Siguiendo en la línea de mi positivismo natural y alegría optimista observo con disfrute y sana malicia como el incierto tiempo presente va triunfando en las cosas malas que suceden a una velocidad que casi se nos hace difícil de gestionar, pero también nos ofrece un retorcido sentido del humor para explayarse con entusiasmo en el sarcasmo y la burla. Como vengo recomendando cada semana algunos pensamos que aislarse casi por completo ya es una necesidad básica y un descanso absoluto por agotamiento del nervio vago y crecimiento inusual de los testículos. Entiendo también que el sadomasoquismo tiene mucho tirón y un fuerte arraigo cultural en las costumbres. Eso siempre se disfruta. La relación humana carga muchísimo y de seguir corres el peligro de volverte más idiota si cabe de lo que muchas veces ya somos. Sea como fuere, hacer música acaso deviene como una actividad extraña. Raro es incluso. Cuando uno pasa de los 70 años la vida ya no se ve de la misma manera. Si me perm...
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BROTHER APE - Shangri-La (2006)
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El poder de la música está indefectiblemente ligado a las vivencias y a los recuerdos. Una música que no tenga capacidad de evocación no ejerce en nosotros ningún efecto.
Existen principalmente dos maneras de escuchar música: una forma es mecánica, superficial y directa. Es el sonido inconsciente que como mucho nos hace movernos físicamente o llenar el vacío del silencio. La otra está en la parte cerebral, en el intelecto y ahí tenemos gran parte de la película de nuestra vida. Toda música que remueva nuestros recuerdos y nuestras imágenes es la que perdura en el tiempo. La otra es un efecto plano como un placebo temporal. Esto se traduce en que conforme envejeces las nuevas tendencias y las nuevas músicas nos son completamente ajenas salvo que una nueva banda ponga en funcionamiento tu archivo cerebral y te dé una patada emocional que te despierte del coma de la vida cotidiana. Normalmente la mayoría de las bandas que os comento en esta sección tienen ese poder de evocación ya sea por un aspecto o por otro. Evidentemente es algo subjetivo. No tengo por costumbre hablar de algo que no me diga absolutamente nada. Sería un comentario crítico completamente aséptico hecho con desgana como les ocurre a muchos críticos musicales que “oficialmente” tienen que vivir de ello o están sujetos a las presiones de las modas y tendencias como buenos snobs. No es nuestro caso y afortunadamente gozamos de plena libertad de movimientos.
Brother Ape son una auténtica macedonia de influencias y sonidos, pero la manera tan correcta e inteligente de hacerlo les da una identidad propia. Durante la semana he ido avanzando en su escucha y no dejo de sorprenderme en dos aspectos: La facilidad para la melodía directa y atractiva y lo impredecible de la composición. No es nada fácil combinar tantos estilos que pueden ir del beat sesentero o el pop refinado pasando por la psicodelia y el clasicismo o el intimismo acústico, para llegar a la fusión rock prog y directamente al rock sinfónico. Pero no solo eso, incluso dentro de cada estilo hay detalles y ráfagas que pueden ser inclasificables y hasta inventadas. Es curioso como dentro de la “familiaridad” melódica de esta música hay terrenos curiosos de originalidad y pasajes altamente inventivos. Esto resulta sumamente atractivo para la escucha porque un oído acostumbrado al rock progresivo va adquiriendo con los años ciertas fórmulas que casi siempre se repiten y la mayoría de los cambios son más o menos previsibles.
En Brother Ape surge muchas veces la sorpresa incluso para un oído muy acostumbrado a este tipo de música. La forma con la que tratan las voces, la construcción melódica y la estructura compositiva es fascinante porque a veces te descolocan: no te lo esperabas. Eso para mí es importante porque consiguen plenamente tu atención y no te aburren en absoluto. Sin una alta técnica esto sería imposible de conseguir como puede deducirse. Otro aspecto es el absoluto positivismo de su música. Su alegría constante. Su invitación a la euforia. Son completamente antidepresivos y sensacionales. Cuanta falta hace esto en el momento histórico-histérico en que vivimos.
Cualquiera de las canciones que componen este “Shangri-La” es un canto a la alegría natural. La tremenda guitarra solista es un chute de adrenalina positiva. Las partes de guitarra acústica son preciosas y las melodías emocionantes. Resulta encantador escucharlos. Tienen fuerza, vida y entusiasmo y esto aumenta conforme más los escuchas. Doce temas que oscilan entre los 2 a 7 mtos que son pequeños mundos en sí mismos. Me encantan.
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