y lo peor... Se denomina creador, productor, ejecutor, follador, camelador... Y similares mamarrachadas. 

Y si me preguntáis si en Asturias, o en otros puntos de la retrograda España, hay algún símil sonoro con Fontoria... Diría con toda franqueza que no conozco ningún referente, aunque llegaría a apostar un plato, un tom, caja o bombo de alta gama que dentro de varios armarios a lo largo y ancho de este quijotesco país, se hallan encerrados escasos talentos colgados de la percha de la timidez envuelta en esa capa de humildad que les frena a la hora de mostrar sus canciones, su obra. Y de eso, no hay que avergonzarse nunca. Conozco a mucha gente que se ha formado académicamente, o de forma autodidacta, y que por las razones que fuesen, han optado por hacer de la música un hobbie, ocupando éste, un segundo plano en sus vidas, y es algo respetable. Lo que es intolerable, es que cientos de miles de sopla pollas basados en el desarrollo competitivo de la memorización mecánica, hinchen su pecho a modo de ritual de alarde, atribuyéndose definiciones tales como: Músico, Compositor, Creador o Productor entre otras aberraciones identificativas. No obstante, no me formulen ustedes semejantes cuestionarios a cerca de la originalidad creativa de sus proyectos y bandas, pónganlo en manos de Lourdes, José Antonio Abellán, Julián Ruiz u otros neo críticos musicales que sobrecargan la red desde el amateurismo de licenciatura de papel charol. 

Un Músico, es aquel que transmite sin aliarse a la monotonía, aquel que día a día evoluciona hurgando en el aprendizaje, el que desde su instrumento expande al oyente algo más que penas, alegrías, apatías y energías. Y si éste, no se deja seducir por la heroína de la industria musical, y dialoga desde la libertad, no es un músico al uso, sino un artista en toda ley. Y arte... Precisamente arte, en un ochenta por ciento del concepto de la palabra, es algo de lo que se sigue careciendo en este país, desde mucho antes del mandato de los reyes católicos.

Con Maxi Areñes, estaremos charlando a cerca de este nuevo disco de Fontoria en la próxima edición de Robbin Groove Radio.

Luis Arnaldo Álvarez (Baterista  y Locutor profesional independiente)


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