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Mack Porter – Peace On You (1972)

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 El álbum que hoy les ofrezco es relativamente nuevo para mi, así que lo poco que pueda decir de el se base simplemente en mis impresiones, el resto de ello dependerá de la información que se encuentra en Internet.  No quiero llenarles las cabezas de datos sobre “Mack Sigis Porter”. Lo único que puedo decir es que MSP es de origen Ghanés, que radico en Italia en los 60’s y que el álbum que hoy les brindo es conceptual y cantando en ingles. No esperen encontrar aquí un trabajo de envergadura prog tana, mas bien aquí encontraran un trabajo enraizado en influencia británica que logra ser cálido, colorido y con dosis de acidez. Un trabajo modesto, pero agraciado y “raro”. A pesar de que el álbum no tuvo mucha aceptación en su momento y que permaneció “enterrado” -se dice por ahí que el álbum tuvo una baja publicidad, incluso se creyó que solo fue lanzado como una campaña promocional- es un álbum muy buscado por los mas entregados coleccionistas del rock vintage. Que puedo decir del Peace O

LAS VICISITUDES DEL SARGENTO PIMIENTA

 Nueva York y Hollywood saquean el legado de The Beatles 


El 21 de julio de 1978 se estrena en los cines estadounidenses la película musical titulada Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, trabajo firmado por el director Michael Schultz, que un año antes había terminado Greased Lightning (biopic sobre el piloto de carreras Wendell Scott). Los estudios Apple Corps y RSO Records aportaban el cómodo colchón económico, y Universal Pictures se encarga de la distribución. Este intento de ópera rock para la gran pantalla, que saquea parte del cancionero de The Beatles, alcanzó la nada desdeñable cifra en caja de más de 20 millones de dólares. Pero la idea primigenia no era de Schultz, ni tampoco del productor Robert Stigwood o del guionista Henry Edwards; la cosa ya venía de atrás. Concretamente, de cuatro años antes. 



17 de noviembre de 1974. Se da luz verde en el circuito neoyorquino de off-Broadway, más en concreto en el Beacon Theatre, a la primera función de la obra de teatro musical Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band On The Road. No estamos hablando de una representación cuyas canciones hubiesen sido creadas para la ocasión, arriesgando e intentando ofrecer una nueva visión instrumental para los escenarios, algo que sí hacía el prodigioso compositor Andrew Lloyd Webber junto al certero letrista Tim Rice (como para entonces demostraban títulos del peso de Joseph And The Amazing Technicolor Dreamcoat de 1968 o Jesus Christ Superstar del 70). Tom O’Horgan y Robin Wagner únicamente tuvieron que pagar los derechos de autor a la banda británica –concretamente a Paul McCartney, John Lennon y George Harrison, ya que entre las piezas escogidas no se encontraba ninguna de las escritas por Ringo Starr–, hilar una trama más o menos consistente en la que apareciesen personajes con los nombres de los protagonistas de algunas de las tonadas de The Fab Four (casi en su totalidad del vinilo Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band editado en 1967) y echar la apuesta a rodar. 


Y hablo de un O’Horgan que había dirigido precisamente el Jesucristo Superstar de Lloyd Webber y Rice en Broadway, al igual que el Hair de James Rado, Gerome Ragni y Galt MacDermot. De ahí que Ted Neeley, actor aclamado en 1973 por su papel en el filme sobre la teatral Jesus Christ Superstar, apareciese tomando el rol de Billy Shears, personaje principal de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band On The Road. Tom había confiado en aquel joven apellidado Neeley y cuyo nombre de pila era Teddie Joe desde las primeras incursiones del actor-cantante en el campo de los musicales, por lo que era de lógica que de una u otra manera Ted le devolviese el favor. Y es que estoy hablando de únicamente sesenta y seis representaciones para esta historia que criminaliza los males de la industria discográfica, salvando únicamente la bondad de esas almas puras que simbolizan los protagonistas. 



