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ALAN TRAJAN - Firm Roots (1969 / MCA)

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 Habitual de las tabernas escocesas y de la escena borracheril de Edinburgo en los finales 60, Alan Robertson (luego Trajan por decisión artística de su mánager), era un volcán en constante erupción. Y escuchándole, uno juraría que el típico artista torturado. Su magma sonoro impregnaba los antros y tascas con un cúmulo indeterminado de jazz, blues, folk, soul o pop. O sea, primeros atisbos prog. Barrelhouse-boogie woogie de pianista bipolar y neurótico sin remedio. De órgano demoledor y storyteller de desgracias con esencia underground del momento. Prog blues de las cavernas con olor a cerveza barata y vino avinagrado. Cálido hogar para perdedores y desesperados en la gélida profundidad de la noche.  Trajan no estuvo exento de propios problemas alcohólicos, que le llevaron en más de una ocasión a la humedad de una celda de comisaría. Hecho que no influyó, no al menos al principio, para que toda una MCA se fijara en su aura. Puro carisma de ser de luz que relucía sobre el gris...

ANTONIO SMASH - No Soltaré el Timón (2019 / AS) (Rockliquias Bandas)

Palabras mayores. Acostumbrados a reseñar nuevas bandas jóvenes  (más que nunca), que aparezca un disco de alguien de la vieja guardia con el orgullo de seguir todavía en la brecha, - y en el buen camino, lo que es todavía más insólito -, es motivo de eufórica celebración.  Yo ya me acabo de echar el vermú después de escucharlo.



"No Soltaré  el Timón" supone el cuarto álbum en solitario del hoy multiinstrumentista, Antonio Smash. Con el grupo que le da su apellido artístico,  fue su jovencísimo batería,  en los primeros 70. Cuando Sevilla y Barcelona se conectaban por un hilo imaginario de ilusión,  esperanza, libertad y buen rollo. Y con los que volvió a rememorar buenos momentos en 2003. "Jardín Secreto" (2002), "Balas de Amor" (2012) e "Intronauta" (2016) son sus anteriores trabajos. Pero su carrera está plagada de nombres que ya forman parte de la música eterna de aquí. Goma, Granada, Pata Negra, Silvio y Luzbel, Kiko Veneno, Lole y Manuel, Alba Molina, Coz, Gas, Flamenco, Barra Libre o Luis Auseron han contado con sus servicios. Ahora se expresa a su modo y a su aire desde  El Tardon, su barrio sevillano de siempre.



Desde la psicodelia al flamenco, y todo lo que puede encontrarse por en medio, forman el núcleo creativo de Antonio Rodríguez Smash. No suena del 2019, éste disco.  Por fortuna."Buscando en un Papel" y su equilibrio acústico - psicodélico,  con un extraordinario sólo de eléctrica,  nos lleva a otro tiempo donde las sensaciones y emociones mandaban totalmente en la música.  



"Luces de Fuego" toma ciertos aires jazzisticos, con perfecta instrumentación y esa rítmica percusiva inherente a su estilo. Original planteamiento tiene "Caminando", todavía con aires rebeldes ya vitalicios y sabor a classic rock añejo de buen reserva. Desde Steve Miller Band a J. Geils Band, buen blues bohemio andaluz mimando letra y voces.



 "No Soltaré el Timón" y su filigrana rítmica cuasi-reggae, incluye saxo y elegante lisergia sonora. Con un mensaje que expresa su actual decisión ante todo. Como ayer. Como siempre. Y se me hace corta la canción. 



Bella intro acústica que trae una enchufada en estado de gracia, así comienza "Nubes de Cartón". Una corta instrumental llena de sensibilidad......y poco tiempo, maldición. 



El rock clásico vuelve para "Cerca de tus Huesos", sonidos que en inglés sonarian más West Coast. A Little Feat o los primeros Steely Dan. Música soleada, con calor y calentura suficiente para sentirte más que bien. 



Psicodelia perezosa de sobremesa andaluza, eso es "En el Laberinto", y sus recuerdos surreales,  como un Lewis Carroll sureño, y una exquisita guitarra que igual me suena a Larry Carlton que a Jerry García. 



"En el Aire" toca la fibra al primer segundo. Es otro de esos breves interludios reflexivos para saborear la vida en calma, con la paz necesaria para disfrutarla. Antonio Smash tiene a Sevilla como su San Francisco particular. Y transpira sonidos de aquellos días donde Steve Miller, Mike Bloomfield o Santana disparaban "balas de amor" impregnando las paredes del Fillmore o el Winterland. Antonio lo hacía desde el Club Don Gonzalo, que para el caso es lo mismo. 






La final "Mellow High" viene cantada en inglés, y ahí se nota más ésa esencia hippie imperecedera, que se puede paladear en todo el disco. 





Con la honestidad de un músico sincero,  biógrafo de su propia creación,  y sobresaliente en todo momento.  Nos siguen haciendo mucha falta, Don Antonio, Hombres de las Praderas.
J.J. IGLESIAS





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Imprescindible realizar una música con referencias al rock de los 70


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