Epidaurus se fundaron en la localidad de Bochum, Alemania del este y tan solo tienen este álbum setentero más un fallido intento en los 90 que no merece la pena reseñarse pero que les permitió formar parte de los buscadores de rarezas prog. No hay demasiada información sobre ellos. Chica a la voz que me recuerda mucho a Jane Relf de los primeros Renaissance aunque con bastante distancia de calidad. No es la voz lo que me atrae de este disco y tampoco canta demasiado, es el excelente trabajo de sus dos teclistas Gunter Henne y Gerd Linke que mano a mano despliegan todo el arsenal de ensueño teclístico analógico de los 70´s. Cierto es que en 1977 el asunto de hacer música con un poco de interés ya empezaba a oscurecerse. La mitad de las bandas progresivas en el panorama internacional ya empezaron a editar discos malos o mediocres o simplemente cambiaban al bando del AOR o territorios formula radio. Los más honestos optaron por desaparecer, aunque muchos de los que continuaron no tuviero
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AVIVA OMNIBUS - Peer Gynt in Favour (2010)
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Edvard Grieg fue el compositor romántico más famoso de Noruega. Su obra más conocida fue la música incidental para Peer Gynt y al igual que su colega finlandés Sibelius adaptó la temática folk y las sagas de sus países de origen a la mayoría de sus obras y poemas sinfónicos.
Que el rock progresivo haya tendido puentes con la música clásica es algo de agradecer porque gracias a ello una parte de las nuevas generaciones ha tenido la oportunidad de entrar y apreciar la Gran Música como yo siempre la he definido. En ello hubo naturalmente mayor o menor fortuna. Por un lado, se hacían adaptaciones rimbombantes más o menos respetuosas, por otro, fatuas horteradas pachangueras sin pudor, pero también algunas veces esa influencia clásica servía de puente para composiciones absolutamente originales dándole una orientación distinta. Ha habido de todo. Las bandas famosas de rock sinfónico utilizaban muchas veces breves fragmentos clásicos como apertura de sus conciertos en vivo. Pero el rock y lo clásico no siempre se llevan bien. Dicho esto “plastificar” un sonido orgánico clásico con teclados electrónicos nos hace gracia como ocurrencia, pero no es lo correcto. El japonés Isao Tomita y sus célebres adaptaciones clásicas, que las tengo todas dicho de paso, entretiene, es divertido a veces, pero deviene como superficial y aséptico. Uno puede crear una sinfonía hoy en día con un ordenador por supuesto algo que para mí no tiene el más mínimo valor, porque seamos serios en esto, no es lo mismo estudiar 8 duros años de piano y armonía que aprenderte unos acordes y unas escalas y hacer truquitos con un secuenciador. Reconozco que es divertido pero nada más. Entiendo también que, si no se conocen las composiciones originales, la tecnología es una forma más fácil y accesible de entretener, pero los teclados electrónicos por muy fantasiosos que sean sus sonidos, no están a la altura de una gran orquesta sinfónica.
En el caso de Aviva el teclista Dmitri Loukianenko es ahora el único instrumentista. Es decir, nos encontramos con una obra de música electrónica y con una adaptación clásica caprichosa. Para los “puristas” clásicos naturalmente es una aberración. Pero también lo fueron los Cuadros de una Exposición en manos de ELP por mucho que a mí me guste. Si alguien ha escuchado la orquestación que hizo Maurice Ravel de la obra original de Mussorgsky notará la enorme diferencia. Si te gusta Peer Gynt u otras obras del maestro Grieg esto te sonará muy friky y nada respetuoso y conste que nos encontramos con un teclista académico y bueno.
La preciosa mañana con la que se inicia la obra original suena como un desajuste intestinal de algún marciano perdido. Por momentos aparece algún brillo fantasioso y ensoñador a lo escuela berlinesca matizada a lo Terry Riley. Un capricho lo dicho. “Ingrid” utiliza ingredientes de grabación académica con frialdades ambient. “ El rey de la montaña” del que ya hizo apaños el Rick Wakeman suena entre un cruce tecno y un atasco en el wc de tu casa. Las disonancias adrede pueden ser muy snob pero no ayudan. La hermosa canción de Solveig parece aquí una avería en una central térmica y como la radiación te va volviendo verde.
La danza de Anitra era otra deliciosa y juguetona pieza en su versión original pero aquí no se lo que estoy escuchando y supongo que hay una pretendida línea intelectual cibernética que destroza por completo cualquier atisbo de romanticismo. Soy consciente de que este disco va a gustar a los amantes de la electrónica y de los sonidos de laboratorio. Sin ninguna duda. Pero para alguien que respeta a los compositores clásicos como yo es un completo desastre. Vosotros mismos.
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