Pero regresemos a la filmación de Michael Schultz, casi dos horas de canciones incuestionables, supremas –las originales de The Beatles, se entiende–, que no fueron reinterpretadas a la altura y nivel de emoción que requerían. No se podía decir que fuese como cuando The Byrds versionaban en los años 60 a Bob Dylan y reinventaban sus creaciones, haciéndolas diferentes, convirtiéndolas en un producto tan válido como el original. Aquí, y todavía contando con un elenco de cantantes escogido en las ligas superiores del pop y el rock (Alice Cooper, Earth, Wind & Fire, The Bee Gees, Aerosmith, Peter Frampton...), el resultado quedó en una especie de quiero y no puedo. Este musical para las salas de cine divide las piezas beatleianas en dos vías de interpretación: las que se cantan siguiendo la línea marcada por John, Paul, George y Ringo –con, como es lógico, algunas libertades en cuanto a lo instrumental se refiere... Estamos a finales de la década de los 70 y no en los estertores sesentas–, y las que se teatralizan, se hablan o recitan buscando conformar los textos de un cuento que, fuera de las partes del narrador, no posee otro diálogo que no sean las letras de dichas canciones. En el primer caso expuesto, y a excepción de la realidad transmitida por Aerosmith, del funk que emanan los poros de los componentes de Earth, Wind & Fire y de la vibrante versión del “Get Back” echada a los hombros el ínclito Billy Preston, el resto de lo cantado por el cuarteto protagonista (Frampton y los hermanos Gibb) adolece de una marcada falta de emoción, andando a la pata coja en ese no echar los restos en cada nueva estrofa, como piden a gritos “Getting Better”, “Good Morning Good Morning” o la misma “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”. Sin embargo, en las partes interpretadas entre el canto y el trabajo del rapsoda, las que tienen mucho de recitado o de charlado, escenificándolas hasta las últimas consecuencias, poseen una chispa especial, sobre todo en las que Dianne Steinberg hace de las suyas –digno de elogio es su dueto con Paul Nicholas rematando un “You Never Give Me Your Money” que pasa de lo tragicómico a lo sensual para acabar en la pura picaresca–. Pero es que la extravagancia que se debía poner sobre el celuloide era de agárrate y no te menees.   


Once upon a time... 

No hallo frase más correcta y acertada con la que iniciar el relato de esta fábula con una moraleja que tiene tintes de moralina. Las palabras «érase una vez...», la traducción de ese “once upon a time...”, parecen la única manera de afrontar la descripción que ahora nos ocupa, de contar un largometraje con figura de musical harto empalagoso, tan rosa y políticamente correcto como una narración de Corín Tellado, donde los buenos son los buenos y los malos, por supuesto, los malos malísimos, sin vueltas de hoja o pliegues en sus trayectorias. Desde aquí te doy la bienvenida a un spoiler del citado filme, narrado con la pringosa crema chantillí que parece coronar la totalidad de la película y sin la que no tiene sentido tan descabellado artefacto.  



Todo comienza en agosto de 1918, en el pequeño pueblo de Fleu de Cop. En medio del conflicto bélico conocido como la Primera Guerra Mundial, entre bombas y ráfagas de bala a diestro y siniestro escupidas por los fusiles ametralladores, aparece en escena el arma secreta estadounidense definitiva, la banda del Sargento Pimienta, una marching band de cuatro miembros que con toda la fanfarria imaginable se persona en la contienda interpretando en versión instrumental la pieza que les da nombre, o lo que es lo mismo, el tema título del álbum de The Beatles Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Sin la menor duda por parte de las tropas de ambos bandos, los soldados comprenden que es el momento de abandonar las armas y entregarse a la algarabía de la música; y es que, como nos avisa Mr. Kite (interpretado por el actor George Burns), el narrador de esta historia: «Cada vez que el Sargento Pimienta toca, el mundo baila». Se termina la guerra y el Sargento Pimienta recibe la medalla del Águila Dorada. Con el paso de los años, la Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta actuará tanto en multitudinarias fiestas como en nuevos campos de batalla, como el de la Normandía de 1944. 



1958, y en plena gala conmemorativa en homenaje a la gran labor realizada por este cuarteto, el corneta del conjunto y líder fallece sobre el escenario. La banda abandona esos instrumentos que, como se nos cuenta, podían hacer cualquier sueño realidad. El Sargento había dictado que a su muerte se entregase el Águila Dorada a su nieto Billy Shears, algo que no sienta demasiado bien al hermanastro de Billy, Dougie. El abuelo desaparecido pedía también a su nieto en el testamento que fundase una nueva encarnación de sus Corazones Solitarios, por lo que Billy Shears (Peter Frampton, ex Humble Pie) recurre a tres hermanos de los que es gran amigo, tres músicos como él llamados Mark, Dave y Bob Henderson (Barry, Robin y Maurice Gibb, respectivamente; es decir, los Bee Gees). Dougie Shears (Paul Nicholas), un tipo sin escrúpulos y avaricioso, se convierte en el mánager del reformado combo, agrupación que ha dejado atrás los instrumentos de viento de la banda original para darles el merecido relevo por medio de instrumentos eléctricos de seis y cuatro cuerdas. La calidad del conjunto rompe fronteras y llega a oídos de un afamado sello discográfico hollywoodiense, B.D. Records, el cual ofrece un jugoso contrato a los cuatro instrumentistas. 


