EL PROGRESIVO DEL SIGLO XXI - 3: MAGENTA (Segunda parte)
El progresivo sinfónico es una de las vertientes del estilo que acapara el círculo más reducido de amantes de la música y lo es por muchos y variados motivos. De jóvenes los “melómanos” cometíamos el error de hacer partícipes a todo dios de nuestro entusiasmo musical dando el coñazo a amigos, familiares y parejas en una mezcla de ingenuidad y positivismo. Naturalmente nadie nos aguantaba y si alguien lo hacía era por educación o cortesía. Cansinos históricos. A día de hoy ni siquiera con la gente más próxima y metida en el tema hablo ya de música. Es un verdadero coñazo y un ejercicio de vanidad absurdo. Otra cosa es hacerlo en medios como este donde el lector puede elegir.
Lo cierto es que con la edad cuanto más sabes o estas metido en cualquier actividad artística menos ganas tienes de hablar de ello porque tomas conciencia de que es algo completamente insoportable para los demás. Cualquier actividad personal a cierto nivel acaba en la soledad individual. Y creo además que así debe ser. En el caso es de los que por azar de la vida nos gusta algo como el rock sinfónico todavía se agrava más el tema. La música rock ha sido pretendidamente un acto de “participación” popular. Casi una actitud sectaria. Sin embargo, otras músicas deben desarrollarse casi exclusivamente en el aislamiento, la individualidad y desde luego la soledad porque pertenecen exclusivamente al mundo interior de cada uno. De hecho, tú estás en un concierto de rock: hablas alto, cantas, gritas y bailas. Ni se te ocurra hacer esto si estas escuchando una obra de música clásica sentado en una butaca porque te van a crucificar y con razón. Creo que el ejemplo es ilustrativo de que en música hay mundos antagónicos.
Fuera de bromas si escuchas a Magenta en directo puedes comportarte con naturalidad y cantar y bailar con modales y discreción y seguir siendo “sinfónico”. Eso sí, no te comportes como un batracio haciendo cornamenta con la mano, pegando saltos, tirando la cerveza y molestando a todo dios.
Siguiendo con la semana anterior, el tercer álbum del grupo “Home” aparece en 2005 y su compañero “New York Suite” ambos en doble formato en 2006. Bajan de alguna forma la intensidad y la música se torna más intimista, aunque la “suite” mantiene la épica de los dos anteriores, pero sin tanta influencia Génesis-Yes. Es decir, van ganando en originalidad. Todo es agradable, pausado, emotivo y aunque más orientado a canciones, donde Christina se luce a gusto, también presume de desarrollo instrumental “viajero” y descriptivo. No es tan directo y necesita más escuchas. En 2008 aparece “Metamorphosis” y de alguna forma vuelven los espectaculares temas largos de veinte mtos y los desarrollos instrumentales con más pulso. La música es bastante más elaborada y compleja como para clasificarla solo como neo prog. El tema céltico, aunque de alguna manera siempre se destila al escuchar a esta banda aparece en algunos álbumes con más expresividad que otros. Reed suele utilizar a menudo músicos de folk celta, tanto en Magenta como en sus trabajos en solitario en las series “Sanctuary” donde su amor por la música de Oldfield es más que definitiva. “Chameleon” es un disco de transición en 2011 con menos integrantes esta vez. Los tres Reed, Christina y Fry y un par de colaboradores. Aunque parezca un trabajo menor no por eso deja de ser atractivo. Nueve piezas más cortas pero como es habitual en ellos de alta calidad compositiva. “El club de los veintisiete” de 2013 sería su particular homenaje a los descerebrados y famosos rockeros de leyenda que se mataron alegremente a los 27 años. Los Hendrix, Morrison, Joplin etc. No es una temática muy propia de una banda prog sinfónica pero siendo generosos debemos perdonar ciertos deslices. La calidad musical siempre es la misma y es indudable en esta banda. Si acaso, encuentro este disco más ecléctico que los anteriores pero con las habituales buenas melodías de siempre y con una clara intención de variar por diferentes terrenos dentro de la propia composición musical e intentando no salirse del tiesto con ocurrencias y experimentos dudosos. Aunque el disco es en parte conceptual al dedicarlo a estos benditos fantasmas de la “contracultura”, no han sacrificado el estilo prog melódico que los caracteriza en ningún momento y todas las piezas gozan de variaciones e interés.
En 2017 aparece “We Are Legend” con tan solo tres largos temas. Robert Reed es un maestro en instrumentar sus teclados como si fuesen una gran orquesta y en cada disco se aprecia un mayor desarrollo y complejidad al respecto. Este disco es similar en la forma al “Metamorphosis”. Los 26 mtos de “Trojan” son para dedicar bastante atención a los detalles. La música a veces parece algo más fuerte e intensa que en otras ocasiones pero estos tipos son tan profesionales y detallistas que se pueden permitir el lujo de jugar con las dinámicas y los tempos a capricho y el resultado siempre roza la excelencia. Entramos en 2020 año de alegrías diversas y graban “Masters Of Illusion” con claras referencias al cine clásico de terror y a figuras como el actor rumano Bela Lugosi que en 1931 hizo de Drácula. En este disco se nota que estamos ante una banda ya veterana y muy madura en su propio estilo que ha sabido seguir la tradición del mejor rock sinfónico clásico dándole vitalidad y respetando sus principios que no son otros que hacer música de calidad para gente que escucha música al margen de modas, tendencias y tiempos sin necesidad de dar explicaciones a nadie. Sin tener que demostrar ya nada ni pertenecer a ninguna tendencia estúpida.
En 2022 aparece el último trabajo hasta la fecha. Una revisitación clásico-sinfónica de “The White Witch”. A symphonic Trilogy” efectivamente pieza clave de su primer Revolutions llevada al mundo académico pero con una compleja instrumentación tecnológica de teclados y algún colaborador. Para mi metido de lleno en la música clásica desde adolescente es algo familiar, pero si la tendencia es distinta puede que no sea un disco para todos.
De cualquier forma, Magenta hagan lo que sea en un futuro ya tienen su sitio en la historia.
Alberto Torró
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