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Panna Fredda - Uno (1971)

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 Hay discos que no nacen: se invocan. Uno de Panna Fredda es un espejo roto donde se refleja el fin de la inocencia prog. Es el sonido de un grupo que vio el fuego de los 60 apagarse y decidió prender su propio incendio, aunque fuera el último. Aquí no hay paz ni complacencia: hay Mellotrones como cuchillas, voces que parecen oráculos y guitarras que cortan el aire como un ritual de medianoche. Si el rock progresivo italiano tuvo un momento oscuro, fue este. Y se siente glorioso. Cuando salió en 1971, Uno fue como un conjuro lanzado en una plaza vacía. Pocos lo escucharon. Menos aún lo entendieron. El disco quedó flotando en el limbo, mientras las luces de los 60 se apagaban y el rock italiano se metamorfoseaba en algo más grande, más extraño. Panna Fredda no tuvo tiempo de convertirse en leyenda en su momento: el servicio militar, la censura y la maquinaria de la industria los trituraron antes de que el humo se disipara. Pero los discos malditos no mueren, solo esperan. Con los añ...

Canterbury Ways: THE MUFFINS - MANNA MIRAGE (1978) (colaboración Alberto Torró)

Manna Mirage de The Muffins fue el primer disco no ingles que escuché completamente encuadrado en el sonido Canterbury. Lo compré vía importación,y  creo recordar que fue una recomendación de algún enteradillo, entre el 80 y el 81. Con la caca musical que llovía en esos años, estos discos suponían un alivio considerable. La portada no me gustó nada. Porque todos sabemos que el envoltorio influye a la hora de comprar, aunque te cuelen una mierda. No fue el caso afortunadamente, aunque tengo que reconocer que me costó asimilar éste LP que en un principio me pareció frío como el hielo aunque con bonitos desarrollos,  y  en parte ya estaba encuadrado en algo que luego nos sería mucho más familiar como es la etiqueta Rock In Oposition (R.I.O). 


Manna Mirage fue el debut de esta banda norteamericana originaria de Maryland y, a mi parecer, el único disco puramente canterburiano de su discografía, donde los pasajes instrumentales tenían su encanto. Lo intenté con el siguiente  titulado “185” y aquello fue demasiado para mí. Muy complejo y avandgarde para mis inclinaciones de aquella época y yo para rarezas, prefería las de Zappa (jejeje). Con los discos de Henry Cow me pasó parecido, ahora me encantan, pero en aquella época me parecían terroríficos e inaudibles. De hecho Fred Frith, el guitarra de los Cow, se alió con estos norteamericanos y les quitó por completo el encanto melódico de su primer disco, el que nos ocupa. 

El más asequible de los nueve editados y para los fans sin duda el mejor. La banda la integran cuatro multi-instrumentistas  de alto nivel en las esferas del free jazz más avanzado y al igual que los Master Cylinder, de los que hablamos la semana pasada, se acompañaban de una nutrida sección de viento. En cuanto puse el disco me vino a la mente el Third de Soft Machine y nuevamente los Hatfield & The North y los National Health. 


La música extraordinaria. Sin paliativos ni peros y cuatro piezas completamente instrumentales. Dos muy extensas: un homenaje a la legendaria aviadora Amelia Earhart con 15 mtos y otra de 22 de título muy explícito: The adventures of Captain Boomerang con una generosa instrumentación entre vientos, percusiones, guitarras y teclas variadas. El trabajo es muy imbricado y viene lo del tópico de que cuantas más escuchas mejor. Claro que sí, como debe ser, para no quedarnos en la superficie. El esfuerzo te dejará a gusto. El sensacional piano eléctrico y la combinación con los complejos entramados de los vientos (muy variados: piccolos, clarinetes, saxos, trompetas, flautas, oboes, trombones , tuba etc) te dejará con ganas de más música. 

Un LP fabuloso y una pena que posteriormente cambiasen a derroteros más experimentales e intelectuales de música ardua de escuchar para las típicas élites de audiencias  snobs y aburridas. Pero este disco es un pecado no tenerlo y a ser posible en el vinilo original.









Formación
Billy Swan: bajo, piano, guitarra, percusión
-Paul Sears: batería, percusión
-Tom Scott:vientos
-Dave Newhouse: teclados, flauta, percusión








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