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LOS ESTANQUES - IV (2020/ Inbophonic)

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 Creo recordar que ya tuvimos por aquí a Crayolaser como sinónimo de originalidad dadaísta y estupendo-desconcertante álbum. De allí saldría Iñigo Bregel (voz, teclados, guitarra) y se juntarla con otra panda de vulcanianos, ahora desde Madrid, dando forma a Los Estanques. En 2017 editaron su primer pecado contra la realidad, "Contiene Percal". "II" y "Los Estanques" le siguieron, siendo aclamados como los nuevos Marx Bros del pop psych & prog surrealista.  En el Año Oficial de las Idas de Bolo, 2020, editaron "IV". Y claro, estaban en forma, para tan alocados días.  "No hay vuelta atrás" atrae recuerdos del rock arg spinettiano, en mi "molesta" opinión. Fernando Bolado sujeta riendas de bajo imperante junto a una batería sorpresiva, la de Andrea Conti. Mientras que ésa sibilina wah wah funk del guitarrista Germán Herrero construye un armazón donde una brass section se adueña de un excelente feeling zappero. Bregel canta

BROTHER APE ‎– A Rare Moment Of Insight (2010)

Bueno la semana pasada os decía que los españoles podíamos retroceder a los yacimientos de Atapuerca donde estaba el primer homínido pero afortunadamente la sensatez social demócrata ganó las elecciones el pasado domingo. 


No han faltado cada vez que gana la izquierda moderada todos los cospiranóicos y cospiranoides de la derecha y de las sectas regresivas, de los blogeros listillos de tufillo nacional patriótico y de los jóvenes iluminados antisistema que hablan de pucherazo, de fuerzas ocultas judeo masónicas y clubs salidos de la organización Spectra como el Círculo Bilderberg ese que colocan y descolocan a su antojo presidentes en los países coordinados por 007, la pantera rosa y el cardenal Reichelieu. En fin lo de siempre. Que haya algo de verdad o que sea una completa mentira me importa un rábano como podéis comprender. Desde que el mundo es mundo todo es una completa mentira, pero a su vez existen las mentiras de las mentiras y así sucesivamente. Al ser humano le gusta elucubrar y vivir peligrosamente y solo al llegar a la tercera edad le entra un poco de sensatez, pero no a todos. “No se puede” y nunca se podrá por mucho que nos digan que Pinocho se convirtió en niño de verdad y que los ricos algún día pagarán impuestos porque son encantadoras personas con conciencia. Bendita ingenuidad. La estabilidad se basa en la prudencia, la lógica, el sentido común y en la pasta a ganar. Solo el cínico sobrevive. Así de crudo y así de simple.


El disco anterior de los hermanitos de la mona chita casi me produce una otitis y un sarpullido alérgico de polinización sonora. Pero han tenido un raro momento de visión y han metido el dedito para bajar la saturación de la mesa de mezclas así que volvemos a los cánones de una mejor producción. En cuanto al estilo es cierto que ya no está el encanto de sus primeros trabajos pero siguen construyendo buenas composiciones y elaborados artilugios. La música es más enérgica al igual que en “Turbulence” pero posee una mayor inspiración. Muy bueno el trabajo de la sección rítmica en “Juggernaut Now” especialmente del baterista Max Bergman y el estupendo solo de guitarra wah wah incluido de Stefan Damicolas. “Chrysalis” juega con ecos psicodélicos vintage y voces afectadas contrastado con poderosos acordes y ardiente solo de guitarra. “Ultramarathon” combina ese estilo que enlaza el pasado con el presente medio hard, medio indie, medio fusión rock. Hay potencia en la propuesta pero no faltan acordes amables y melodías que enganchan. Bonita y constante guitarra entre riffs y solos que en realidad es la base del estilo Ape. 


En “Seabound” bajan el speed y los hidratos de carbono, casi se parecen a Simon & Garfunkel. Habían desayunado fuerte por la mañana y ahora están con el té de la tarde. Bueno se agradece algo de desgranar acústico y hamaca al atardecer con los genitales relajados. “Instinct” tiene un agradable comienzo y un ritmo de contratiempos atractivo. Las voces se miman otra vez con orquestales colchones de teclado y la guitarra vuelve a proclamar su liderazgo. 

En “Echoes of Madness” vuelven a sudar la camiseta pero con acertadas melodías que suavizan el fantástico y virtuosístico trallazo hard rock y la energía nuevamente desatada. Una pieza estupenda que recarga las pilas. “The Art of Letting Go” nos reconcilia con lo mejor del grupo. Piano y voz emotiva para empezar y suculento rock de fuzz guitar, riffs potentes y adrenalínicos, base orquestal de fondo y recuerdos beat por doquier. Preciosa parte instrumental central con guitarra cantarina y bonita melodía. 


Bueno ya me han ganado otra vez estos chicos. Al final con la pieza título se quedan tumbados en  la hierba mientras la guitarra acústica dice sus últimos fraseos.
Alberto Torró







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