Entrada destacada

PROGRESIVO SIGLO XXI-22: Obiymy Doschu (Ucrania)

Imagen
 No sabría pronunciarlo. Cualquier idioma del este sea ucraniano, polaco ruso, esloveno etc son excesivamente complicados para nosotros. En lo personal siempre me ha interesado la música eslava. Principalmente clásica naturalmente. Lo que llamamos “música moderna” es un concepto occidental que incluso estaba prohibido en los años oscuros del telón de acero y es una verdadera pena.  Recuerdo en mis años jóvenes que escuchaba día sí y al otro también el Cuadros para una exposición de ELP recién editado y creía inocentemente e inconscientemente que probablemente habría bandas de rock sinfónico en la unión soviética que no se conocían en Europa. Una estupidez por mi parte llevada por el idealismo. Me costó librarme de la enfermedad de la esperanza y las utopías. Claro yo pensaba cual primaveras veinteañero que en la cuna y país de los ballets rusos de Diaguilev y Nijinsky, de Tchaikovsky y Rimsky Korsakov, Borodin, Tanéyev Mussorgsky, Rachmaninov, Stravinsky, Prokofiev, Shostakovi...

LOS ÍBEROS - Los Íberos (1969, Columbia)

 Los CRAG, Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, tienen grandes concomitancias con el proyecto de folk rock norteamericano Crosby, Stills, Nash & Young, empezando por tener cariz de supergrupo. En los inevitables Solera militaban Jose María Guzmán y Rodrigo García (ex Pekenikes); Juan Robles Cánovas, entre otros alardes, podía hablar de su paso por los art pop Módulos; Adolfo Rodríguez tampoco se queda atrás y desde 1968 hasta el 73 se aferró con tesón a un sueño que muchos no supieron entender, una agrupación que merecía el carácter de internacional aunque todos sus miembros fuesen españoles. Me refiero a Los Íberos. 



La casa Columbia, en su facción nacional, los tomó creyendo inicialmente en sus posibilidades; ellos, además de una incuestionable ronda de sencillos para enmarcar, grabarían un LP homónimo en los estudios londinense de la casa Decca. En doce canciones amalgaman el sunshine pop californiano con estructuras allá Brian Wilson, gotitas de psicodelia para todos los públicos y el imperante beat británico que alucinó a Los Brincos. 

Los componentes de The Rubettes Wayne Bickerton y Tony Waddington les cedieron hasta cinco canciones, temas que superaban sin esfuerzos aquel “Baby Love” que el tándem de compositores presentase con su banda nodriza: “Summertime Girl”, con un aire de melancolía brutal y una orquestación que derrite, “Hiding Behind My Smile”, totalmente pop divertido, “Why Can’t We Be Friends”, medio tiempo entre unos The Zombies ácidos y los Love de Forever Changes, “Back In Time”, rendida al beat colorista, ese “Fantastic Girl” que no habría desentonado en el Magical Mystery Tour beatleliano y “Mary Ann She”, de estribillo adorador de la familia Wilson (The Beach Boys) y sus hechuras flower power –por no ahondar en el resto del corte, casta The Monkees hasta en los andares–. 



Ya en castellano, y firmadas por el miembro de Los Íberos Enrique Lozano, poner con luminosos la barroca “Las tres de la noche” y “Corto y ancho”, tan castiza como el “A mí con esas” del cuarteto de los cascabeles y las capas madrileñas. Así hasta completar un long play de tallista doctorado en las artes del preciosismo musical.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com


 







                     Notasi te gusta el artículo compártelo (Facebook, Twitter, g+, etc) pulsando en                                                                                      
que está al final del artículo, de esta forma contribuirás a la continuidad del blog. Gracias





Comentarios