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LOS ESTANQUES - IV (2020/ Inbophonic)

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 Creo recordar que ya tuvimos por aquí a Crayolaser como sinónimo de originalidad dadaísta y estupendo-desconcertante álbum. De allí saldría Iñigo Bregel (voz, teclados, guitarra) y se juntarla con otra panda de vulcanianos, ahora desde Madrid, dando forma a Los Estanques. En 2017 editaron su primer pecado contra la realidad, "Contiene Percal". "II" y "Los Estanques" le siguieron, siendo aclamados como los nuevos Marx Bros del pop psych & prog surrealista.  En el Año Oficial de las Idas de Bolo, 2020, editaron "IV". Y claro, estaban en forma, para tan alocados días.  "No hay vuelta atrás" atrae recuerdos del rock arg spinettiano, en mi "molesta" opinión. Fernando Bolado sujeta riendas de bajo imperante junto a una batería sorpresiva, la de Andrea Conti. Mientras que ésa sibilina wah wah funk del guitarrista Germán Herrero construye un armazón donde una brass section se adueña de un excelente feeling zappero. Bregel canta

BROTHER APE ‎– Turbulence (2009)

Con la inventiva “Welcome the Future” se inicia el cuarto álbum de este sorprendente trío sueco. La condensación de ritmos contemporáneos, la guitarra expresiva y enérgica, las atractivas y dulcificadas voces melódicas y los desatados arreglos electrónicos orquestales, enfrentan diferentes estilos en una extraña alquimia que te preguntas como realmente funciona. Es una pieza chocante pero tremendamente efectiva. Es muy difícil encuadrar lo que estás oyendo y lo curioso es que tampoco se define como complicado. No hay referencias aquí de ninguna banda conocida. Es música original de unos músicos que consiguen engancharte. 


“Footprints” tiene unos breves segundos de harpa factoria Disney en el inicio pero se corta con un imprevisto golpe brutal de instrumentación casi industrial y voces muy forzadas, donde nos acercamos casi al mundo metalero. Es una pieza dura demasiado radical y áspera de todo lo que he escuchado de ellos hasta el momento y que personalmente no me agrada excesivamente. Instrumentalmente me recuerdan en parte a los últimos Zeppelin época 79-80 aunque reconozco que la guitarra y el endiablado riff llevan un trabajo de mil demonios. Seis minutos tremendamente pesados. 

“No More” cambia completamente de registro y amortigua algo la jaqueca anterior. Me suena algo indie y también algo insulsa. “Who Will Be Next” vuelve a la agresividad y a los métodos modernos de sonido prog. Algo ha cambiado respecto a los discos anteriores y me suena como excesivamente producido. Esta crítica la estoy haciendo al igual que las anteriores sobre la marcha de la escucha con lo cual me obliga a confiar en mi propio criterio. Sinceramente de momento me preocupa bastante este disco ya que lo veo como excesivamente saturado de sonido. La cortita “Early” es simplemente un ejercicio de guitarra acústica sin más. 

“Turbulence” da título al álbum y creo que la propia palabra lo dice, mucha turbulencia y agresividad. Realmente la grabación está muy saturada. La melodía me dice que estoy escuchando a Brother Ape pero la música salvo el primer corte de este disco no está tan bien orientada como los anteriores y es una pena: más hard y ruidera por doquier arruinan lo que podría ser una excelente pieza. 


En “No Return” nos vamos a los 9 mtos y las guitarras dobladas. La estructura de la composición ha mejorado bastante y la melodía es bonita pero insisto en que el de la mesa de mezclas debe estar cascando o tomándose una cerveza porque ocurre lo mismo que en las demás cancines: no se da cuenta de que bebe bajar la mezcla de la consola. Chirría demasiado y que lástima que el excelente solo zappero no brille en claridad. Las voces están confusas por lo mismo. Realmente no lo entiendo salvo que por alguna extraña razón hayan querido que suene así. Cuando las acústicas se quedan solas suena algo más limpio pero no es excusa. 

“Autostrada” tiene un tinte igualmente de original que al principio del CD. La polirítmia de golpes de caja al borde del aro está bastante bien y los dos niveles contrastados entre los arreglos más graves de fondo y los sonidos de sinte del plano intermedio son interesantes. Puedes acordarte quizás un poco de las atmósferas de Pat Metheny y Lyle Mays pero el marcador rojo de sonido sigue en alerta y no hay manera. Termina la cosa con “Lifeprints” que comienza en forma de balada pero pronto el desastre sonoro se avecina. 


En definitiva es el disco más bruto de estos señores que no se en que estarían pensando. Las ideas son prometedoras y a veces atractivas, pero insisto en que una mala mezcla como le ocurre a este trabajo, arruina el disco por completo. Una decepción y me fastidia mucho hacer una mala crítica pero así son las cosas, así las contamos y suyas son las conclusiones. Me he permitido averiguar algo del siguiente trabajo para la siguiente semana, por si acaso. En principio pinta mejor. Ya veremos.
Alberto Torró










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