Hace varios años hice unas cuantas reseñas de grupos japoneses por estas páginas. Solo apuntes y extractos a decir verdad porque en principio estaban pensados más para una guía orientativa personal que para los artículos más “literarios” que suelo escribir por aquí. No me gusta escribir de manera fría y mecánica sobre datos, biografías o resultados. Para eso ya están los contables de empresa o los expertos en marketing de ventas. Generalmente las revistas musicales técnicas sobre el estilo que sea suelen o solían ser “datos y ejercicios planos”. Algo así como leer un manual de instrucciones y esto principalmente ocurría en clásica, jazz o música contemporánea y de vanguardia. Quizás por lógica menos en el rock o en la música popular que a veces son más originales, incluso peculiares, aunque también. Por lo tanto, generalmente rara vez hay criterio emoción o entusiasmo. No contactan con el lector. En los primeros casos solo son datos o terminología académica de conservatorio llena ...
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L´ESTATE DI SAN MARTINO - Febo (2007)
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Ya con una formación estable los nativos de Perugia entran en el estudio. Ya os comenté que la vida de esta banda es un tanto peculiar: aparecen en los 70´s. Graban un single en el 78. Un live en el 83 del que ya hablamos la semana pasada y que no editan hasta 2006.
Durante largos años de silencio es una banda desaparecida, aunque sus componentes han estado de aquí para allá en diferentes grupos, colaboraciones y eventos relacionados con la música. El disco del que hablamos hoy es un álbum concepto compuesto a principios de los años 90. Ideas guardadas en barrica de roble y cuyo proyecto se grabó definitivamente en el 2007. Al parecer tenían bastante relación con los Banco y algún miembro de la PFM aunque curiosamente por lo que llevo oído de ellos no hay demasiadas influencias directas de las bandas clásicas del RPI y sí mucha influencia anglosajona. Con estas referencias uno podría pensar que cantan en inglés. Pues afortunadamente no. El álbum se grabó durante el 2006 pero desgraciadamente al poco de terminarlo su guitarrista Adolfo Broegg fallecería repentinamente con lo cual este trabajo supone un recuerdo en su memoria.
La música de San Martino es un plácido paseo sonoro. Su música es detallista, refinada, con agradables composiciones dentro del progresivo melódico de clara influencia genesiana. De hecho, si no cantasen en italiano parecería más una banda anglosajona. Los teclados me recuerdan ligeramente a veces al Anthony Phillips de “1984” o “Slow Dance” con ese sonido nostálgico, entre hermoso y tristón. En este sentido privan las canciones bellas y las acústicas de 12 cuerdas, con ocasionales pasajes de flauta y viento, aunque también hay que decir que el uso ocasional de batería electrónica puede que le dé un carácter más moderno pero también más frio y soso. No abusan por eso. Recuerdo al Genesis de “Duke” y la maldita y horrorosa Roland drum box que tanto le gustaba al Phil Collins. Con lo que a mí me gustan las percusiones reconozco que odio las baterías electrónicas. Aún recuerdo la Simmons plastificada de Bruford taladrándome el cerebro. Ciertamente han avanzado mucho los sonidos electrónicos en la percusión y cada vez están más conseguidos en un sonido más natural. Tampoco falta el órgano a la Tony Banks y el clásico desgranar de las guitarras en piezas como “Amoris Odores”. Pero no todo es genesiano. También hay piezas de sabor mediterráneo algo jazzy ligero y elegante. La tónica general no obstante es de estar escuchando algo muy intimista y pulido. Muy británico diría. La preciosa “Memoria” en recuerdo a su compañero fallecido es un delicado paseo de armonías y melodías y vuelvo a acordarme de Phillips inevitablemente. Incluso del Hackett más personal y profundo.
“Febo” es un disco lento, tranquilo, abocado a la melodía y a la canción. Hay una excepción con voz femenina cantada en inglés “Animarum Mare” que resulta tan relajada que no choca en absoluto. La última pieza “Sole” algo más animada, pone fin a un tipo de sonido con el que los prog estamos familiarizados. No esperes rock para equilibristas, ni solos espectaculares ni cataratas épicas. Imagínate mejor un cuadro impresionista y melodía mucha melodía, que te dejará el cuerpo como un relajante masaje tailandés.
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