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Ardo Dombec – Ardo Dombec (1972)

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 Olvídate del krautrock galáctico, los sintetizadores voladores y las odiseas en LSD. Esto no es Tangerine Dream, esto es una pelea de borrachos en una cervecería de Hamburgo con saxofón afilado y batería que suena como si patearan un motor diésel.  Ardo Dombec no hace música para flotar: hace música para tropezarte con un adoquín, abrirte la ceja, y que el ritmo siga sangrando por ti. Su único disco es una anomalía: demasiado sucio para los puristas del jazz, demasiado técnico para los salvajes del garage, y demasiado alemán como para importarle todo lo anterior. Suena como si Zappa se hubiese cruzado con Can en un taller mecánico y hubieran grabado con resaca. Guitarras que escupen aceite, saxos con mala intención, y una batería que parece haber aprendido a tocar en medio de una huelga de transportistas. Cada tema es una curva cerrada en una carretera sin señalización, con humo negro saliendo del capó y un loco gritando indicaciones desde el asiento trasero. No es bonito. No...

JACQUES BLAIS - Themes (1975 / Echanson)

 Muy querido en ésta casa, Quebec y su increíble cosecha de bandas progresivas francófonas, dejaron huella en los 70. Puestas en alerta por el grandísimo Robert Charlebois, reaccionan en francés potentes agrupaciones progresivas como Opus 5, Sloche, Offenbach, Octobre, Maneige, Harmonium, Pollen, Dyonisos o Contraction. Justo éstos editan en 1974 su obra maestra "La Bourse ou La Vie". Casi a la par, el guitarrista y cantante Jacques Blais edita su debut "Themes", con los miembros de Contraction: Yves Laferriere (bajo, Solina), Richard Perrotte (batería y percusión), y Robert Lachapelle (piano, teclados,  Solina).



Jacques Blais se muestra como un increíble guitarrista, compositor y cantante (por ése orden). Algunos lo comparan con el propio Frank Marino en cuanto a nivel "guitar-god". Pero su estilo es más delicado y lírico. 

La inicial maravilla titulada "Le Theme" (6'48) a mí me lleva en un instante al prog argentino más poético.  Spinetta, Raul Porchetto o Sui Generis, como modelos paralelos. Su kung-fu guitarrero es más que destacable. Da y extiende cera con profusión y concienzudamente. Casi hueles al Zappa de "Chunga's Revenge" u "Hot Rats". De romántico calado,  el piano de Robert Lachapelle hace mella en la sensibilidad del oyente, (siempre que éste no sea un tocho con ojos). Voces angelicales,  magníficos sintetizadores de cuerdas......una postal otoñal indescriptiblemente bella. Y con un final acústico perfecto. "Sept Quatre" atiende a coros afirmativos, leve jazz rock feel y hasta orientación Laurel Canyon. Wah wah como cuchilla de afeitar a mitad, ofrece una sinuosa onda de ataque, que en tan expertas manos resulta demoledora. Te acaricia y te suelta una hostia en cuanto te descuidas. Pieza acústica  (cáustica?) habemus con "Le Matin". De nuevo fuerte recuerdo a Charly Garcia / Nito Mestre, y delicioso aderezo de flauta travesera por parte de Jean-Jacques Robichaud. Hasta frágil envoltorio de desmesurada belleza. Explota en otro arrebato eléctrico espectacular, que hasta me recuerda a nuestros Bloque! Un leve Leslie en rotación organistica introduce "Ascencoeur" (5'27). Otra preciosidad perfumada en poética progresiva, que iguala la mejor propuesta italiana sin dificultad. A la vez que nos lleva a los tiempos de "Argus" propiedad de Wishbone Ash. Instrumental destacable de narices.

Abre la segunda face "Vrai Ou Fou", con otro fuerte vapuleo guitarristico,  voces de ambiente y vuelta al frenesí de la eléctrica. Con batería galopante y trabajado-sofisticado, hard rock instrumental. Directo a la mandíbula,  pero con elegancia proggie. Macarra pero con clase. "T'As Des Nuages" tiene molde Laurel Canyon, jazzy flavour levemente insinuado, y la finísima hacha del maestro. Podría ser Steve Howe. Añádase ésa voz en francés, y tendremos una visión autóctona y original del prog rock de raíz. Otra más, sí. Cánticos pseudo-religiosos a la Thjis Van Leer (otro rasgo de Blais), que crea un entorno-microcósmico donde las maravillas sonoras se suceden sin descanso. Eso no va a parar en "Bord En Bar", que puede parecer, -realmente todo el álbum -, al "Tutankhamon" de Iceberg sin mucho esfuerzo. Por último "Finale Du Theme" pone un punto y final exquisito, con más donativos instrumentales de generosa ingeniería. Como un Hendrix maduro, despojado de su primitivo salvajismo, pero más centrado en la técnica que el tiempo le privó por desarrollar. 



Así era Jacques Blais. Un genio anónimo. En 1977 editará su segundo y último aporte a la humanidad, "Jacques Blais & Fantasía", ahora con miembros de Pollen y Eclipse. Un álbum de su tiempo, donde la orientación mainstream no empaña una calidad jazz rock cercana a Jeff Beck, Tommy Bolin, Jukka Tolonen o Janne Schaffer. Lo que se traduce en un fuera de serie en la reserva.

J.J. IGLESIAS










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