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Puppenhaus – Jazz Macht Spazz (2009)

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 Una bestialidad de álbum que emerge de lo profundo del suelo para deleite de todos los amantes del Jazz Rock más desenfrenado e irreverente. Alemanes de pura cepa, gestores de los ritmos más intensos, vibrantes y creativos van entregados en copas de LSD mostrando su talento a tutiplén con una puesta asombrosa con mucho Crimson, con mucho Zappa, con mucho Colosseum. Cuna de la fecundidad progresiva en cuestión de arreglos. Entonados tributos de latón/bronce que hacen el viaje suculento. Flautas que cohabitan con los saxos dando ramalazos al cuerpo y el sabor dulce del ácido y el eclecticismo más puro logran producir al cuerpo una sensación muy cercano al éxtasis profundo, llámenlo "orgasmo máximum". Jazz Macht Spazz es una de esas obras que logran desprender virtuosismo de cabo a rabo Entre nosotros tenemos una exquisita obra maestra compuesta por una performance esmeradísima en donde se aprecian 3 puntos bien marcados: 1) Cambios de ritmos, 2) Arreglos virtuosos y 3) Pasajes

Popol Vuh – Einsjäger & Siebenjäger (1974/Kosmische Musik)

 Entré en cólera berserker el otro día. Cuando leyendo un panfleto digital "pogresibo", alguien se cargaba las últimas producciones de Popol Vuh de los 90 porque "olían a amanecer en Ibiza". Joder, y qué pasa?! Ellos lo inventaron. 



Sin Popol Vuh no existirían muchas tendencias posteriores, incluyendo la new age, el trance, trip-hop y demás melonadas post-snob. Toda la retahíla psych UK 90s les deben inspiración absoluta :

Banco de Gaia, Eat Static (incluyendo la nave nodriza Ozric Tentacles), Optic Eye, Astralasia, Saddar Bazaar, Ship of Fools, Suns of Arqa, Soma, Webcore,  Zuvuya o hasta algunos pasajes oníricos de Porcupine Tree. Todos deberían inclinar el lomo ante la figura efímera del gran Florian Fricke.

Esa falta de respeto no la he visto nunca con Tangerine Dream, aún habiendo hecho barrabasadas mayores. Así que para resarcirme, hoy traigo "Einsjäger & Siebenjäger", quinto álbum de los dioses ethno-kraut, en otra de sus múltiples maravillas. Las reflexivas teclas de Florian Fricke se mezclaban con las preciosas guitarras y percusiones de Daniel Fichelscher. Además de la etérea y élfica voz de la oriental Djong Yun. 

"Kleiner Krieger" (1'04) es algo así como una intro que inspira arcanos recuerdos y ruinas de un esplendoroso pasado. "King Minos" (4'24) destaca a Daniel en su labor de batería.  Tan bueno en el kit como con las seis cuerdas. Florian había dejado su etapa primigenia electrónica (que retomaría), convencido de que con piano y spinetta podía contagiar sensaciones igual de hipnóticas y de otro mundo. No se equivocaba. La guitarra eléctrica se encargaba de umbrales distintos. Nada es al azar. Aunque pueda parecerlo. Belleza natural en acústica transmite "MorgengruB" (2'59). Fichelscher se dobla a la eléctrica y la transparencia apacible de una ilimitada libertad se refleja en toda su positividad.

Fricke usa su magia mística para "Würfelspiel" (3'08), los platos crean irreales efectos que llenan atmósferas,  con una finísima guitarra que embriaga. Y narcokrautiza. Placer anímico cuasi-religioso. La última de las piezas cortas es "Gutes Land" (5'13). En realidad en el CD SPV de 2004 hay dos más,  "King Minos II" (1'55) y "Wo bist Du?" (5'42). Todas necesarias. Pero la última "oficial", la referida "Gutes Land", usa el silencio como otro instrumento. Keith Jarrett en Krautlandia. Sin fecha de caducidad. Nuevamente la guitarra se desdobla y teje telarañas de sueños eléctricos imposibles. De increíble cromatismo kaleidoscópico.

"Einsjäger & Siebenjäger" (19'23) aporta al fin, los cánticos espirituales de Djong Yun. En un entorno del que el sello ECM tomará muy buena nota. Y Mike Oldfield. Una suite de inacabable riqueza emocional. Donde la batería- guitarras del grandioso Daniel Fichelscher se erigen como un anónimo y sorprendente héroe que enaltece toda la obra. 



Ya no se hacen discos así. Música para la limpieza de almas en búsqueda de paz interior. Ya sabemos que de la exterior es imposible. En éste plano no nos dejan. Aunque combos como Popol Vuh intentaron siempre salvarnos de la zafiedad, a base de extraordinarias obras. Independientemente de modas y tiempos. Y la próxima vez, prometo traerlos con algo de los 90. Voto a bríos.

J.J. IGLESIAS


 
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