Una vez llegan a Hollywood el pueblerino conjunto descubre que ha aterrizado en una moderna Gomorra, un lugar con prostitución en las calles, cines que programan películas pornográficas y en el que los contratos discográficos se cierran con una bacanal orgiástica en medio de nubes de humo con olor a hojas de Cannabis sativa. B.D. Hoffler (Donald Pleasence), el gerifalte de B.D. Records, engatusa a la nueva Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band con la opulencia de su mansión y la belleza de sus Diamonds (Stargard), el grupo femenino marca de la casa discográfica, para que firmen un leonino arreglo en el que se les obligará a trabajar hasta la extenuación con el fin de conseguir el éxito absoluto en el corto plazo de una semana. 


Y todo esto se hila a la mayor de las velocidades, mientras sobre el pueblo natal de los Corazones Solitarios, Heartland, donde vive Strawberry Fields (Sandy Farina), novia de Billy, y lugar en el que se encuentra el museo oficial dedicado a la banda original, se cierne la catástrofe. Un Mr. Mustard encarnado por Frankie Howerd aparece para robar los instrumentos con los que tocó la primera Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Dirigido por la organización F.V.B., el infame Mustard debe entregarlos en diferentes lugares: la corneta la llevará al instituto del Dr. Maxwell, la tuba a Father Sun y el saxofón a la propia F.V.B.; el bombo es lo único que permiten quedarse al malhechor Sr. Mostaza. Sin estas reliquias de mágicos poderes que eran los instrumentos del Sargento Pimienta y sus camaradas, Heartland cae en manos de Mustard, hombre de negocios que transforma la recatada y tradicional villa en un centro de todo tipo de vicios y perversiones. Strawberry Fields abandona su hogar –atención, mientras de fondo suena el “She’s Leaving Home” beatleiano cantado por un par de robots– en busca de Shears. 


Cuando la novia de Billy, perseguida por el futurista autocar de Mr. Mustard, llega a la californiana meca del cine y da con la Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, que se encuentra grabando un nuevo single, avisa a los cuatro del robo de los famosos instrumentos originales de los Corazones Solitarios. Strawberry Fields y la banda del Sargento Pimienta logran hacerse con el control del vehículo del Sr. Mostaza, en cuyo interior descubren las directrices que se le habían marcado a Mustard en cuanto a la distribución de los instrumentos se refiere. Uno, el bombo, está en la misma furgoneta; la corneta, por su parte, hay que arrebatársela al insano cirujano Dr. Maxwell (rol tomado por el genial cómico Steve Martin). Tras una danzarina, soft y coreografiada pelea logran su objetivo: ponen en fuga al doctor y recuperan la plateada corneta con forma de corazón. 



¿Siguiente parada? La central de Marvin Sunk, alias Sun King, alias Father Sun (Alice Cooper), un aséptico recinto en el que se lava el cerebro de los jóvenes por medio de grandes televisores que repiten una y otra vez la siguiente letanía: «Odiamos el amor, odiamos la alegría, amamos el dinero». Una vez más la banda vence a su contrincante, obteniendo en esta ocasión la legendaria tuba, aunque Billy Shears cae gravemente herido tras electrocutarse intentando desconectar el circuito que pasa una y otra vez el desesperanzador mensaje. Strawberry, la pareja del guitarrista y cantante, le logra recuperar para el mundo de los vivos dándole una serenata y propinándole unas cuantas caricias extra. Harto de tanta modernidad, de tanta informática y tanta máquina, Bob Henderson se lía a patadas con el ordenador central del autocar de Mostaza, con la consiguiente destrucción del mismo. Se quedan así sin conocer el paradero del saxofón. 




Todo este ir y venir ha hecho que los Corazones Solitarios desatiendan sus obligaciones para con la compañía B.D. Records, en las que está incluida una maratoniana gira de conciertos por todo el país. B.D. Hoffler se ve en la ruina, pero Dougie Shears, buen conocedor de los puntos débiles de su hermanastro y la triada Henderson, da con la solución: ¿Y si se celebrase un concierto benéfico en Heartland de la Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band para salvar, precisamente, al cada vez más decadente pueblo? Dicho y hecho, el cuarteto regresa a la villa que le vio fundarse como la nueva materialización del Sargento Pimienta y compañía; y no vuelven solos, ya que el funk brillante de Earth, Wind & Fire abrirá la fiesta, un combo que interpreta para regocijo de la concurrencia el inolvidable “Got To Get You Into My Life” de The Beatles. 



