Entrada destacada

Panna Fredda - Uno (1971)

Imagen
 Hay discos que no nacen: se invocan. Uno de Panna Fredda es un espejo roto donde se refleja el fin de la inocencia prog. Es el sonido de un grupo que vio el fuego de los 60 apagarse y decidió prender su propio incendio, aunque fuera el último. Aquí no hay paz ni complacencia: hay Mellotrones como cuchillas, voces que parecen oráculos y guitarras que cortan el aire como un ritual de medianoche. Si el rock progresivo italiano tuvo un momento oscuro, fue este. Y se siente glorioso. Cuando salió en 1971, Uno fue como un conjuro lanzado en una plaza vacía. Pocos lo escucharon. Menos aún lo entendieron. El disco quedó flotando en el limbo, mientras las luces de los 60 se apagaban y el rock italiano se metamorfoseaba en algo más grande, más extraño. Panna Fredda no tuvo tiempo de convertirse en leyenda en su momento: el servicio militar, la censura y la maquinaria de la industria los trituraron antes de que el humo se disipara. Pero los discos malditos no mueren, solo esperan. Con los añ...

KALUTALIKSUAK - Snow Melts Black (2011)

Tercer veneno de estos bolcheviques sonoros terroristas que no quieren que duermas bien ni sueñes con los angelitos rollizos con flechas del amor. Como mucho serán demonios que lancen fuego por el culo y ácido por la boca. Aunque quizás esté exagerando un poco y aquí la propuesta sonora, aunque parezca salida de los libros de H.P. Lovecraft no sea tan brutal como en los dos anteriores. 


La música está más centrada, más ordenada si puede decirse, pero como siempre completamente abstracta y muy disonante. Cuatro monstruosas ¿piezas-composiciones? ocupan los 72 mtos. En la primera de casi 20 mtos podrían ser los Crimson de los projeckts más extremos y violentos con voces agonizantes que casi invocan al indio tolteka Don Juan de los libros de Castaneda mientras transcurren abismos de pesadilla. Música terrorífica y fascinante a partes iguales. Atemporal entre lo milenario y lo futurista y sin ninguna referencia a la que agarrarte. A pesar de lo caótico está tremendamente bien tocada y sumamente técnica porque si estás atento los detalles y el nivel alto de los cuatro músicos no pasa desapercibido. 

En el segundo tramo nos vamos a los 22 mtos de invocaciones al más allá entre campanas tibetanas tambores de piel y a un brujo chamán pasado de rosca y de peyote. La instrumentación es similar a la anterior. El sonido del teclado a ratos me recuerda a Kerry Minnear de los gigantes gentiles pero sin su gentileza. El indio se pone muy pesado haciendo precisamente el indio que le encanta, entre percusiones de todo tipo hasta que un bloque monolítico de teclado le va diciendo que se calle porque va como un peñista borracho en fiestas patronales dando el coñazo. Los siguientes mtos es desesperación pura con una guitarra desangrándose sin piedad. Lo que escuchas es inclasificable y acojonaría al mismísimo Fripp y sus idas de cabeza, solo que estos rusos sacan mucho más provecho al material sonoro y no aburren a los culebrones como el gafitas británico con sus monocordes soundscapes y flatulencias frippertrónicas. Los Kalutalik estos te enseñan los apartamentos del infierno por si quieres comprar uno y decides invitar de a los monstruos siderales del Lovecraft y hacer una fiesta necrófaga. La conversación final de escalas enloquecidas entre la guitarra y el teclado te saca de quicio, pero eso es lo que quieren que pierdas la paciencia y te acuerdes de su familia. 

El siguiente castigo divino se va otra vez a los 21 mtos y empieza como una sorna sonora de humor negro. Un desfile de espectros y vapores de ultratumba y el brujo ya con una mierda de opio insufrible. Tose y se queja mientras de paso le sacude al vodka sin piedad. La madre que lo parió al fulano. Ya no hay misericordia para el oyente que solo disfrutará de esto si va hasta el culo de todo y ya ha evacuado intestinalmente todo el empacho sonoro anterior. Tremendos lamentos wah wah de guitarra que a mitad muere entre estertores de dolor metafísico hasta que una flauta étnica entona el canto fúnebre entre los fuegos fatuos del bosque nocturno. Aquí casi hay recuerdo a los kraut alemanes primigenios. La estridencia, aunque controlada es una cuchilla de afeitar hasta que los mejores momentos “los más musicales” aparecen hacia el final de tema. A pesar de que esto os lo redacte de forma algo jocosa, la verdad es que son unos tipos fantásticos haciendo una música desafiante y completamente liberada de estereotipos. 


La última pieza la más corta dura incluso 9 mtos en un nervioso ejercicio que resume bien todo lo anteriormente expuesto. Escalas imposibles, disonancias por doquier, ritmos caprichosos, enfermos del psiquiátrico dándose cabezazos entre risas y trances. Me parece ver a Jack Nicholson y su perversa sonrisa en la puerta astillada del Hotel Overlook mientras es sodomizado por todos los simpáticos fantasmas. Termina el disco y solo quieres un tranquilizante y dormir con la cabeza tapada.
Alberto Torró








Notasi te gusta el artículo compártelo (Facebook, Twitter, g+, etc) pulsando en
                                                                                      







que está al final del artículo, de esta forma contribuirás a la continuidad del blog. Gracias

Comentarios