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JONESY - No alternative (1972)

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 Debutarán en el mundo del rock con un álbum que se puede considerar conceptual. Adelantados en el tiempo se consideran concienciados con el medioambiente y los problemas de contaminación que produce el mundo del siglo XX, no hay más que mirar el diseño de portada para darse cuenta.  Tras la expedición de 3 Lp's , el grupo acabó disolviéndose y dio señales de vida nada menos que 3 décadas después y siguen en activo con dos nuevos vinilos a sus espaldas. Su rock es eminentemente progresivo con regusto por las atmósferas crimsonianas de los primeros álbumes (Epitaph, A talk to the wind, Moonchild, etc), percusiones de platillos sigilosas, silencios expectantes, atmósfera intimista, profusión por el mellotrón y riffs de guitarras repetitivos y rígidos con solos desgarrados (Pollution, Heaven). Formula que utilizarán en la mayoría de sus tracks condicionados siempre por un bajo demoledor que establece pautas a seguir (No alternative). Pero sus referencias no quedan ahí, las influencias

HELIX - Walkin' The Razor's Edge (1.984) (colaboración Christian Jiménez)

Esta banda surgida en Ontario, Canadá, fruto de la perseverancia del batería Bruce Arnold, que pretendía ganar un concurso de talentos en Kitchener, es, hoy por hoy, una de esas que sin duda destacaron en el panorama del “hard rock” y el “heavy metal” de la América de los '80.

Ya muy pocos la recuerdan, pero el polvo que pesa sobre el libro de su historia tiene que ser apartado de vez en cuando.


Efectivamente, Bruce Arnold, en 1.974, formó la llamada The Helix Field Band, donde figuraban cinco miembros más, el vocalista Brian Vollmer, los guitarristas Ron Watson y Rick Trembley, el bajista Keith Zurbrigg y el teclista Don Simmons.
En poco tiempo cambiaron de aquel nombre a HELIX y también su alineación fue modificándose. Empezando con Trembley, que fue despedido a los pocos meses, dejando el grupo como quinteto.
Tras unos cuantos conciertos más los miembros originales (Watson, Simmons y Arnold) se disgregaron en 1.976 y entraron los gemelos Brent y Brian Doerner, guitarrista y batería respectivamente, y el otro encargado de las seis cuerdas, Paul Hackman, aunque Brian sólo se quedaría cuatro años, marchándose luego de aparecer en el primer LP. Se ganaron la atención del manager William Seip, también de Kitchener, que accedió a grabar con ellos en su propia discográfica, H&S Records y así, en los Springfield Sound junto al productor Robert Morton, realizaron “Breaking Loose”, que salió en 1.979.

Los que ya hayan oído a HELIX y sepan de que va su estilo no los encontrarán en absoluto en su debut, donde practicaban un “rock” aún primitivo y muy de los '70, con devaneos “blues” y progresivos, incluso “funkies”, quizás con (aquellos primeros) Whitesnake como influencia, aunque, obviamente las comparaciones son odiosas. Ni tan siquiera en el segundo LP que hicieron en la misma H&S, esta vez producidos por Lachlan MacFayden, nos muestra el futuro sonido del grupo.

Vollmer todavía cantaba con un tono muy suave, de “rockero” de mediados de los '70, sin expresar todo el potencial que sus cuerdas vocales poseían y, mientras, los cambios seguían, siendo el primer disco donde aparecería el bajista Mike Uzelac reemplazando a Zurbrigg y el único con el batería Leo Niebudek. Brian Doerner aparecería como invitado en algunos álbumes posteriores de los canadienses, como “Long Way to Heaven” ('85), “Wild in the Streets” ('87) o “Back for Another Taste” ('90).

Pero si querían tener éxito, como siempre, tenían que realizar una transformación aún más grande, no bastaba con tener nuevos fichajes. Precisamente sabían que podían sacar tajada del negocio musical si adaptaban su sonido y estilo a las nuevas modas. Por eso, con la N.W.o.B.H.M. planeando sobre las cabezas de los grupos de entonces (que se acomodaron muy bien al movimiento), como KROKUS, SAXON, KIX o Def Leppard y el ascenso del “metal” americano gracias a gente como Mötley Crüe o Quiet Riot, les había llegado el turno a los muchachos de Ontario. Y de tener una imagen de banda de bar setentera pasaron a lucir como una de “heavy metal” americana de la nueva década y empezaron a endurecer su sonido. Tanto se notó la diferencia que poco después nada menos que la Capitol se interesó por ellos, y eso habiéndoles rechazado tres veces previamente antes de pegar el cambio. Metiendo a Greg Hinz, ex-Starchild, para darle a las baquetas y producido por Tom Treumuth, los propios chicos y el manager de estos, el 11 de Marzo de 1.983 salía su primer pistoletazo, llamado “No Rest for the Wicked”.


