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Elonkorjuu – Harvest Time (1972)

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 La década dorada de los setenta. Sí, considero que los setenta fueron la década más prolífica; la abundancia de bandas era evidente, visible tanto para los oídos como para el alma.  Sus comienzos, con estilos embrionarios, fueron adquiriendo sustancia con el paso de los años, dando lugar a una gran cantidad de bandas que deleitaron a aquellos ávidos de un sonido nuevo; una juventud descarriada y marginal, sin perspectivas de una vida buena y plena, buscaba en esta revolución sonora que irrumpió en aquellos años lejanos, su alimento, su fuerza emocional, mucho antes del punk rock, amigos míos.  Muchas bandas alcanzaron el éxito, popularizando el concepto de rock de estadio, conciertos faraónicos, estadios y gimnasios; el rock entrelazado con el mundo del espectáculo. Pero también existen bandas relegadas y olvidadas que cayeron en el olvido del rock. Sin embargo, no se equivoquen, no interpreten esto como incompetencia, como si las bandas hubieran fracasado en el seductor...

Strawberry Alarm Clock - The World In A Sea Shell (1968, UNI)

 Crecidos como Thee Sixpence y madurados bajo el nombre de Strawberry Alarm Clock, ya engalanándose con un título de propuesta más psicodélico y acorde con los tiempos, Mark Weitz, Randy Seol, Ed King, Lee Freeman, Gary Lovetro y George Bunnell se las ingeniaron para editar en el vuelo ácido un sonido acariciado por el pop y esas armonías vocales que se magnifican en los coros. En 1968 aparecen en el largometraje Psych-Out (Richard Rush) y en 1970 se dejan querer por la invitación de Russ Meyer para su Más Allá del Valle de las Muñecas, un año después de la reestructuración que les cambiaría haciéndoles perder la melosidad y reverenciando una nueva etapa de mayor calado rock. 



Antes de la mutación en filosofía estilística, y llevando una dinamo marcada que les mantiene en onda con la escena angelina sesentas, Strawberry Alarm Clock graban The World In A Sea Shell. Aquí el combo sufrió la presión por parte de sus productores para que el contenido en cuanto a letras se refiere estuviese a la altura de unos arreglos tan preciosistas como de sencilla escucha. Desconfiando de la banda se elige para la creación de futuros éxitos a Carole King, Roy Freeman o Toni Stern, casi buscando una similitud con los primeros ardides en LP de The Monkees por aquello de dárselo todo bien masticado. Por ello, y con los miembros de la apuesta aferrándose a unos instrumentos de los que podían sacar notas doradas, el resultado es un disco variado y nunca aburrido. 



La obertura de aire bucólico y tierno de “Sea Shell” es de las canciones más hermosas que se publicaron en ese 1968. “Home Sweet Home” tiene tanto de The Beatles con sección de vientos amalgamados con violines como de un aire de los Simon & Gartfunkel en puro potaje psicotrópico en la parte central de la tonada. Palmada cálida de paseo con palmeras y cóctel bajo el sol (“Blues For A Young Girl Gone”) o candor de bossa freak y lounge con un xilofón saltarín (“Bareffot In Baltimore”). “Lady Of The Lake” es suprema, de instrumentación por la que hubiesen matado Dolenz, Jones, Tork y Nesmith. Un sueño que seguía teniendo sentido.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com


Temas
Sea Shell 2:59
Blues For A Young Girl Gone 2:38
An Angry Young Man 2:33
A Million Smiles Away 2:43
Home Sweet Home 2:46
Lady Of The Lake 3:09
Barefoot In Baltimore 2:30
Wooden Woman 2:09
Heated Love 2:00
Love Me Again 3:37
Eulogy 1:50
Shallow Impressions 3:29

 

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