Ellos son muy finos para esto y para mucho más. Hablamos de Tyfpe, otro de los proyectos de gran atractivo dentro de la parcela de la innovación Astur, que desde la loma del Jazz Rock en la que en su cima, el camarada Emilio De Rivera se asoma para expresar inspirado en el agradecimiento hacia el cuadro que un allegado al guitarrista gijonés le realizó a modo de retrato, justo en el momento en el que los páxaros del versátil músico asturiano, volaban en busca de una expresión expandida hacia emociones encontradas en clave de Jazz contemporáneo con auténtica denominación de origen Anglo-Latino preservando la esencia del llagar autóctono. Corría el año 2013, cuando el inquieto Emilio decidió crear un proyecto en el que participarán algunos de los músicos más inquietos de la escena vanguardista asturiana, próximos entre sí en afinidad musical. Sobre la mesa se proponen nombres como los de la baterista Eva Díaz, el teclista Javier Blanco posteriormente reemplazado por el reconocido Javie
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BARRABÁS - Barrabás (1972, RCA)
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Caliente. Palabra que casa en meritorio maridaje con lo que Fernando Arbex soñó para sus Barrabás, pues el proyecto era un pequeño universo creado para ser dirigido por sus expertas manos. Está el que intuye las visiones en lo que fue el último trabajo de Brincos, ya sin el artículo delante para internacionalizarlos. Sólo quedaban Arbex y Manolo González de la vieja guardia, siendo World, Devil, Body un querer acercarse más a Iron Butterfly que a Malo, que es a lo que recordaría el primer LP de Barrabás. Entremedias quedaba la apuesta Alacrán en la que Fernando sí tanteó el asentamiento definitivo entre un guirigay de influencias que le apasionaban. Junto a Joao Antonio Vidal, Tito Duarte, Iñaki Egaña y, ante todo, los viejos conocidos Ricky y Miguel Morales (hermanos de Junior que entraron en Los Brincos tras su salida), el asunto toma un cariz apasionante que va más allá del capricho de estudio.
El rock fusión que le sale al líder de la banda en canciones como “Wild Safari”, “Try And Try” o “Woman” es tan latino como danzón, pasando de Santana a Osibisa y a unos bajos funk que se meten en el sistema nervioso central del oyente poseyéndolo sin remisión. Enrique “Ricky” Morales le sigue la corriente escribiendo cosas como “Cheer Up”, entre José Feliciano y los America en bote de melaza, o “Chicco”, mestizaje neoyorquino de pleno Hell’s Kitchen para hermanos del barrio. Duarte a las percusiones delira un colchón que en otras formaciones suena estricto y lineal, mientras que Tito aporta imaginación y recursos como ejecutor de las notas en el pentagrama; la flauta de Joao termina de darle el toque original de un artista que lo mismo se enfrenta a las teclas como ataca instrumentos de viento.
Para 1981 ya habrían metido la cabeza en un funk de embelesamiento disco, teniendo desde el segundo vinilo de Barrabás a Arbex como mandamás en la sombra y sin formar parte de las grabaciones como ejecutor frente a su batería.
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