Aunque no gozara de mucho éxito de entrada, llegando sólo a la 186.ª posición del Billboard, la primera piedra ya estaba colocada y muchos de sus temas ya son relegados a clásicos del “rock”, como “White Lace & Black Leather”, “Don't get Mad, Don't get Even” o “Heavy Metal Love”. Este último fue el “single” que les dio a conocer de verdad, alcanzando el 23 en el Mainstream Rock y teniendo el vídeo realizado para el mismo una gran rotación en la televisión.

En aquel aparecían con la imagen que les caracterizaría, aconsejados por su manager, sustituyendo las camisetas y los tejanos por atuendos de cuero y una actitud muy de banda americana de “hard 'n' heavy”, algo que en cierto modo les hizo sacrificar algo de su originalidad y personalidad en pos de conseguir una mayor repercusión y captar la atención de los jóvenes con su imagen de “rockeros” malos a medio camino entre Mötley Crüe, KROKUS y Quiet Riot.

“No Rest for the Wicked” mostró lo buenos que eran en su trato del “hard rock”. De esa tendencia “blues” y “progresiva” fueron directos a tocar de una manera muy “acedeciana”, facturando “riffs” afilados y una base rítmica potente de puro “rock”, festivo y que no daba un respiro, aunque combinado con unas melodías muy asequibles y adictivas. Cada canción del LP era un pildorazo directo a la yugular que no pasaba de los tres minutos.

La gira que siguió trajo algunos problemas, como el de Uzelac con la droga. El bajista tuvo que retirarse y en su lugar la banda contrató al inglés Peter Guy, que tampoco pudo cumplir en su puesto, ya que le era imposible pasar a EE.UU. por (curiosamente) otro asunto de drogas. Para terminar algunas fechas regresó Uzelac, pero nuevamente fue sustituido por Mark Rector, sólo para seguir con los tours.

Finalmente el elegido para el puesto de bajista, y que también manejaba bien los teclados, fue Daryl Gray, quien ya se quedaría con los demás por mucho tiempo, siendo parte de la alineación clásica que todos conocen. Con el tiempo y las giras teloneando a otras grandes bandas empezaron a hacerse un nombre y a darle al “heavy metal” canadiense más difusión que la que tenía.

Así, con ese gran respaldo de la Capitol, que les dio una incesante promoción no sólo en América, sino a nivel mundial, y con las ganas de seguir dando caña en un negocio en el que no paraban de sumarse nombres y más nombres de formaciones a la lista, se metieron en el estudio para dar vida a la que sería su obra más reconocida.

En un año como 1.984, donde miles de grupos deseaban conquistar a los jóvenes “metalheads”, donde debutaron Autograph, WASP, Rough Cutt o Alcatrazz y brillaban los trabajos de DOKKEN (“Tooth and Nail”), KROKUS (“The Blitz”), Y&T (“In Rock We Trust”) o KISS (“Animalize”), era el momento de ponerse competente de verdad, así que los miembros de HELIX quisieron hacerlo lo mejor posible. Seguirían en la tónica del potente “hard rock” pero “agresivizándose” ligeramente.




Fue grabado en los estudios Phase One, de Canadá, en los Electric Lady de New York y en los Studio One de Atlanta. Se contó con el veterano productor Rodney Mills (quien ya había trabajado antes en Studio One con gente como Lynyrd Skynyrd, JOURNEY o The Outlaws) y el guitarrista canadiense Kenneth Sinnaeve (Lee Aaron, Loverboy), que se encargó del bajo ocasionalmente como colaborador especial.

La impresionante portada exhibía el nombre de la banda en letras de acero, haciendo como si éste fuese el extremo de un arma (en primer plano), mientras aparecían las caras de los cinco integrantes con actitud pendenciera frente a un fondo negro y siendo difuminados en una luz roja (en segundo plano); en la parte superior se podía leer el título: “Walkin' the Razor's Edge”.
El 7 de Julio ya estaba en la calle. Como ocurrió con el anterior se hizo tan reconocido por sus “singles”, pero el álbum merece la pena descubrirse por entero.

