Entrada destacada

Panna Fredda - Uno (1971)

Imagen
 Hay discos que no nacen: se invocan. Uno de Panna Fredda es un espejo roto donde se refleja el fin de la inocencia prog. Es el sonido de un grupo que vio el fuego de los 60 apagarse y decidió prender su propio incendio, aunque fuera el último. Aquí no hay paz ni complacencia: hay Mellotrones como cuchillas, voces que parecen oráculos y guitarras que cortan el aire como un ritual de medianoche. Si el rock progresivo italiano tuvo un momento oscuro, fue este. Y se siente glorioso. Cuando salió en 1971, Uno fue como un conjuro lanzado en una plaza vacía. Pocos lo escucharon. Menos aún lo entendieron. El disco quedó flotando en el limbo, mientras las luces de los 60 se apagaban y el rock italiano se metamorfoseaba en algo más grande, más extraño. Panna Fredda no tuvo tiempo de convertirse en leyenda en su momento: el servicio militar, la censura y la maquinaria de la industria los trituraron antes de que el humo se disipara. Pero los discos malditos no mueren, solo esperan. Con los añ...

MICHEL POLNAREFF - Polnareff’s (1971, Universal)

 Pretérito inclasificable de la corriente francesa, emulador de la chanson por los derroteros ye-yés y amerizando en 1974 entre el oleaje glam culto, Michel Polnareff no fue precisamente un niño mimado por los adictos al pan de baguette. El sencillo sesentas “La Poupée Qui Fait Non” le consiguió impagables fanatismos entre la juventud gala, no así su cambio de década sin ataduras con las que frenarse. 



Michel no estaba dispuesto a ocultar su homosexualidad para contentar a unos pacatos conservadores que le empezaron a censurar desde el primer momento que se echaron al monóculo la portada del elepé en directo Polnarévolution, con el vocal e instrumentista luciendo femenina pamela y broche a juego –carpeta que se potenció con un desplegable en el que levantando un leve blusón, Polnareff enseñaba sus posaderas a la crítica malencarada–. Entre medias de todo el canto a sus principios que terminó por obligarle a un temporal traslado hacia Norteamérica para grabar sin tapujos o vendas estúpidas, el joven de Nérac (Francia) asaltó su país con un álbum tremebundo que desprendía por cada surco el talento cual genio pianista atesorado en su infancia más precoz y superdotada para las teclas. 



Con permitir el rodaje a “Voyages” podrás convencerte de que únicamente Michel Polnareff es capaz de avanzar en pocos minutos del arreglo sinfónico para orquesta a un pop funky que no amargaría a cualquiera de los capitostes de la blaxploitation. “Né Dans Un Ice-Cream” tiende a aunar el rock con pasajes relajados de flauta y coros envolventes, aunque en “Petite Petite” entronque con el “It’s Too Late” de Carole King. La descarga caliente dotada del sabor chicano de El Barrio neoyorquino se inyecta en “Computer’s Dream” y el recuerdo francófono con estribillos a lo The Mamas And The Papas florece entre los pétalos de “Qui A Tué Grand’ Maman”. Se inunda de power pop optimista en “Monsieur L’abbé” para al siguiente zapatazo materializar un soul vital anclado en San Francisco –“Hey! You Woman”–. Chardonnay. 

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com


 







                     Notasi te gusta el artículo compártelo (Facebook, Twitter, g+, etc) pulsando en                                                                                      
que está al final del artículo, de esta forma contribuirás a la continuidad del blog. Gracias





Comentarios