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Rick Wakeman – The Burning (1981)

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 En 1981, Rick Wakeman —el mago de las teclas de Yes y arquitecto sonoro de álbumes conceptuales colosales— se apartó momentáneamente de los reinos progresivos y bajó al bosque oscuro del cine de terror. The Burning, un slasher temprano de la era dorada del género, necesitaba más que gritos y sangre falsa: necesitaba atmósfera, tensión, ese pulso invisible que hace que la audiencia sienta que algo se arrastra detrás de ellos. Wakeman, siempre inquieto, tomó el proyecto como un laboratorio sonoro. Grabó la banda sonora en su propio estudio, usando un arsenal de sintetizadores analógicos, efectos de percusión y capas minimalistas que parecían respirar. Lo que logró fue más que música: fue una selva de sonidos metálicos y notas disonantes que se entrelazan como ramas. Cada crescendo, cada vibración de sintetizador, construye la sensación de aislamiento y peligro, convirtiendo al bosque en un personaje más. Para un público que esperaba otro clon de Friday the 13th, The Burning ofreció ...

Fumitaka Anzai – Kyrie : Canto Cybernetico (1999/ Apricot Systematic)

 Os presento a un teclista japonés del que la red no suelta prenda. Al menos no mucha. O lo hace en japonés y es lunes, tuve un finde vikingo, y no estoy para traducciones cuneiformes. Sé que se desenvuelve por el mundo del anime, los video-juegos y film scores. Suficiente para asegurarse el plato de alubias holgadamente. He contado como una decena de álbumes propios, desde su debut en 1982. 



"Kyrie : Canto Cibernetico" es, como deja claro su título,  música sacra o procedente de ésa inspiración. Pero en temática místico- electrónica,  como bien refleja la introducción  de "Asperges Me" (4'31), dentro de una frondosa ensalada analógica  llena de sabrosos condimentos. Y la importante voz de una soprano de la que desconozco su nombre. Pero que brilla en todo el disco, y aquí entre una enredadera secuencial de tentáculos sintéticos de instantánea y magnética melodía. No tiende en exceso a lo oriental y me sorprende, lo hace de un modo muy subliminal. 

En "Vidi Aquam" (5'34) el Rhodes hace imponente acto de presencia con efecto phaser e inmenso gusto en el planteamiento kosmische. La voz de la soprano se funde en un nirvana electronic-space y es un instrumento más en la masa sonora cibernética. Sin ser lo mismo, un ejemplo sería el "Odes" de Irene Papas y Vangelis. También los teclados traen al recuerdo a Tim Blake. Imagino la sonoridad de "Kyrie Eleison" (7'40) en una catedral, como hicieran Tangerine Dream en Reims en los 70, y se me eriza y empalma todo. Un templo cualquiera con buena acústica también podría valer. Que lo de las religiones es optativo y en mi caso, absolutamente irrelevante. El secuenciador de graves motoriza y ofrece un perfil de modern synth-rock, adelantado a su tiempo. La grandiosidad es vangeliana.....pero de otra manera. La escapada solista torna más por Wakeman, y éste Anzai lo ha escuchado algo más que poco.

Majestuosidad coral imponente para "Gloria" (3'38), con gruesa analogía Mooger a la Wendy Carlos. Barrocotrónica galopante que recuerda totalmente a los "Switched on Bach". Una gozada de interpretación  virtuosa a los arcanos sistemas modulares.

Como un aterrizaje de una gran nave extraterrestre, así suena "Credo" (5'12), con un diabólico computer-rhythm y voz masculina,  ahora en plena invocación a Cthulhu, (qué pasa, cada uno piensa en sus deidades!). Un solo de piano de cola absolutamente emersoniano y de orientación jazzy. Éste Fumitaka puede con todo. Y aquí se vuelve majara  entre teclas asilvestradas y enloquecedoras. 

"Sanctus" (4'52) parece en su entrada un tema disco de Pino D'Angio, pero no asustarse, que pronto se presta al recogimiento sympho-místico jazz rockoide. Tanto, que podría ser San Jon Anderson contando nuevas hazañas del gran Olias, por ésos mundos de Dios. Vuelve la kosmische más ortodoxa, de invariable pulso schulziano, para "Agnus Dei" (8'39). Con la magnífica voz de la soprano anónima,  nos lleva a los tiempos en que Klaus Schulze montó alianza artística  con Lisa Gerrard. Belleza y sofisticación orquestal grandiosa a base de inmensidad teclística en puro romanticismo. Estoy ahora mismo escuchando otro disco de Anzai, ésta vez con gran orquesta, y doy fe que éste hombre no se amilana ante tamaño reto. Simplemente maravilloso. "Ave María" (1'51) es un canto "a capella" angelical por ésta divina cantante.



Cierra éste "Magnificat Electrónico", "Offertorium" (4'57) en una ambientación más futurista que va de Kraftwerk y Yellow Magic Orchestra a Banco de Gaia o Eat Static. El único corte de sabor étnico, aunque mas arábigo que japonés. Un entusiasmante álbum éste,  que sorprende por su variedad y buen gusto, sin perder las formas para lo que fue diseñado.

Hay que investigar más a Fumitaka Anzai.

J.J. IGLESIAS


 
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