Llegó a una posición que restaba dignidad al disco, sólo la 68.ª en el Billboard, aunque quedó 27.º en Canadá. Tres temas destacaron por encima de los demás: “Rock You!”, compuesto por el músico Bob Halligan Jr., la versión de A Foot in Coldwater “Make Me do Anything you Want”, que escaló hasta el 44, y “Gimme, Gimme Good Lovin'!”, su himno más recordado y famoso por el videoclip del mismo (del que se hablará).

Como en “No Rest for the Wicked” la esencia del “hard rock” de AC/DC estaba presente y se cruzaba con un regusto a lo Quiet Riot.
Seguían sonando “riffs” que eran pura dinamita, una base rítmica de lo más vigorosa y la voz tan estridente de Vollmer que dotaba, además, de un plus de melodía al sonido, que de por sí ya era adictivo, pero que en conjunto parecía más “metálico”.

Los estribillos de cada tema, de nuevo trallazos sin pasar de cuatro minutos (quitando la balada “Make Me do Anything you Want”), los hacían himnos para ser coreados sin fin por los fans en los conciertos:



-La fiesta empezaba como tenía que empezar, con “Rock You!”, uno de sus clásicos. Menos de tres minutos de energía “rockera” con la banda sonando como auténticas estrellas.

Si por algo es tan célebre entre los seguidores es por esa frase con la que abre Brian Vollmer bramando a pleno pulmón a un público simulado que le responde también enfervorecido: “¡Dadme una “R”, una “O”, una “C”, una “K”! ¿Qué tenéis?” Y el coro respondía “¡Rock!”. “¿Qué vais a hacer entonces?”, volvía Vollmer; ellos decían “¡Rockear!”. Comienzo épico como pocos en un tema de los '80 de este rollo. Luego la cosa seguía: “Caliente como una pistola, cargado igual que un arma, preparado para la acción, voy a tener mi diversión”. En fin, de esas que promulgaban el jolgorio eterno...un jolgorio que, a mediados de década, todavía iba a gozar de muchos años de permanencia. Alcanzó la 27.ª posición en los “charts”, la 101 en el Billboard Pop canadiense y su vídeo para la MTV fue uno de los más vistos, famoso también por ser el primer clip de “heavy metal” censurado en esa cadena a causa de aquellos famoso desnudos.

En él primero aparecían los integrantes junto a un montón de gente aparentando ser trabajadores esclavos de la edad de piedra, todos picando y cavando en un terreno rocoso, hasta que Vollmer empieza con la frase que ya nos sabemos y entonces todos rompen las cadenas, se vuelven locos y le siguen alrededor de una hoguera.
Ahí podemos ver la actitud de los chicos y sobre todo la secuencia épica en la que Doerner emerge del agua para hacer el solo. Ya no hay videoclips como los de antes...



-La siguiente es una de las más consistentes del disco y de las más potentes de toda la discografía de HELIX, “Young And Wreckless”. De nuevo descargan energía metálica a raudales creando una melodía pegadiza y veloz, pero pesada y agresiva a la vez, con un estribillo la mar de contagioso.
Podría haber sido un “single” perfecto pero no lo fue.


- “Animal House” se emparenta mucho con el estilo de “No Rest for the Wicked”. Más comercial y festiva que la anterior, la juerga no decae en absoluto y sus menos de tres minutos la hacen una canción divertida.
A partir de aquí nos damos cuenta de que cada tema de este LP valdría para ser “single”.

-La siguiente empezaba con un coro gritando el título, “Feel the Fire”, y venía un ritmo muy bailable, siendo esta la canción más Quiet Riot de la banda. Solo de Doerner efímero y cortante, estribillo de nuevo muy repetitivo y, si uno presta atención parece una hermana gemela de “Heavy Metal Love”, sólo que con una base rítmica más retumbante, y es que Daryl Gray hace mucho en el bajo.



-“When the Hammer Falls”, que se desarrolla con más velocidad, en la línea de “Young And Wreckless”, es un corte rudo y sin concesiones, agresivo como el que más.
En él Doerner se luce con unos “riffs” y un solo descarnados mientras Vollmer nos dice: “Bueno, los vagabundos no pueden elegir, así que me llevo lo que puedo; adoro la vida y la chica a la que necesito, sí, por lo que no tengo remordimientos. Escucha, tengo que decir que habrá un infierno para pagar; esto va a ser un infierno, un infierno para pagar, todo se vendrá abajo en el Día del Juicio...Cuando caiga el martillo (*4).

Bueno, no se les venderá a los perdedores, deja tu dinero, haz tus apuestas; hice mi decisión y no puedo mirar atrás, bueno, no tengo remordimientos”.
Sin duda esta es la pista más “metálica” todo el álbum.




