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Rick Wakeman – The Burning (1981)

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 En 1981, Rick Wakeman —el mago de las teclas de Yes y arquitecto sonoro de álbumes conceptuales colosales— se apartó momentáneamente de los reinos progresivos y bajó al bosque oscuro del cine de terror. The Burning, un slasher temprano de la era dorada del género, necesitaba más que gritos y sangre falsa: necesitaba atmósfera, tensión, ese pulso invisible que hace que la audiencia sienta que algo se arrastra detrás de ellos. Wakeman, siempre inquieto, tomó el proyecto como un laboratorio sonoro. Grabó la banda sonora en su propio estudio, usando un arsenal de sintetizadores analógicos, efectos de percusión y capas minimalistas que parecían respirar. Lo que logró fue más que música: fue una selva de sonidos metálicos y notas disonantes que se entrelazan como ramas. Cada crescendo, cada vibración de sintetizador, construye la sensación de aislamiento y peligro, convirtiendo al bosque en un personaje más. Para un público que esperaba otro clon de Friday the 13th, The Burning ofreció ...

CHRIS DUARTE AND BLUESTONE CO. - 396 (2009, Provogue)

 Para 2009, The Savoy Truffle, la agrupación nipona de blues y southern rock, llevaba un tiempo funcionando como Bluestone Company. Ellos, extraños adalides del rock rural yanqui en la Tierra del Sol Naciente, conforman uno de los nombres más seguros en cuanto a música del terruño se refiere. Toshihiro Sumitomo era en ese momento, para muchas revistas especializadas en las seis cuerdas, el clon japonés del personal Warren Haynes. Con esto y un buen fajo de álbumes sobresalientes editados desde 1998, The Savoy Truffle sufre un cambio de chaqueta en nombre, que no en intenciones.



Chris Duarte recibe con los brazos abiertos a una banda que no sólo lo acompaña, igualmente trabaja codo con codo y aporta un cincuenta por ciento. 369 incluye tanto temas compuestos por la agrupación como por el músico tejano, al tiempo que algunos de los cortes se pergeñaron a pachas en esa comprensión que todos poseen dentro de la tradición estadounidense. 



La obra es fácil de resumir en tres vías bien delimitadas: blues rockerizado, funk rock y algo de manduca southern rock en la línea de Gov’t Mule. Sin embargo, este escueto tratado de entendimiento directo con el que catalogar el disco es mera pegatina, si lo que realmente se busca es toparse con la savia del robusto árbol. Duarte y sus nuevos compañeros ofrecen un talento tan desbordado que imposible resulta medirlo con adjetivos superfluos. Esculpen la simpleza de lo bien hecho en un estilo que seguramente no dará para muchos cambios experimentales, aunque sí para inagotables satisfacciones.



Un viaje por la Norteamérica del pasado, de cuando los trabajos discográficos se horneaban con cariño artesanal. Estos instrumentistas le ponen la pimienta de los últimos recursos y Mike Varney una producción a la altura de la casa Mascot. Es hora de enfundarse en los vaqueros desgastados, subirse a un imaginario 1965 Ford Mustang Fastback y apretar el acelerador.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com










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