No soy muy proclive al prog moderno, aunque reconozco que a veces hay cosas interesantes. Una de las peculiaridades del estilo es que con los años se ha ido abriendo cada vez más por cauces más variados, eso que llamamos ecléctico que bien puede acabar en un puzzle indefinido o en un nuevo resultado de la química sonora. Como ya dije la semana pasada en los tiempos distópicos y desagradables que por desgracia nos tocan vivir, es fácil encontrarnos con músicas que así lo reflejan. Cada vez la música es más áspera y más infeliz y uno que contempla la degradación humana a diario y el camino hacia la locura que tanto por la política deshumanizada del negocio y poder, así como por la disminución de inteligencia global y aumento de la maldad en el planeta se da cuenta que ya no hay vuelta atrás. Cada día será peor que el anterior, bien sea por el clima y cambios naturales o por guerras en todos los frentes. No me toca decir a mí si la inteligencia artificial será algo mejor o peo...
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LITTLE TRAGEDIES: “The Sun Of Spirit” & “Porcelaine Pavilion” (2000)
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Al igual que el “Titanic” este segundo y tercer trabajo pueden considerarse como discos en solitario de Gennady Ilyin con la ayuda de su amigo Igor Mikhel a las guitarras y la producción. Bien es cierto que las ediciones llevan la franquicia Little Tragedies y ambos fueron grabados en 1999 en Moscú. Estilísticamente parten de parecidas premisas: clasicismo, sinfonismo y algo de vanguardia sonora con mucho teclado. Si unimos el primer trabajo se trataría de una trilogía en realidad. Todos estos discos están creados por el dúo Ilyin-Mikhel.
“The Sun Of Spirit” sigue la estela de ese sinfonismo dramático y oscuro. A ratos parece la banda sonora de una película de terror gótico con esas notas de 12 tonos iniciales al modo Schöenberg que se desarrollan sobre una marcha satírica camino al cementerio y la voz de Gennady añadiendo drama narrativo: “El Loro” casi me recuerda a los The Enid tanto en lo musical que cuando meten voces hilarantes. “La Bruja” resulta más divertida pero igualmente siniestra y sarcástica con ese ambiente burlesque de musical fantasmagórico. La composición es compleja y elaborada con mucho aditamento académico y mucha escena descriptiva. Puede recordarte incluso una forma electrónica de ballet a lo Prokofiev y con sintes a lo Emerson-Wakeman. Caramelo apetitoso para amantes de grandilocuencias retorcidas y teclados de difícil ejecución técnica. La vena clásica rusa es clarísima y por lo tanto ya me tienen contento. Pieza extraordinaria.
“I Saw A Dream” con sus vientos, frio y tormentas tiene un trasfondo de lirismo sinfónico oscuro de pesares del alma y del hundimiento anímico. Un relato cantado en ruso con unos sintetizadores que se rasgan interiormente expresando dolor y desesperación. La calma y el miedo rubrican parte del sombrío ambiente y la desesperanza. Sigue el hilo temático con momentos de más movimiento sonoro con textos que parecen sacados de poesía rusa y veo que efectivamente las letras son del poeta ruso Nicolai Gumiliov (1886-1921) fusilado por los bolcheviques por contra-revolucionario y cuyo estilo se caracterizó por el fatalismo por lo cual la música de las pequeñas tragedias le va como anillo al dedo. “El lector de libros” rubrica el estilo “ruso” de texto-música en una triste ensoñación de hadas grises y cabalgadas sintetizadas. La riqueza armónica y compositiva es apabullante pero todavía lejana y algo artesanal en su producción y en comparación con los futuros discos que tendrán un grupo estable de alto calibre. Los momentos Nice- Trace- ELP cruzan todo el disco y a la voz, alejadísima del concepto de rock está en pura tradición popular rusa. Lo siento, pero tendrás que acostumbrarte. Es lo que hay. De lo contrario te perderías una música fantástica y por momentos absolutamente delicada.
La trilogía como dúo se cierra con “Porcelain Pavilion” del mismo año y aquí parece que el sino del destino, la desgracia y la muerte parecen diluirse hacia una música algo más amable, pero en línea con todo lo anterior. Las melodías son algo más luminosas y los teclados realmente emocionantes. Parece la banda sonora de cuentos clásicos, creo además que así debe oírse su música. Sinfonismo neoclásico al más puro estilo. Solos de moog fantásticos, pianos de ensueño. Órganos hammond en su pura esencia y sonido atemporal.
Esta música podría haberse compuesto en cualquier época. Solo cambian los medios y la instrumentación, pero es lo más alejado de modas que te puedas imaginar. Así da gusto. Toda disciplina clásica y académica está a tu servicio y por supuesto a la fantasía. Las piezas aquí son algo más cortas y orientadas a la canción sin excederse por eso y la instrumentación está como siempre muy elaborada y con un uso inteligente de la sonoridad y la precisión en la forma. Si te gustan grupos clasicistas como The Enid estos serán tu grupo.
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