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SWEET - Level Headed (1978, Polydor Records/Capitol Records)
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Mike Chapman y Nicky Chinn, compositores, productores y representantes, pondrían en bandeja para The Sweet un contrato con RCA, al igual que sus primeros sencillos de órdago. La carta de presentación con forma de elepé –llevaban soltando pildoritas desde 1968 y su “Slow Motion”– saldría a las tiendas en 1971 con un título que hacía referencia al nombre del grupo y a dos de sus sencillos más radiados de la época: “Funny Funny” y “Co-Co”.
Funny How Sweet Co-Co Can Be no maceraba el glam que en menos de un año se entendería como tal, aunque sí buscaba esos estribillos que serían santo y seña para pertenecer a la escena glitter. El bajista Steve Priest, el baterista Mick Tucker, el cantante Brian Connolly y el guitarrista Andy Scott hallarían su panacea en 1973 gracias a unos irresistibles singles puestos en fila a lo largo de aquel año: “Block Buster!” (o “Blockbuster!”), “Hell Raiser” y “The Ballroom Blitz” (los tres escritos por Chinn y Chapman, ya conocido el tándem cual Chinnichap).
El segundo larga duración del conjunto, el titulado Sweet Fanny Adams (1974), es el primero en el que no se incluye el artículo The delante del nombre de la banda. También se entiende como el principio de una jugada de desmarque de la característica imagen de estrellas glam del bubblegum pop con las que Chinnichap los habían vendido hasta ese momento. A partir de entonces combinarán la publicación de pelotazos en formato sencillo –a veces confiando en la vena comercial de Chinn y Chapman, otras veces prefiriendo la cara más rock duro que eran capaces de mostrar como cuarteto al ponerse frente al papel pautado– y long plays, siempre con RCA como discográfica de respaldo.
Sin embargo, todo tiene un final, y la relación de Sweet con el sello acaba en 1977 tras un declive en la popularidad del combo debido a su elepé Off The Record. Polydor les publicará su siguiente álbum, el titulado Level Headed, en Europa, mientras Capitol haría lo propio en Estados Unidos, Canadá y Japón.
Y éste no sería el único cambio, ya que el sonido de la agrupación británica pega un giro descomunal. Las melodías adictivas siguen siendo primordiales en la música de Sweet, pero ahora pueden acercarse al pomp rock (tanto en los siete minutos de “Love Is Like Oxygene”, tan ELO, como en los poco más de tres de “Lettres D’Amour”), al locuaz funk-art rock (“Strong Love”) o a una bailona west coast de elegantes guitarras al viento del amanecer (“Silverbird” o “California Nights”); incluso son capaces de poner a rodar al rock experimental, sección space rock con poco LSD en las venas, para que parezca uno de esos maxis extendidos que funcionaban como recién engrasados en el Studio 54 neoyorquino abierto apenas un año antes de la publicación de este trabajo.
por Sergio Guillén
sguillenbarrantes.wordpress.com
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