Vytas Brenner – La Ofrenda De Vytas (1973)

De synth-kosmische star en los 70 con la más celebrada formación de Tangerine Dream, a productor en su propio estudio. De techno pop-singer 80s a investigador-filósofo-científico sobre la condición humana, en su Baumann Foundation. A mí eso me huele a Instituto Tavistock o a MK Ultra. Todo muy misterioso. Como él. Como su música.
Felizmente recuperado para la causa prog-electrónica, volvió con "Machines of Desire" en 2016. Y junto a otro ex-Tangerine Dream, Paul Haslinger, montaron "Neuland" (2019). Majos álbumes. Así que "Nightfall" es su segundo en solitario tras la inesperada vuelta.
No parece sin embargo, muy interesado en revivir su etapa Berlín School. Temas de cinco-seis minutos como media y estilo algo más vaporoso en su textura. Gracias al cielo, tampoco al synth-pop de los 80, lo que le agradezco. De todos modos, todas sus teorías social-humanistas han sido tomadas en consideración para sus nuevas composiciones. Y se nota.
"No One Knows" (5'34) es introspección cybertrónica minimalista, muy detallada. Sí que tiene atisbos melódicos berlineses, poso lejano de sus días con Froese y Franke, aunque planteados de modo diferente. Quizá más cerca de Eno o Deuter, que de "Rubycon". No es mala decisión, no obstante.
Inquietante, enigmática y desesperanzada, se presenta "Lost in a Pale Blue Sky" (5'49). Baumann se desenvuelve bien en pasajes futuristas trágicos, o ésa es mi percepción, que tan bien quedan en un presente absolutamente desolador. Algo de la desesperada soledad nocturna de "Blade Runner" también recoge la pieza. No puede evitar un misticismo apocalíptico que admite, estar ante el fin de un capítulo para la humanidad. Hay que reconocerle verdaderas ganas de experimentar, desde su vuelta. Algo que Froese había olvidado en su última etapa en éste plano físico.
Y en "On the Long Road" (5'54) juega con tiempos maquinales y profundidades de espesa oscuridad anímica. Abstracción que no reniega de sus eternas y recordadas melodías de misterio. A David Lynch le hubiera encantado como banda sonora.
"A World Apart" (5'49) incluye video-clip un tanto new age, en una playa de aguas cristalinas y un cielo nocturno estrellado. Una reflexión sobre ése mundo aparte que está siendo consumido y devorado por sus gusanos moradores? Puede, puede..... También percibo una estética Vangelis en ésta pieza, con un componente marcadamente kosmische en nebulosas de etérea composición trascendental. Con ésa sonoridad casi de balalaika, podría ser un corte world music-avant, sin problema.
Algo próximo a los lejanos tiempos tangerinos, "From a Far Land" (5'50), participa de ésa característica aura siniestra que acompaña a Baumann desde "Romance 76". Es un contexto fílmico cercano a "Dune". Y viendo su artwork de portada, uno puede atar cabos.
Unos muy elegidos sonidos rítmicos adornan "Sailing Past Midnight" (5'58), con sampleados cánticos rituales que recuerdan al Klaus Schulze de los 80-90 en discos como "Royal Festival Hall" o "The Dome Event".
"I'm Sitting Here, Just for a While" (6'35) plantea melodía principal arábigo-flamenca, y se maneja bien en desarrollarla por tenebrosos pasadizos levemente tangerinos. A fin de cuentas, no es extraño que Baumann componga embriagado en oscuridad ambiental, habiendo invertido tanto tiempo en el estudio filosófico del ser humano. La depresión crónica viene servida en bandeja. No transmite esperanza, aunque su punto de vista fatalista es expresado con indudable buen gusto. A lo mejor es su forma de infundirla y dar ánimos....
Termina con "Nightfall" (6'24), en otro ensayo vangelisiano que no es precisamente, la alegría de la fiesta. Viendo cómo está el patio, profetizo trabajos suyos incluso más darker. Lo que no quita para que deje registrados, preciosos documentos sonoros de extraña belleza nihilista.
Música sacra para el siglo XXX.
J.J. IGLESIAS
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