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  No soy muy proclive al prog moderno, aunque reconozco que a veces hay cosas interesantes. Una de las peculiaridades del estilo es que con los años se ha ido abriendo cada vez más por cauces más variados, eso que llamamos ecléctico que bien puede acabar en un puzzle indefinido o en un nuevo resultado de la química sonora. Como ya dije la semana pasada en los tiempos distópicos y desagradables que por desgracia nos tocan vivir, es fácil encontrarnos con músicas que así lo reflejan. Cada vez la música es más áspera y más infeliz y uno que contempla la degradación humana a diario y el camino hacia la locura que tanto por  la política deshumanizada del negocio y poder, así como por la disminución de inteligencia global y aumento de la maldad en el planeta se da cuenta que ya no hay vuelta atrás. Cada día será peor que el anterior, bien sea por el clima y cambios naturales o por guerras en todos los frentes. No me toca decir a mí si la inteligencia artificial será algo mejor o peo...

HAPPY THE MAN: “Biografía, historia y discos.” (Inicio) - Happy The Man (1977)

 Bueno quizás debí empezar con “Feliz el Hombre” en esta sección USA porque realmente son ellos los que hicieron el verdadero rock progresivo en la década que debían hacerlo mientras otros contemporáneos y compatriotas suyos estaban más interesados en las radio fórmulas y en las ventas comerciales, que de hacer una música más minoritaria, más interesante y más compleja destinada a gente con un oído más refinado y culto.


 Happy The Man no pretendieron nunca la espectacularidad del rock de arena y abarrotado de fans. Son un poco como las bandas de canterbury o del rock en oposición o las de fusión británicas o francesas de la época, pensadas para gente que va a un concierto a escuchar música sin necesidad de fuegos artificiales ni aspavientos épicos, ni numeritos de gran vedette faraónicos para impresionar al personal. Hay dos tipos de músicos: los que tocan verdaderamente lo que quieren y les gusta sin esperar segundos resultados y los que salen al escenario tan solo como negocio, vanidad o ego. Es sencillo de entender. Si la música es de calidad o no es otra cuestión. En ambas formas de entender este arte existen diferentes alternativas o modo de ver las cosas. Lo que está claro es que Happy The Man son músicos de verdad que ya es decir mucho.

Se forman en Virginia en 1972. En un principio el proyecto lo integran el guitarrista Stan Whitaker y el bajista Rick Kennell pero pronto se unen el drummer Mike Beck y dos teclistas: Frank Wyatt y Kit Watkins quien sería más conocido por entrar en la filas de Camel en 1979 aprovechando la primera disolución de su banda. A mediados de 1975 se instalan en Washington DC y comienzan a desarrollar elaboradas composiciones muy influidas por el sonido progresivo europeo. Aquí se cita a Génesis a Yes y a los de siempre pero curiosamente yo no encuentro ninguna similitud en sus discos hacia esos grupos. Se habla incluso de que Peter Gabriel quiso contratarlos como teloneros para la gira de su primer álbum, lo que no le veo mucho sentido por la disparidad de criterios musicales. En los 70´s grabaron tres discos oficiales, aunque el tercero se editó tardíamente en 1983. Otras grabaciones más tempranas serían editadas años más tarde.


 Su primer trabajo “Happy The Man” se graba para Arista Records en 1977, como digo completamente alejado de otras bandas millonarias como Kansas que por entonces ya iban por el disco de platino. Hoy día este disco como el siguiente “Crafty Hands” de 1978 son considerados dos clásicos del género. Las composiciones van a ser casi instrumentales y alejadas del hard rock propio americano. Wyatt aparte de teclado toca también saxo y flauta al igual que Watkins quién se rodea de una amplia gama de teclados y un distintivo sonido de moog que les dará una denominación de origen muy especial y única. 


Definir el estilo de Happy The Man no es tarea fácil. La música es fresca, imaginativa, brillante y con ese toque de fusión jazz tan particular que disfrutarán de alguna forma los conocedores de la escuela canterburiana por la proximidad estilística y los elaborados arreglos, aunque sin llegar a comparaciones porque también hay otros perfumes distintos a esas bandas británicas. Son americanos y la sombra de compositores clásicos o de jazz temprano como George Gershwin y formas rítmicas complejas están presentes. Una cosa que sorprende es la limpieza y claridad, el cuidado sonido y la interpretación. También la concreción. No son piezas excesivamente largas, como mucho llegan a los 8 mtos, pero al igual que otras bandas como por ejemplo Gentle Giant son capaces de meter en cuatro escasos mtos toda una avalancha enriquecida de música de alto nivel. La delicadeza Watkins de “Starborne” nos inicia en la aventura para seguir por derroteros diferentes en cada una de las piezas que se van desarrollando: la casi zappiana “Stumpy Meets the Firecracker in Stencil Forest” tiene su miga. “Upon The Rainbow” es una deliciosa canción con la voz de Stan Whitaker y un adictivo jazzy prog. “Mr. Mirror's Reflection on Dreams” es un encantamiento de estructura musical absolutamente maravillosa entre lo clásico, lo modernista y el jazz más elegante y elaborado. Una delicadeza y elegancia nada habitual en el prog americano de la época. “Carousel” sigue con el piano clásico y excitantes armonías sinfónicas. Los solos de moog son adictivos. “Knee Bitten Nymphs in Limbo” nos lleva de nuevo a los terrenos propios de Frank Zappa cruzados con National Health o incluso Chick Corea pero con un sentido melódico único y fácilmente recordado en tu mente. La tranquila y deliciosa “On Time as a Helix of Precious Laughs” es la segunda canción del álbum y nos lleva a comprobar el competente archivo de ideas originales del que esta banda goza. Otra cuestión es que la música es generalmente alegre y bondadosa, exenta de drama y destinada a alegrar el oído. “Hidden Moods” es juguetona y sumamente agradable pero es “The New York  Dreams Suite” la que cierra el disco con la elegancia debida de la que presume todo el álbum. Una joya de los 70´s que todo prog debería tener. Continuaremos la semana próxima.
Alberto Torró










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