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Oöphoi – Bardo (2002/ Electroshock)

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Reordenando cds rusos de prog-electrónica y demás ramificaciones,  me topo con el archivo discográfico del sello "Electroshock", propiedad de Artemiy Artemiev. Quién también produce éste álbum. No todo eran rusos allí, por lo que compruebo. Descubro con sorpresa que Oőphoi era el seudónimo  del italiano Gianluigi Gasparetti (1958-2013). Sintetista y multiinstrumentista que editó su primer álbum en 1996, "Static Soundscapes: Three Lights at the End of the World". Siempre tan optimista. En un total de 25 trabajos, antes de su prematura muerte a los 55 años. "Bardo" fue su octavo disco, y es unánimemente visto como su obra maestra. Cinco estrellas en todas partes. No es lo habitual éste tipo de consensos aplastantes, y menos en música de fuerte abstraccionismo. Oőphoi se presentaba solo,  a los sintetizadores y electronics, flautas, gongs, percusiones, arcos, cantos tibetanos y voces. Difícil localizar cada instrumento, puesto que lo orgánico va muy fusionado...

QUIET EARTH: Dragons and Butterflies (2018)

Dragones y mariposas es un título cursi sin duda y tampoco refleja, aunque lo intenta, una dicotomía siempre recurrente entre la definición del bien y el mal. En realidad, nunca han existido esos dos conceptos salvo en las mentes bienintencionadas e idealistas. Conforme el mundo avanza vemos que el concepto del bien parece un chiste retorcido. En todo el transcurso de la historia intento recordar un acto de bondad por parte del ser humano y encuentro que es una hazaña imposible. Cada día que me levanto de un plácido sueño veo el mismo sumidero de mierda en las noticias del planeta que va a más y sin frenos. Yo creo que por eso inventamos el humor en todas sus facetas: negro, absurdo, sarcástico, tonto, burlón etc.



De todas las actividades evasivas que realizamos tanto la música y los músicos representan el mayor de los logros positivos. La menor de las torpezas. Lo que denominamos arte, solo es un deseo de escapar del mundo real. En la mayoría casos es un mundo imaginario, inventado, edulcorado. En otros es la representación realista y trágica de nuestra condición. Siempre he defendido que la música debe ser un mundo gentil y agradable, aunque absolutamente y necesariamente falso en el lado de la invención y la fantasía. La música es a veces nuestra única salvación mental siempre y cuando no se vaya al terreno del horror y la violencia. Casi todo el mundo que escucha rock progresivo, folk o música clásica entenderá perfectamente lo que quiero decir. En otros estilos no puedo decir lo mismo.



Quiet Earth es un sexteto alemán que al parecer hicieron sus pinitos en 1980 aprovechando que la música se iba al traste y que se debían reivindicar aquellos irrepetibles 70´s. No salió bien la cosa. Esta situación es bastante familiar en muchos músicos que luchan contracorriente. Cosas del azar consiguieron reunirse ya mayorcitos a juzgar por las fotos y grabaron este “Dragons and Butterflies” en 2018. No ha habido continuación así que imagino que era cuestión de sacarse la espinita por grabar un álbum de rock progresivo completamente atemporal. Siete temas, cinco de ellos largos hacia los 10-12 mtos componen esta grabación conceptual con buen despliegue de instrumentos. Te pueden sonar tanto a los Floyd y aledaños de la época, como al neo prog de Marillions y Pendragones. La temática es la previsible del género. Épica, luchas, bichos medievales y cierta cinematografía. Hay momentos entretenidos y una guitarra a lo Gilmour- Latimer que ofrece momentos melódicos. Las voces quizás demasiado oscuras, forzadas y dramatizadas. Personalmente siempre prefiero lo instrumental a lo cantado salvo que el front-man o acompañantes se salgan de la media y ofrezcan alta calidad vocal, cosa de la que pocas bandas progresivas pueden presumir.

Alberto Torró

 


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