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Panna Fredda - Uno (1971)

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 Hay discos que no nacen: se invocan. Uno de Panna Fredda es un espejo roto donde se refleja el fin de la inocencia prog. Es el sonido de un grupo que vio el fuego de los 60 apagarse y decidió prender su propio incendio, aunque fuera el último. Aquí no hay paz ni complacencia: hay Mellotrones como cuchillas, voces que parecen oráculos y guitarras que cortan el aire como un ritual de medianoche. Si el rock progresivo italiano tuvo un momento oscuro, fue este. Y se siente glorioso. Cuando salió en 1971, Uno fue como un conjuro lanzado en una plaza vacía. Pocos lo escucharon. Menos aún lo entendieron. El disco quedó flotando en el limbo, mientras las luces de los 60 se apagaban y el rock italiano se metamorfoseaba en algo más grande, más extraño. Panna Fredda no tuvo tiempo de convertirse en leyenda en su momento: el servicio militar, la censura y la maquinaria de la industria los trituraron antes de que el humo se disipara. Pero los discos malditos no mueren, solo esperan. Con los añ...

IZZ ‎– My River Flows (2005)

Me he saltado adrede su tercer disco “Ampersand vol 1” porque solo son outtakes y temas en vivo y no lo considero relevante. En “My River Flows” la banda ya está más coexionada con dos cantantes femeninas y el quinteto de los dos hermanos Galgano. 



Este fue el primer disco que escuché de esta banda norteamericana. En principio no le preste demasiada atención porque lo vi como progresivo “moderno” alejado de las estructuras clásicas del estilo de las que soy adicto, pero aun así, me atrajo el nivel instrumental y la complejidad un tanto esquizoide de algunas piezas como la inicial homónima o esa corriente desbocada de los 12 mtos de “Late Night Salvation” la guitarra de Paul Bremner es brutal rozando a veces lo metalero pero tiene recursos inteligentes y una amplia formación con su instrumento. Esta pieza es sorprendente por sus cambios. Cuando cantan parecen un cruce entre los Beatles, Yes o CSNY y en lo instrumental una banda de fusión crimsonizada y cruzada con Steve Vai. Pero hay contrastes con buenos sintes y guitarras acústicas. Música infectada a veces de espectacularidad con solo de drums incluido quizás demasiado largo. Suena original. 

“Rose Colored Lenses” y “Abby´s Song” son sendos ejemplos de pequeñas composiciones a modo de canción que buscan lo agradable y directo. Ninguno de sus discos sigue una temática sonora determinada. Son piezas muy diferentes entre sí. Como quizás buscando un equilibrio entro lo complejo y lo sencillo. Lo largo y lo breve. Lo cómodo y lo tumultuoso. 

“Decepción” sorprende por su sofisticación o su épica lírica de sinfonismo a lo grande cruzado de guiños Gentle Giant en las guitarras. La siguiente “Crossfire” es una buena compañera de viaje de la anterior con ese trasfondo lírico beat que nos retrotrae la memoria constantemente. La guitarra solista sigue con un importante protagonismo que se desarrolla a través de todo el trabajo. Es una forma de hacer música progresiva un tanto original y muy equilibrada entre lo fuerte y lo delicado y lo mejor de todo es que es muy variada y no incluyen pasajes tediosos en ningún momento ni la confusión laberíntica del sinsentido de mucho prog moderno. En “Anything I Can Dream” me recuerdan un poco a las baladas de los Chicago pero sin ese pestuzo poppy del Peter Cetera. 


El programa fuerte lo dejan para el final con una generosa suite de 21 mts: “Deafening Silence” subdividida a su vez en seis partes. Entramos en conceptos más angulosos y sinfónicos con una hermosa introducción de piano bajo y batería donde los sintes toman el relevo y las orquestaciones acolchadas permiten al guitarrista lucirse a gusto hacia una épica pieza llena de variaciones sonoras y entretenimiento que es lo que todo prog necesita como medicación diaria. Una elegante base académica lo domina todo hasta la entrada de las voces femeninas que estaban pidiendo a gritos protagonismo. Las suaves voces de los hermanos Galgano están perfectamente acopladas a las hermosas voces de las chicas. Esta maravillosa pieza la encuentro muy superior al menos emocionalmente a todo lo anterior. Los vericuetos instrumentales no cesan y nos llevan por diferentes pasajes. Los solos de moog a la vieja usanza nos reconcilian mientras la guitarra nos inquieta constantemente hasta que el piano nos tranquiliza de nuevo. Una composición de altos vuelos, lírica y hermosa en su trasfondo folk rock vocal y a su vez en su acentuada luminosidad épica y escenas paradisíacas de película fantástica en los tramos finales con recuerdos Yes al fondo. Un disco muy superior a los anteriores.
Alberto Torró









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