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Oöphoi – Bardo (2002/ Electroshock)

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Reordenando cds rusos de prog-electrónica y demás ramificaciones,  me topo con el archivo discográfico del sello "Electroshock", propiedad de Artemiy Artemiev. Quién también produce éste álbum. No todo eran rusos allí, por lo que compruebo. Descubro con sorpresa que Oőphoi era el seudónimo  del italiano Gianluigi Gasparetti (1958-2013). Sintetista y multiinstrumentista que editó su primer álbum en 1996, "Static Soundscapes: Three Lights at the End of the World". Siempre tan optimista. En un total de 25 trabajos, antes de su prematura muerte a los 55 años. "Bardo" fue su octavo disco, y es unánimemente visto como su obra maestra. Cinco estrellas en todas partes. No es lo habitual éste tipo de consensos aplastantes, y menos en música de fuerte abstraccionismo. Oőphoi se presentaba solo,  a los sintetizadores y electronics, flautas, gongs, percusiones, arcos, cantos tibetanos y voces. Difícil localizar cada instrumento, puesto que lo orgánico va muy fusionado...

ANTONIO SMASH - No Soltaré el Timón (2019 / AS) (Rockliquias Bandas)

Palabras mayores. Acostumbrados a reseñar nuevas bandas jóvenes  (más que nunca), que aparezca un disco de alguien de la vieja guardia con el orgullo de seguir todavía en la brecha, - y en el buen camino, lo que es todavía más insólito -, es motivo de eufórica celebración.  Yo ya me acabo de echar el vermú después de escucharlo.



"No Soltaré  el Timón" supone el cuarto álbum en solitario del hoy multiinstrumentista, Antonio Smash. Con el grupo que le da su apellido artístico,  fue su jovencísimo batería,  en los primeros 70. Cuando Sevilla y Barcelona se conectaban por un hilo imaginario de ilusión,  esperanza, libertad y buen rollo. Y con los que volvió a rememorar buenos momentos en 2003. "Jardín Secreto" (2002), "Balas de Amor" (2012) e "Intronauta" (2016) son sus anteriores trabajos. Pero su carrera está plagada de nombres que ya forman parte de la música eterna de aquí. Goma, Granada, Pata Negra, Silvio y Luzbel, Kiko Veneno, Lole y Manuel, Alba Molina, Coz, Gas, Flamenco, Barra Libre o Luis Auseron han contado con sus servicios. Ahora se expresa a su modo y a su aire desde  El Tardon, su barrio sevillano de siempre.



Desde la psicodelia al flamenco, y todo lo que puede encontrarse por en medio, forman el núcleo creativo de Antonio Rodríguez Smash. No suena del 2019, éste disco.  Por fortuna."Buscando en un Papel" y su equilibrio acústico - psicodélico,  con un extraordinario sólo de eléctrica,  nos lleva a otro tiempo donde las sensaciones y emociones mandaban totalmente en la música.  



"Luces de Fuego" toma ciertos aires jazzisticos, con perfecta instrumentación y esa rítmica percusiva inherente a su estilo. Original planteamiento tiene "Caminando", todavía con aires rebeldes ya vitalicios y sabor a classic rock añejo de buen reserva. Desde Steve Miller Band a J. Geils Band, buen blues bohemio andaluz mimando letra y voces.



 "No Soltaré el Timón" y su filigrana rítmica cuasi-reggae, incluye saxo y elegante lisergia sonora. Con un mensaje que expresa su actual decisión ante todo. Como ayer. Como siempre. Y se me hace corta la canción. 



Bella intro acústica que trae una enchufada en estado de gracia, así comienza "Nubes de Cartón". Una corta instrumental llena de sensibilidad......y poco tiempo, maldición. 



El rock clásico vuelve para "Cerca de tus Huesos", sonidos que en inglés sonarian más West Coast. A Little Feat o los primeros Steely Dan. Música soleada, con calor y calentura suficiente para sentirte más que bien. 



Psicodelia perezosa de sobremesa andaluza, eso es "En el Laberinto", y sus recuerdos surreales,  como un Lewis Carroll sureño, y una exquisita guitarra que igual me suena a Larry Carlton que a Jerry García. 



"En el Aire" toca la fibra al primer segundo. Es otro de esos breves interludios reflexivos para saborear la vida en calma, con la paz necesaria para disfrutarla. Antonio Smash tiene a Sevilla como su San Francisco particular. Y transpira sonidos de aquellos días donde Steve Miller, Mike Bloomfield o Santana disparaban "balas de amor" impregnando las paredes del Fillmore o el Winterland. Antonio lo hacía desde el Club Don Gonzalo, que para el caso es lo mismo. 






La final "Mellow High" viene cantada en inglés, y ahí se nota más ésa esencia hippie imperecedera, que se puede paladear en todo el disco. 





Con la honestidad de un músico sincero,  biógrafo de su propia creación,  y sobresaliente en todo momento.  Nos siguen haciendo mucha falta, Don Antonio, Hombres de las Praderas.
J.J. IGLESIAS





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Imprescindible realizar una música con referencias al rock de los 70


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