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Puppenhaus – Jazz Macht Spazz (2009)

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 Una bestialidad de álbum que emerge de lo profundo del suelo para deleite de todos los amantes del Jazz Rock más desenfrenado e irreverente. Alemanes de pura cepa, gestores de los ritmos más intensos, vibrantes y creativos van entregados en copas de LSD mostrando su talento a tutiplén con una puesta asombrosa con mucho Crimson, con mucho Zappa, con mucho Colosseum. Cuna de la fecundidad progresiva en cuestión de arreglos. Entonados tributos de latón/bronce que hacen el viaje suculento. Flautas que cohabitan con los saxos dando ramalazos al cuerpo y el sabor dulce del ácido y el eclecticismo más puro logran producir al cuerpo una sensación muy cercano al éxtasis profundo, llámenlo "orgasmo máximum". Jazz Macht Spazz es una de esas obras que logran desprender virtuosismo de cabo a rabo Entre nosotros tenemos una exquisita obra maestra compuesta por una performance esmeradísima en donde se aprecian 3 puntos bien marcados: 1) Cambios de ritmos, 2) Arreglos virtuosos y 3) Pasajes

Chick Corea se va, pero jamás nos abandonará. Rememorando al genio.

El pasado 9 de febrero fallecía el excepcional músico Chick Corea debido al cáncer que padecía. Nos dejaba a los 79 años uno de los referentes musicales para muchos, entre los que sin dudarlo me incluyo. Por ello, hoy quiero recuperar la crónica que escribí en 2003 de su escalofriante actuación en el Auditorio de CC.OO. de Madrid; fue el 21 de noviembre de aquel año y aún en este 2021 lo recuerdo como si acabase de salir de aquel recinto. 



Un género como el jazz siempre gusta rodearse de tópicos cargados de tintes algo snobs y que, jugando con un romanticismo no siempre obligado, intentan colocarlo en un puesto elitista al que simplemente los elegidos pueden llegar. Tal vez sea esa la razón por la que muchos temen a dicho estilo, al igual que es posible que esos oyentes no consigan sucumbir ante el preciosismo y el encanto de una corriente tan rica en matices y sonoridades. Sus intérpretes, mucho más lejos de estereotipos, son instrumentistas abiertos a todo lo que suena dentro del campo musical, artistas que logran fundir el hielo más gélido y calentar los corazones que ya creían perdida su lucha a favor de la buena música. Y si hablamos de estos magos del resorte emocional, el talentoso Chick Corea debería estar como cabeza de pelotón. 



Muchas décadas, gran variedad de discos y diferentes proyectos de investigación sonora son los que avalan una carrera tan respetable y elogiada como la de Armando Anthony Corea. Las teclas de sus pianos se han fundido en todo este tiempo con maestros de la talla de Dave Holland, Joe Farrell, Al Di Meola o el mismísimo Stan Getz. Y ahora, con la tranquilidad que da el trabajo bien hecho, las labores cumplidas, y sin necesidad de demostrar nada al respetable, Chick sigue manteniéndose en los estudios de grabación y en los escenarios. ¿Por qué? La única respuesta posible es la de la realidad de que un músico no deja de serlo hasta el último de sus días; y esto es algo que los acólitos a dichos movimientos siempre le agradeceremos. 



En esta ocasión, y para la gira española con su New Quartet, el pianista había decidido incluir la destreza de Steve Wilson ante los instrumentos de viento. Así, y cubierto por las baquetas de Jeff Ballard y el contrabajo de Avishai Cohen, Steve venía dispuesto a dar las últimas pinceladas coloristas al espectáculo de Mister Corea –y a fe que lo hizo–. La actuación comenzó con cierto retraso, tal vez producido por la tardía apertura del auditorio de CC.OO. y por la necesidad de acomodar a un público que se las deseaba para encontrar sus localidades (ya que las entradas no eran numeradas). En cualquier caso, la pequeña espera al final valdría la pena, sobre todo cuando se confirma la inclusión de los tres compañeros de armas antes nombrados en sustitución de los en su día barajados Christian McBride y Gary Novak. Además, y para acabar de excitar a los allí presentes, se avisa por los altavoces de la sala que el artista ha decidido traer a algunos invitados como colaboraciones especiales en un concierto tan señalado. 



Y fecha tan marcada terminó convirtiéndose en la fiesta del jazz, de la fusión, del amor por los ritmos sincopados y por los desarrollos creativos. De esta forma, y con un simple descanso de minutos tras las cuatro o cinco primeras tonadas, el cuarteto, apoyado por las percusiones del maravilloso Rubem Dantas, nos ofrecieron tres horas de sueños. A lo largo del viaje vimos y escuchamos de todo, desde aquel “Armando´s Rhumba” hasta “Dignity”, pasando por su cálida “Carousel”. Además, y como guiño a su público, Chick presentó un tema nuevo que todavía no había titulado y que animó a los presentes a que nombráramos nosotros.  



En cuanto a su estilo, no sé, a veces se hace imposible la tarea de describir a una figura como la de este pianista, una vez está subido sobre la tarima. De Corea podría decir que estuvo tímido pero arrebatador, explosivo aunque minimalista, extenso y recatado al mismo tiempo; contrasentidos que en su persona toman forma y se muestran lógicos. Como buen corredor de fondo supo dosificarse y llegar en plena forma a su broche con “Spain”. Dejando detrás un espectáculo sin mácula en el que, entre otros, habían aparecido instrumentistas como el guitarrista Paquete (La Barbería del Sur), el flautista Jorge Pardo, Carles Benavent, Pedro Ruy-Blas o Gayle Moran, ex Mahavishnu Orchestra y esposa del propio Chick. 


En cualquier caso, y aunque todo el concierto fue un arrebato de sensaciones, una consecución de punteras maniobras en las que todos mostraban sus habilidades –destacando para mi gusto la pareja incendiaria formada por Jeff Ballard/Rubem Dantas–, en “Spain” llegó el escándalo. Once músicos en el escenario, todos los invitados y el quinteto original que formaba el proyecto en un principio, solos a mansalva y una improvisación que se alargó como la noche Polar... ¡Inmenso! Uno de los momentos más emotivos junto a su dedicatoria anterior al maestro Rodrigo y a Paco de Lucia (entre el público del auditorio) al que rindió un sentido aplauso, respeto sonoro al que nos unimos todos, ya puestos en pie. Una noche para recordar, para darnos cuenta que fuimos esos elegidos que llegaron a ver una de las reuniones musicales más impresionantes de 2003. Todavía siento escalofríos al pensarlo. 

por Sergio Guillén 

sguillenbarrantes.wordpress.com









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