Este 2025 no promete nada bueno. Todas las distopías tanto imaginables como inimaginables es posible que se cumplan. Los mayores hemos llegado a un punto de indiferencia tanto por cansancio como por aburrimiento. Por ver como todo lo malo se repite una y otra vez cual perpetuum mobile. Como si de un chiste malo se tratase no aprendemos nada y lo peor es que no queremos aprender. Si Zappa volviese a este mundo y viese a Trump y a Elon Musk dirigiendo en cuatro días próximos el sistema global como si fuese el club de la comedia no daría crédito. Millonarios tecnológicos e influencers de redes sociales dirigiendo el mundo hacia la dictadura de la estupidez y la crueldad. Si vas a tener hijos piénsatelo seriamente y medita si ya merece la pena seguir reproduciéndonos. El hada Morgana y sus visiones engañosas y espejismos han conseguido hacer de este mundo la mentira más burda y el mayor horror que podamos imaginar. Incluso refugiarse hoy en la música es casi un acto de misericor...
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JACK DEJOHNETTE - New Directions (1978 / ECM)
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Ya tardábamos en dar malas noticias. Se nos ha ido el grandísimo John Abercrombie. Guitarrista que supo acercar el rock al jazz como nadie en los 70. Y con un estilo muy tradicional, a la vez que modernizado. Era muy particular, éste músico. Desde su salida de la Berklee School of Music en los 60, fue elemento decisivo en el devenir del jazz rock más serio. Ya fuera acompañando a Johnny Hammond, Billy Cobham, Chico Hamilton, Gato Barbieri, Jeremy Steig, Gil Evans o su posterior carrera en solitario.
Con Jack DeJohnette colaboró estrechamente, con el grupo New Directions o como Gateway. He elegido éste disco en particular y no uno de él en solitario por gusto personal. Da lo mismo, Abercrombie se entregaba igual aunque en la portada del disco no figurara su nombre.
Cuánto bien hizo el sello ECM a todos los que entramos en el jazz con los "más rockeros" , vía Corea, McLaughlin, Beck o DiMeola. En éste "New Directions", álbum histórico, además del líder en la batería y piano, estaban Lester Bowie a la trompeta, Eddie Gómez al bajo y por supuesto John Abercrombie a la guitarra (y mandolina).
"Bayou Fever" (8'40) comienza ésta sesión, grabada en el Talent Studio de Oslo en 1978, con un relajado clima ambiental grupal. Abercrombie juguetea con las melodías de Bowie, mientras bajo y batería hacen lo propio por su lado. A pesar de los dos frentes, todo encaja en un completo entorno armónico. Las intervenciones de Abercrombie son continuas, pero no interfieren para nada a las del resto, sino que se retroalimentan unos a otros en alegre desarrollo.
"Where or Wayne" (12'27) marca un fuerte sello Miles Davis desde el comienzo. Lester Bowie se sale en sus fraseos, bien apoyado en todo momento por Abercrombie, que aquí demuestra su devoción por el gran Jim Hall. DeJohnette y Gómez están en continua conversación, amena, amistosa y de inteligencia melódica prodigiosa. Los cuatro por las nubes, pero la guitarra se les va del pelotón en más de un momento, haciendo escapadas legendarias.
La cara B da inicio con "Dream Stalker" (5'56) composición atribuida a todo el cuarteto. Es una experiencia "psicodélica", sobre todo por la guitarra de Abercrombie. También por las etéreas formas volátiles de la trompeta, en la línea de Palle Mikkelborg.
"One Handed Woman" (10'50) también es autoría de toda la banda, siendo el resto composiciones de Jack DeJohnette. Aquí el frenetismo coltraniano toma forma, en una carrera desbordante en sentimiento a cada semifusa. Sensacional Eddie Gómez (qué buenos trabajos con Bill Bruford), bien cubierto por esa bestia parda de las baquetas llamado Jack DeJohnette. La primera parte de la pieza es de reinado rítmico. Mientras que en la segunda es Bowie / Abercrombie quienes ganan la mano, en un tira y afloja de inspiración magnífica. Con un decreciente fader en el que canturrean el título acompañados de palmas, los muy cachondos.
Finalmente, y quiero resaltarla a modo de homenaje, "Silver Hollow" (8'23) es una preciosa balada bluesistica introspectiva. Con pinceladas pianisticas de Jack al más puro estilo Jarrett. Y susurros de la trompeta a la Miles Davis. El maestro de las seis cuerdas interviene con el tema bien entrado, dotando a la pieza de sobriedad, ternura y ágiles y espasmodicos pellizcos de genialidad. Es claramente su estilo, no hay duda. Se le unen el resto resolviendo una bellísima postal llena de intimismo y reflexión. Un bello epitafio. No será olvidado el neoyorkino. Nos queda su magistral obra para deleite y admiración de futuras generaciones.
Uno de mis favoritos.
J.J. IGLESIAS
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