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The Cosmic Jokers – The Cosmic Jokers (1974 / OHR - Kosmische)

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 Para el año 1974, el escritor, periodista e intelectual influyente dentro de círculos kraut, Rolf-Ulrich Kaiser, pone en marcha una maquiavélica idea con la complicidad del ingeniero y productor, Dieter Dierks. Llevar a sus Dierks Studios a una serie de músicos de esa escena e invitarlos a unas temibles fiestas-jam sessions. En realidad,  furiosos acid-tests psicotrónicos. Así pues, invita a Jůrgen Dollase y Harald Großkopf, teclados y batería respectivos de Wallenstein. Manuel Gŏttsching, guitarra en espiral de Ash Ra Tempel. Y a Klaus Schulze, teclista supremo que acababa de dejar a éstos hacía unos pocos años. La encerrona consistía en hacerlos tocar sin saber que Dieter Dierks estaba grabando todo para unas futuras ediciones sin permiso ni conocimiento de los implicados. Aquello traería cola a lo largo de los años. Hasta cinco discos fueron apresuradamente editados en ése año 74. A la emboscada la bautizaron como Cosmic Jokers. Teniendo en cuenta que, los que de verdad im...

CUAC! - Cuac! (2009, Miedito Records/Disconsonancia)

 En 2009 la agrupación asturiana Senogul presenta Disconsonancia, una iniciativa con forma de sello privado al que vincular los diversos proyectos paralelos pergeñados por sus cinco componentes. El trabajo que estrenó la apuesta de casa abierta con diversas habitaciones resulta el disco compacto homónimo de la banda Cuac! El conjunto no es realmente invento pasajero, ya que su historia se remonta a diferentes años, nombres, etapas y componentes. El guitarrista treintañero Pedro A. Menchaca, de hecho, se vinculó a la apuesta cuando aún era un adolescente y todavía no se les conocía con la onomatopeya anátida. 



Finalmente, y tras evolucionar el pop hacia unos horizontes despejados, el álbum representa el punto más brillante de unos creadores exquisitos. Una auténtica extravaganza musical que aletea entre sirenas luciendo mostacho, infantas antropófagas y juegos con red y pelota para mayores de la edad temprana. Por ello la lógica impera cuando las atmósferas envolventes del relajo calmo se ven interrumpidas por un pseudo funk experimental de taquicardia (“No te conocía ese jersey”). La bossa pop patina sobre lounge saltarín en “Anika Pistophen” y “Voleybol para adultos” quisiera ser reggae si no fuese por la inquietud de unos instrumentistas que le inyectan de todo y por su orden, aunque en pequeñas dosis esquizofrénicas. Michel Camilo pareciese personificarse en el arranque de “Tumbaos”, para en pocos compases untar pop con calypso y tropicalismos varios. 




Y para las delicatessens minimalistas incluyen “Marlene”, un regusto afrancesado para una mujer que vivió a caballo entre Berlín, Hollywood y París –la Dietrich estaría orgullosa–. Los rangos de Dagmar Krause (Slapp Happy, Henry Cow), Petronella Nettermalm (Paatos) o Ute Lemper se marcan a fuego en la voz de Laura Pire, sublimando cualquier vago intento de nombres como Marlango. Lo más excéntrico y genial es que la cantante aborda una lengua inventada para escribir cada uno de los textos, dotando al resultado final de esa aura mágica que convierte la grabación en única. Cuatro músicos, Eduardo G. Salueña, Luis Miguel García Con, Pedro y Laura, que conjugan el verbo entretener con la sapiencia de un académico.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com



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