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LOS ESTANQUES - IV (2020/ Inbophonic)

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 Creo recordar que ya tuvimos por aquí a Crayolaser como sinónimo de originalidad dadaísta y estupendo-desconcertante álbum. De allí saldría Iñigo Bregel (voz, teclados, guitarra) y se juntarla con otra panda de vulcanianos, ahora desde Madrid, dando forma a Los Estanques. En 2017 editaron su primer pecado contra la realidad, "Contiene Percal". "II" y "Los Estanques" le siguieron, siendo aclamados como los nuevos Marx Bros del pop psych & prog surrealista.  En el Año Oficial de las Idas de Bolo, 2020, editaron "IV". Y claro, estaban en forma, para tan alocados días.  "No hay vuelta atrás" atrae recuerdos del rock arg spinettiano, en mi "molesta" opinión. Fernando Bolado sujeta riendas de bajo imperante junto a una batería sorpresiva, la de Andrea Conti. Mientras que ésa sibilina wah wah funk del guitarrista Germán Herrero construye un armazón donde una brass section se adueña de un excelente feeling zappero. Bregel canta

LITTLE TRAGEDIES: Discografía-Inicio- Passions of Titanic (1999)

Las Pequeñas Tragedias fue probablemente la primera banda rusa progresiva sinfónica que escuché. Para un amante irredento de la música clásica rusa como yo, el hecho de que el rock sinfónico fuese algo tardío en ese país, me resultaba decepcionante pero comprensible, atendiendo a su historia y a su situación política, así como a su aislamiento férreo obligado por sus autoridades y su maquinaria de propaganda anti-occidental. Sin embargo, las escuelas de música y sus conservatorios siempre fueron respetados por el régimen soviético al margen de la desconfianza y trabas puestas a todo lo occidental que viniese fuera de sus fronteras. El nivel musical, técnico y académico proveniente de los países del este fue en cierta forma la envidia de Europa y de América. Dicho de otra forma, técnicamente era muy difícil competir con los rusos y sus intérpretes músicos. Imagino la disciplina férrea y perfeccionistas de los conservatorios de San Petersburgo o Moscú y puedo hacerme una idea a que nivel de ejecución se llegaba. La pena es que no hubo equivalentes en su momento a los dinosaurios progresivos europeos por razones obvias. No podemos cambiar la historia, pero sí apreciar lo que buenamente se hizo a posteriori. 


El compositor y teclista Gennady Ilyin se formó como muchos otros, en el conservatorio de San Petersburgo. En 1988 se une al guitarrista Igor Mihel en la ciudad rusa de Kursk y empiezan a interesarse por una forma de Art-Rock aunque por entonces Gennady compone principalmente para orquestas de cámara y sinfónicas. Hay un lapsus desconocido hasta 1994 año en que Little Tragedies se configura como dúo, pero no es hasta 1999 cuando aparece el primer proyecto de Gennady e Igor bajo el título de “Passions of Titanic”. La técnica perfeccionista les permite ser una especie de ELP a la rusa. Gennady Ilyin emplea muchos instrumentos analógicos de teclado por cortesía del Art Technology Studio de Moscú y su forma ocasional de cantar entre el recitado y la poesía rusa será un escollo para muchos por las peculiaridades eslavas y su “concepto de melodía” esa forma de cultura intimista y personalista que puede estar muy alejada de los gustos occidentales. Dicho esto, es preferible centrarnos en la música instrumental si no somos capaces de asimilar ese aspecto. 

La tremenda estructura de composición sinfónica de su primer trabajo se establece en siete cortes sumamente interesantes con una clara base académica que parte desde influencias a lo Sebastian Bach y otros dibujos musicales del barroco, hasta un innegable gusto por lo experimental y cinematográfico. La música construye imágenes sonoras, pero siempre con un trasfondo de seria solemnidad, de gravedad en el ambiente. Los artilugios teclísticos de toda índole se mezclan con severos y tristes pasajes acústicos de guitarra. No es una escucha relajada a pesar de todo. La tensión y melancolía están siempre muy presentes por muy “quieta” que parezca la música. Tampoco su escucha es fluida o ligera ya que la constante sensación de ansiedad y preocupación enrarece el ambiente. No lo definiría como música de situaciones y momentos, pero si como una película de misterio y de brumas con algún toque de comedia surrealista-dadaísta como ocurre en la cuarta pieza y su burlesco sonido de sintetizador. La sombra de Pachebel y la peculiar voz en ruso de Gennady aparecen en los “Versos de Bronsky”. Afortunadamente es corta y la única cantada en unos tres minutos porque reconozco que son poco aceptables para un oído occidental los fraseos tragicómicos y casi disonantes. La sexta pieza es un paseo original por los viejos sonidos setenteros de hammond y moog un poco como si el fantasma de Modest Mussorgsky los poseyera con la figura de Emerson de por medio. Concluye todo con la suite “Titanic”. Un cuarto de hora de profundidades dramáticas en una mini sinfonía de niebla, hielo y fantasmas.


 En este primer contacto con las pequeñas tragedias recomiendo no escucharlos con prisas. Te van a pedir que tengas cierta experiencia en músicas de conflicto sonoro y de complejos arreglos y sonoridades. Se te puede hacer áspero o fascinante dependiendo el estado anímico y carácter de cada uno, pero eso naturalmente depende de ti. Lo que es seguro es que para bien o para mal no te dejarán indiferente. 
Alberto Torró




Temas
Temas
1.- Track 1
2.- Track 2
3.- Track 3
4.- Track 4
5.- Onverses of Brodskiy
6.- Track 6
7.- Titanic

P:D: hoy llegamos a los 2.000 artículos publicados, más de seis años de trabajo rescatando joyas perdidas.






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