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BLUE ŐYSTER CULT - Ghost Stories (2024/ Frontiers)

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 A cuatro años de su último álbum real "The Symbol Remains", Blue Őyster Cult dicen que adiós al estudio. Lo normal sería lo contrario. Que dejaran las agotadoras giras, todavía más pesadas a su edad, y se interesaran por crear.  Pero a éstas alturas, dudo que el romanticismo les importe algo. Se la suda un ciento. Saben que la pasta está en los directos, aunque tengan que morir sobre un escenario. Y eso que aquel "The Symbol Remains", haciendo criba y dejando 40 minutos, dejaba ver un buen álbum.  Sobraba paja ajena a la banda. Me encanta el título con segundas del "nuevo", "Ghost Stories". Entrecomillo porque de "nuevo" no tiene nada. Que se trata de material raro e inédito del 78 al 83. O sea, con la formación estelar mayormente: Albert Bouchard (batería,  bajo, voz), Joe Bouchard (bajo, guitarra, teclados, voz), Allan Lanier (guitarra, teclados), Eric Bloom (voz solista, guitarra, teclados) y Donald "Buck Dharma" Roeser (g

THE ALAN PARSONS PROJECT - The Turn Of A Friendly Card (1980, Arista Records)

El año 1976 nos ofrece el álbum debut de la apuesta experimental The Alan Parsons Project, una ópera prima en la que su creador se hizo rodear por algunos de los artistas más destacados del movimiento por aquellos días. En aquel Tales Of Mystery And Imagination - Edgar Allan Poe se pueden encontrar figuras de la talla de Francis Monkman (ex Curved Air), Terry Sylvester (ex The Hollies) o el carismático Arthur Brown, fundador de un estilo en el que Alan Parsons pensaba iniciarse con este disco. Su forma de afrontar el trabajo estuvo cargada de un deje oscuro que consiguió aportar mayor dramatismo a la obra, siendo considerada a lo largo de los años como su material más serio.


De aquel iniciático elepé a este The Turn Of A Friendly Card apenas han pasado cuatro años, pero pareciese toda una vida para el núcleo del proyecto. Su segundo vinilo, el titulado I Robot (1977), ofrecía un aviso para todos aquellos confiados que pensaban que el Alan Parsons Project se mantendría como apuesta experimental a la vieja usanza. En esta obra se continuaban los juegos conceptuales que serían seña de Parsons, pero ahora basados en las ideas del escritor Isaac Asimov. Con la llegada del tercer Pyramid (1978) el oyente ya se topa con un Alan Parsons totalmente sumergido en los océanos del art pop. Mantiene su nuevo estilo y despliega todos sus teclados y sintetizadores con la ayuda de Duncan MacKay y Eric Woolfson, que en poco tiempo se han convertido en piezas clave. Sin embargo, el cuarto Eve (1979) ve partir a MacKay; algo que no hará mella en el tándem Parsons/Woolfson, dos músicos que se habían conocido en 1974 cuando el primero trabajaba en los Abbey Road Studios como asistente del ingeniero de sonido de varios de los álbumes de The Beatles.


The Turn Of A Friendly Card, que entraría con bastante empuje en las listas de éxitos de Estados Unidos –no tanto en las del Reino Unido–, Canadá. Noruega e incluso España (se haría con el puesto número 15 en nuestro país aquel 1980), concentra a The Alan Parsons Project en esa mixtura más que reconocible para entonces de unas atmósferas tan art rock a las teclas con un corpus central de las canciones totalmente melódico. Desde la inicial “May Be A Price To Pay”, cantada por el vocalista ex Velvet Opera Elmer Gantry (cuyo auténtico nombre es Dave Terry), se siete natural esa fusión. Aunque el single “Games People Play” será la culminación de las nuevas tentativas comerciales del Project: estribillo rock melódico, arreglos amables de art pop, un trabajo instrumental impecable e incluso cierta reminiscencia disco gracias a la línea de bajo; es decir, perfecta para la frecuencia modulada. 


La balada “Time” está en la línea de unos The Moody Blues, subrayando la nacionalidad british del combo en su disciplina –Woolfson luce acertadísimo a la voz solista–. “I Don’t Wanna Go Home” es un pop que fractura los tempos y busca la originalidad, mientras “The Gold Bug” sigue la estela dejada dos años antes por la también instrumental “Hyper-Gamma-Space”. Y para el final dejan la suite que da nombre a esta obra, cinco partes que conforman un broche de cierre realmente atractivo. Dentro de ese quinteto de canciones de despedida, “Snake Eyes” atesora el gancho preciso del rock melódico de finales de los años setenta; por su parte, “The Ace Of The Sword” navega entre el barroquismo –muy a lo Focus– y los arreglos progresivos para todos los públicos, a la par que “Nothing Left To Lose” es una conjunción de todo tipo de corrientes populares, desde el pop al rock, la balada, los aires folk de la campiña y, por unos segundos, el reggae.
por Sergio Guillén
sguillenbarrantes.wordpress.com










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Comentarios

  1. La primera vez que conocí a los A. Parsons fue a través de este disco. Cayó por casualidad en mis manos, se lo habían prestado a mi hermano. Yo ya coqueteaba con bandas como Genesis, Pink Floyd, Emerson Lake & Palmer y alguno más. Me atrajeron al escucharlos por primera vez. Era algo más sinfónico que los anteriores, más progresivos aquellos.
    Fue un descubrimiento, luego llegaron otros titulos de ellos que encontrabas a buen precio. Está claro que su despegue fue tras el "Eye in the sky", mucho más comercial, pero todo lo anterior tiene mucho más valor en mi opinion.

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