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Puppenhaus – Jazz Macht Spazz (2009)

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 Una bestialidad de álbum que emerge de lo profundo del suelo para deleite de todos los amantes del Jazz Rock más desenfrenado e irreverente. Alemanes de pura cepa, gestores de los ritmos más intensos, vibrantes y creativos van entregados en copas de LSD mostrando su talento a tutiplén con una puesta asombrosa con mucho Crimson, con mucho Zappa, con mucho Colosseum. Cuna de la fecundidad progresiva en cuestión de arreglos. Entonados tributos de latón/bronce que hacen el viaje suculento. Flautas que cohabitan con los saxos dando ramalazos al cuerpo y el sabor dulce del ácido y el eclecticismo más puro logran producir al cuerpo una sensación muy cercano al éxtasis profundo, llámenlo "orgasmo máximum". Jazz Macht Spazz es una de esas obras que logran desprender virtuosismo de cabo a rabo Entre nosotros tenemos una exquisita obra maestra compuesta por una performance esmeradísima en donde se aprecian 3 puntos bien marcados: 1) Cambios de ritmos, 2) Arreglos virtuosos y 3) Pasajes

THE BAND - Moondog Matinee (1973, Capitol)

 En la década de los 50 sólo un locutor radiofónico podía ser reconocido por su audiencia como “The King of the Moondoggers”, el único que se atrevió a romper con la pegatina de “música racial” llevando dicha corriente, el caliente rock & roll, a los transistores de un incontable número de hogares norteamericanos: Alan Freed. Desde aquel primario r&b que consiguió meter con calzador en la WJW de Cleveland hasta ser reconocido en Europa gracias a sus cameos en la pantalla grande, o aterrizar en la neoyorquina WBAC 770 AM para al poco revolucionar la Big Apple. Sus espectáculos en directo reuniendo a la flor y nata del cotarro llevarían el nombre de The Moondog Coronation Ball y su arrojo como promotor de la disciplina guitarrera le llevaría a declarar en la radio que la policía no quería que los jóvenes se divirtieran –afirmación rebelde que le lleva a ser detenido en 1958 por incitar disturbios–. 


 The Band, formación canadiense-americana que en escasos cuatro álbumes concentran el latir del terruño, del corazón de Estados Unidos de América, son para 1973 reverenciados cual quinteto de referencia. Su labor junto a Ronnie “The Hawk” Hawkins o Bob Dylan, para los cuales trabajaron como banda de apoyo, tampoco cayeron en saco roto. Llegaba por tanto el momento de editar un punto de inflexión, esa hora en la carrera de todo grupo de la época en la que una grabación en directo siempre es bien acogida.

Pero Levon Helm, Rick Danko, Richard Manuel, Garth Hudson y Robbie Robertson no eran un combo del montón, por lo que su respuesta fue grabar nuevamente en estudio algunas de esas piezas de rock & roll con las que habían crecido mientras bajo las sábanas apoyaban su infantil oreja sobre sus radios caseras. Y qué mejor que homenajear al hombre que había puesto en boca de tanto adolescente blanco nombres como Chuck Berry o Fats Domino. 




Por ello, y a excepción de “Third Man Theme”, en el que visita la banda sonora del largometraje de Carol Reed, The Band construye una lista encomiable en la que dar nuevos soplos de vida a canciones cual “I’m Ready”, “Promise Land”, “The Great Pretender” –imborrable acierto de Buck Ram que encandiló a las listas en las voces de The Platters– o el “Saved” de Leiber/Stoller. Tres años antes de que The Band publicase su debut Music From Big Pink (1968), Alan Freed fallecía de una cirrosis hepática hundido en el desprestigio al que le había llevado el escándalo Payola, caza de brujas en pos de dar con todos los locutores que cobraban por pinchar en sus programas a los artistas del momento.  

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com



 








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