-La joya de la corona estaba en la segunda cara del disco, llamada “Gimme, Gimme Good Lovin'!”, un corte a lo “What do You do for Money, Honey?”, que en realidad era una versión de Crazy Elephant y que fue el más famoso de los de HELIX y el más reconocido, sólo con escuchar las primeras notas.

Animado y divertido a más no poder, empezaba con unos ligeros toques de Hinz en el charles para luego pasar a ese “riff” con eco tan célebre. Vollmer nos contaba, muy sugerente él: “Desde Atlanta, Georgia, a las aguas de los Grandes Lagos, a California, voy a pasar mi tiempo caminando día y noche, así que...¡Dame, dame un buen amor cada noche! (*2), cada noche. Para las chicas de New York, de Frisco y de Capsicam, tengo que entender, cariño, que soy tu hombre, así que...¡Dame, dame un buen amor cada noche, cada noche!”.

Pero si por algo es recordada es por el videoclip de la misma, grabado antes de que saliera el álbum, para promocionarlo. Los muchachos de HELIX, donde se les veía muy dicharacheros, parodiaban el concurso de Miss América, rodeados de chicas despampanantes, donde además aparecía una jovencísima Traci Lords (nada menos que 16 años tenía). Lo más curioso del asunto es que se grabaron dos versiones, uno para retransmitirlo por televisión y otro expresamente para el canal Playboy, donde todas ellas aparecerían en “topless”. Las anécdotas durante el rodaje fueron incontables.


-Otra que parece venir del “No Rest for the Wicked”, como “Animal House”, es “My Kind of Rock”, un corte sin muchas pretensiones, con algún toque de RATT por aquí y de los Def Leppard del “High 'n' Dry” por allá, sólo hecho para entretener con mucho ritmo y vitalidad.
Otro gran estribillo, pletórico de melodía, que sin embargo, da señales de que la fórmula empieza a repetirse ya demasiado.




-La rareza y más original pieza de “Walkin' the Razor's Edge” es sin duda “Make Me do Anything you Want”, una tierna balada, versión de la de A Foot in Coldwater, que nos muestra el lado más versátil y sensible (como siempre hacían estas bandas) de unos irreconocibles HELIX, llegando a crear un extraño aunque bellísimo puente entre “My Kind of Rock” y la siguiente. Acordes casi cristalinos y una sentimental atmósfera llevada por guitarras acústicas que una vez se escucha puede traer recuerdos de las baladas de Foreigner o de Nazareth (eran grandes fans de ellos) y que evoca esas grandes serenatas de los '70.


-De nuevo la esencia “glammie” de los RATT del “Out of the Cellar” se aprecia en “Six Strings, Nine Lives”, otro pegadizo tema a lo “My Kind of Rock”, con un gran y corto solo de Doerner.


-Parecía que iban a acabar con otra balada, pero no, a pesar de su lento inicio, “You Keep me Rockin'” engaña.
En realidad es muy parecido a “Six Strings, Nine Lives”, con mucho ritmo y fuerza, aunque más evocador, finalizando con el espectáculo con el mismo ánimo que al comienzo.

Puede que no fuese el álbum del Siglo, ni siquiera muchos hoy en día se acuerdan de HELIX, pero una de las bandas más simpáticas, cañeras y divertidas de “rock” de los '80 sí fue, y más aún del “rock” canadiense.

Luego sacaron otros LP's, pero ya sin la misma repercusión. Quizá “Wild in the Streets” ('87) sí que podría colocarse a la altura de “Walkin' the Razor's Edge”, pero para 1.987 nadie estaba interesado en estos chicos.

Una lástima, porque si no hubiesen basado su éxito tanto en su imagen y en el deseo de querer ser tan comerciales la jugada les habría salido muy bien, no obstante fueron de los pocos afortunados.

Sin embargo la música de HELIX, en contra de lo que se piensa, no es presa de su tiempo. Al fin y al cabo, ¿que demuestran “No Rest for the Wicked”, “Walkin' the Razor's Edge” y “Wild in the Streets”?... ni más ni menos que “hard rock” del bueno, del que uno escucha para pasarlo bien, como el de AC/DC o el de Mötley Crüe.
Con ese matiz hubo muchos otros grupos de los '80 que todavía mantienen un alto nivel cuando se les escucha en la actualidad, y sin duda estos nativos de Ontario también son de ellos.

(Mejor canción: “Rock You!”).







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