Entrada destacada

EL PROGRESIVO DEL SIGLO XXI-4: Tusmørke (Noruega)

 Actualmente dentro de las diferentes familias progresivas hay dos corrientes principales que no se llevan demasiado bien, pero afinando más incluso en cada grupo mencionado existes diferencias irreconciliables. Discrepar es entretenido y bastante más sano que las ideas monolíticas e inamovibles que generalmente todos tenemos en mayor o menor medida.



Por una parte, tenemos al gran bloque de la modernidad progresiva que abarca mucho más allá de la propia definición del estilo y en el que se encuentran diversas generaciones. Por el otro los de la pureza genética retro que llegan a exigir hasta lo imposible en los tiempos que corren. Todo estilo sufre diversas metamorfosis con el paso de los años y por consiguiente las generaciones que toman el relevo. También los gustos cambian porque el carácter y la condición humana es siempre inestable además de contradictoria. Un día te gusta una cosa al siguiente la odias. Esto es fantástico además de caótico. Lo que para uno es fantástico para otro es una olorosa mierda. Me encanta. Además, el concepto de calidad objetiva no interviene en esto absolutamente para nada. Lo de buena o mala música depende siempre de cada patología y del nivel de formación, educación e inteligencia individual. La mayoría de las veces quizás el sentido común pone cierto orden en la infinita gama del gusto personal y por supuesto la experiencia. Aun así, no hay garantía de nada.

El error (visto ahora y en perspectiva) que antaño todos cometíamos y me refiero más concretamente a los que en el siglo pasado ya ejercíamos de pseudo periodistas musicales con más vanidad y prepotencia que conocimientos reales, era hablar exclusivamente de la música y los grupos que personalmente nos gustaban. Cuando uno empieza a conocer la psicología del comprador o coleccionista de discos y a nivel personal amplía conocimientos se da cuenta del coñazo que puede ser hablar de un tema que a ti te apasiona. Si haces música en casa exactamente lo mismo. Guárdalo para ti y tus neuras y patologías y olvídate de los demás. Los errores de juventud resultan patéticos porque todos vivimos en un mundo completamente aislado y a los demás les importa realmente tres cojones cualquier actividad personal que tu hagas. En este mundo lo más elegante es venir en silencio y desaparecer de la misma manera. Yo a día de hoy rara vez hablo de música con nadie salvo en estas páginas.  Me resulta ya terriblemente ridículo y pedante y sobre todo pesado y aburrido. 

Una conversación escatológica, actividad aerofágica, o desvariar sobre humor negro y salvaje cargado de sarcasmo me resulta mucho más atractivo y delirante.

Volviendo al tema: Los ingleses inventaron el rock progresivo, el rock sinfónico, el folk rock y la psicodelia primigenia. En esto hay poco que alegar o discutir. El blues, el jazz y el rock and roll eran del otro lado del atlántico. Hacer música siempre ha sido una evasión del ser humano para escapar del luctuoso hecho de existir y la putada de venir al mundo. Cualquier tipo de arte en definitiva es en realidad solo un autoengaño.

Hoy ya no hay certezas, ni movimientos, ni escuelas, ni disciplinas, ni bases sólidas, ni nada en que creer o confiar. Todo se ha convertido en una especie de “tratamiento farmacológico” transitorio. La música y la enfermedad mental siempre han ido de la mano y tan solo buscamos “medicamentos sonoros” que nos alegren el día a día.

Buscar bandas musicales que cumplen este requisito no es nada fácil pero como digo en líneas más arriba, lo que a mí no me sirve a otros les resultará de utilidad.



Vengo comprobando que las músicas más interesantes en Europa están llegando de países como Noruega, Suecia o Finlandia principalmente. Tal es el caso de Tusmorke que desde el 2012 hasta ahora sacan discos en esa línea retro progresiva que tanto nos gustan a los que sufrimos de artrosis y la cerveza nos sienta como un tiro. A estas bandas les llaman progresivo “vintage” de tierras vikingas y han desempolvado ese sonido analógico de instrumentos salvándolos de la humedad del trastero y de circuitos oxidados comidos por ratones. La verdad que es entretenido escucharlos porque nos despiertan esos recuerdos de cuando la música se hacía con cierta imaginación, sin trucos artificiales ultra técnicos de la polémica AI ni comida sonora ultra procesada de consumo rápido, ni trallazos metálicos sin sentido. Es de agradecer más teniendo en cuenta que los creadores originales progresivos tienen hoy más de 80 años o están la gran mayoría muertos. Cualquiera de los 11 discos en estudio de esta gente te va a resultar agradable de escuchar. Vas a pasar por el folk, el sinfónico, la sicodelia con órganos hammond, mellotrones, acústicas, flautas, moogs, strings analógicos, wah wahs, Rhodes, Rickenbackers, Clavinets, etc… esos jugueticos de los reyes magos setenteros que tanta ilusión nos hacían y no nos dejaban escuchar a cierto volumen porque a todo dios les molestaba: madres, padres, hermanos, primos, novietas, cuñaos y amigos futboleros. ¿No os suena esto? Y no era metal precisamente. Habría sido mucho peor.  Hay mucha música y melodías concentradas en estos álbumes que os recodaran desde Jethro Tull a Edward Grieg, incluso a ratos un tímido e indefinido sonido Canterbury resonará caprichosamente. Como digo el prog el folk y la sicodelia y por supuesto esa peculiaridad escandinava melódica, a veces bastante original y no previsible te va a retraer a un mundo pasado alternativo que ya no existe. Cualquiera de sus trabajos es recomendable y los más recientes: “Fjernsyn I Farver “2018” “Nordisk Krim” (2021) “Hestehoven” (2023), “Dawn of Oberon” (2024” principalmente. Aunque cualquiera de su discografía anterior merecen la pena.

Alberto Torró



¿Te gustó el artículo? No te pierdas de los próximos artículos 



Vuestros comentarios son nuestra energía





Comentarios