No soy muy proclive al prog moderno, aunque reconozco que a veces hay cosas interesantes. Una de las peculiaridades del estilo es que con los años se ha ido abriendo cada vez más por cauces más variados, eso que llamamos ecléctico que bien puede acabar en un puzzle indefinido o en un nuevo resultado de la química sonora. Como ya dije la semana pasada en los tiempos distópicos y desagradables que por desgracia nos tocan vivir, es fácil encontrarnos con músicas que así lo reflejan. Cada vez la música es más áspera y más infeliz y uno que contempla la degradación humana a diario y el camino hacia la locura que tanto por la política deshumanizada del negocio y poder, así como por la disminución de inteligencia global y aumento de la maldad en el planeta se da cuenta que ya no hay vuelta atrás. Cada día será peor que el anterior, bien sea por el clima y cambios naturales o por guerras en todos los frentes. No me toca decir a mí si la inteligencia artificial será algo mejor o peo...
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ZEUHL: UNIVERIA ZEKT - The Unnamables (1971)
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En realidad se trata de un proyecto de Magma que no suena para nada a Magma y fue más por iniciativa de Laurent Thibault primer bajista de la formación y posteriormente productor discográfico que incluso llegó a grabar un excelente álbum en solitario en 1979.
En esencia la personalidad del sonido zeuhl residía prácticamente en la mente de Christian Vander y sus composiciones, pero al margen de esto la mayoría de los componentes de esta “versión” única llamada Univeria Zekt, forman parte del mundo del jazz-rock y la fusión y a tal efecto la música aquí contenida es como un mundo paralelo completamente, o casi, desviado del estilo magmático. Está bien desdoblarse musicalmente siempre que la música no sea un choque antagónico en términos de calidad y si me permitís desviarme un poco del tema que nos ocupa, a mí personalmente se me hace difícil entender posturas antagónicas dentro del mundo de la música. Si es como diversión y para descojonarte entiendo que en un momento dado pases de hacer cosas con cierto calado y profundidad musical a desbarrar haciendo el chorras en un conjunto pop. Vale. No pasa nada. Leí recientemente en estas propias páginas como teclistas sinfónicos de los 70´s luego se pasaron a la movida madrileña o a acompañar a algún cantautor. No es el único caso en España. Hay ejemplos para dar y vender en todo el mundo. Si tenían que vivir de ello lo entiendo, pero yo eso del arte y el negocio lo he llevado siempre muy mal. En definitiva quiero decir que si la música que se hace está dentro del mismo nivel independientemente del estilo, bienvenida sea. Lo otro es aberrante. No se me olvidará nunca ver en directo a Thijs Van Leer teclista de Focus acompañando a Miguel Ríos en la plaza de toros de Zaragoza mi ciudad, o a Peter Hammill participando en un disco de Miguel Bose en 1984. Aún no he hecho la digestión de aquello. Bueno no viene al caso.
“The Unnamables” se grabó en 1971 cuando el brass jazz rock estaba en plena cúspide con grupos como Chicago, Blood Sweat & Tears o el funk-fusión latino del propio Santana. El álbum suena así en parte, pero a la “francesa”, con ese toque bohemio más intelectual. Más europeo y sin tanto colorismo allende mares. El equipo francés ya había grabado dos álbumes y este fue un relax momentáneo antes de meterse en los comandos mecánicos kobaianos y en comparación con lo que vendría este oasis será agradable y fácil de escuchar pero eso sí con un nutrido y generoso despliegue instrumental entre metales, teclados, guitarras y percusiones.
Es un álbum que exceptuando la pieza “Africa Anteria” (11mtos) es muy corto no sobrepasando los 34 mtos del total. Es decir se escucha en un plis plas y sin complicaciones. Sonido típico de la época y buenos solos inter-conexionados en múltiples diálogos de música muy cambiante y activa. En poco tiempo se puede decir mucho si la música no se estanca ni se duerme y aquí es el caso. Aunque los fans acérrimos de Magma menosprecian en parte este disco yo lo encuentro absolutamente entretenido porque como decía al principio se pueden hacer músicas distintas siempre y cuando la calidad de la música esté bien definida y naturalmente aquí es el caso y no se deben hacer comparaciones con la banda madre porque son formas diferentes, pero igualmente válidas.
Maravilloso trabajo del bajo en Clementine.
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