En plena velada musical, y mientras Billy Shears y sus compañeros de grupo esperan su turno disfrutando de la actuación de Earth, Wind & Fire, dos hechos que trastocarán el evento se suceden: por un lado Dougie y Lucy (Dianne Steinberg), que hasta el momento había sido la ayudante de cámara de Hoffler y líder de las Diamonds, se escapan con la recaudación de la noche; por el otro, Mr. Mustard rapta a la pavisosa Strawberry Fields. Pero tanto unos como otros asaltan el autocar de Mostaza, subiéndose así al mismo transporte de huida. El Señor Mostaza toma igualmente como prisioneros a Lucy y Dougie, llevando a los tres, junto con los instrumentos recuperados por los Corazones Solitarios, al cuartel general de F.V.B. o, lo que es lo mismo, de la Future Villain Band (el quinteto Aerosmith). Cuando por fin la Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band da con ellos, la F.V.B., con Strawberry como esclava, está interpretando la canción “Come Together” en un altísimo escenario montado sobre columnas formadas por monedas gigantes. Billy se enfrentará en una pelea a muerte con el líder de la Future Villain Band (Steven Tyler), triunfando el primero pero llevándose de igual manera en la trifulca la vida de Strawberry.  



El epílogo es una mutación de la tragedia a un final absurdo de sonrisas, lágrimas y abrazos, sumado al típico “... y comieron perdices”. Primero se celebra el triste funeral de Strawberry Fields en Heartland, tras el cual, Billy Shears, con una depresión de caballo, pretende suicidarse saltando al vacío desde el propio dormitorio de la fallecida. Y segundo, como si esto fuese el Reino de Oz o el País de las Maravillas de Alicia, la veleta con forma de Sargento Pimienta que se asienta en lo alto del museo dedicado a la primera formación de la Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band cobra vida y cuerpo del músico Billy Preston –último guiño para los aficionados a The Fab Four, pues Preston fue por muchos etiquetado como “quinto Beatle” por su trabajo a los teclados con los de Liverpool–. Preston, ahora transformado en el verdadero Sargento Pimienta, comienza a disparar rayos renovadores desde las puntas de sus dedos, vistiendo así a Shears –al que salva el pellejo in extremis– y a los Henderson con su atuendo de Corazones Solitarios, volviendo a la vida a Strawberry o convirtiendo a Mustard, Dougie y Lucy en obispo, monje y monja, respectivamente. Créditos finales mientras todo el elenco entona el “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (Reprise)”. The End. 

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com



Temas

1-1 –Bee Gees, Paul Nicholas, Peter Frampton Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band/With A Little Help From My Friends 4:42
1-2 –Sandy Farina Here Comes The Sun
Written-By – George Harrison
3:05
1-3 –Peter Frampton, Bee Gees Getting Better 2:46
1-4 –Dianne Steinberg, Stargard Lucy In The Sky With Diamonds 3:41
1-5 –Bee Gees, Dianne Steinberg, Paul Nicholas, Donald Pleasence, Stargard I Want You (She's So Heavy) 6:31
1-6 –Paul Nicholas, Peter Frampton, Bee Gees Good Morning, Good Morning 1:58
1-7 –Bee Gees, Jay MacIntosh, John Weeler She's Leaving Home 2:40
1-8 –Paul Nicholas, Dianne Steinberg You Never Give Me Your Money 3:07
1-9 –Robin Gibb Oh! Darling 3:29
1-10 –Steve Martin (2) Maxwell's Silver Hammer 4:00
1-11 –Bee Gees, Peter Frampton Polythene Pam/She Came In Through The Bathroom Window/Nowehere Man/Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (Reprise) 5:11
2-1 –Earth, Wind & Fire Got To Get You Into My Life
Producer – Maurice White
3:36
2-2 –Sandy Farina Strawberry Fields Forever 3:31
2-3 –Frankie Howerd, Sandy Farina When I'm Sixty-Four 2:40
2-4 –Frankie Howerd Mean Mr. Mustard 2:39
2-5 –George Burns Fixing A Hole 2:25
2-6 –Alice Cooper (2), Bee Gees Because 2:45
2-7 –Peter Frampton, Bee Gees Golden Slumbers/Carry That Weight 3:24
2-8 –Aerosmith Come Together
Co-producer – Jack Douglas
3:46
2-9 –Maurice Gibb, Peter Frampton, George Burns, Bee Gees Being For The Benefit Of Mr. Kite 3:12
2-10 –Peter Frampton The Long And Winding Road 3:40
2-11 –Barry Gibb, Bee Gees A Day In The Life 5:11
2-12 –Billy Preston Get Back 2:56
2-13 –Unknown Artist Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (Finale) 2:13







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