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ANALOG SUNSHINE - The Mountain (2023 /AS)

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 Que "la buena música es siempre buena música" empieza a ser un término relativo. Cuestionable. Si se produce fruto de IA (Inteligencia Artificial), es música engañosa. Música tramposa. Hecha a partir de datos HUMANOS previos, manipulados algorítmicamente. Fraude. Todo esto me viene a la mente cuando tengo que hablar de los norteamericanos Analog Sunshine. Para empezar, prácticamente sin información.  Que un tal Tom Bolton lo hizo él sólo a partir de una convalecencia por accidente grave. Hay un batería que le ayuda, Glenn Welman, dicen. Esto puede rebajar la sospecha, de ser cierto. Las dudas más fuertes vienen cuando se asegura que cada tema viene acompañado por un trabajo visual hecho por Inteligencia Artificial. Y quién no me dice a mí que la música también? Éste tipo de dudas llevan tiempo asaltándome.  Hasta el punto de que, de no tener plena seguridad de que sea música humana, hecha por el hombre,  me dedicaré a hablar de obras de anteriores décadas. O me pondré un top

DONOVAN - Barabajagal (1969, Epic)

 Como les ocurrió a otros hippies de pro, Donovan Phillips Leitch pasaría en los 60 de las drogas de moda a la meditación, más en concreto a la Transcendental Meditation del Maharishi Mahesh Yogi. Sus contactos con The Beatles le llevaron a asistir a la famosa concentración con el gurú de Raipur junto a los cuatro de Liverpool y al Beach Boy Mike Love. Desde ese momento, y gracias a LPs como A Girl From A Flower To A Garden o The Hurdy Gurdy Man, el chico de Maryhill, Glasgow, orienta hacia otros parámetros su lírica. 



En cualquier caso, y todavía siguiendo estos propósitos en diversos cortes del vinilo Barabajagal –ese “Happiness Runs” en clave de mantra acompañado por Graham Nash, Michael McCartney y Leslie Duncan, en el que las cuatro voces aseguran aquello de «la felicidad corre en un movimiento circular, el pensamiento es como una pequeña barca sobre el mar. Todo el mundo es parte de algo en algún sitio, puedes tener todo si te dejas llevar»–, Donovan recupera con gran acierto unas valiosas sesiones junto al Jeff Beck Group. Le quita por un momento el micrófono a Rod Stewart para cantar el tema título del disco y “Trudi”, las dos únicas canciones que aparecerían en un larga duración que se quedó sin el resto de lo grabado en aquella cita de astros. 



“Atlantis” acerca al cantautor a un sonido norteamericano del folk rock arrastrado y con estribillo para todos los públicos. “To Susan On The West Side Waiting”, con su rollo británico de pop marinero, logró enganchar, igual que el tema ya citado, el álbum a las listas yanquis. El carácter psicodélico lo espolvorea sobre “Superlungs My Supergirl”, de típica sesión en cueva de música para gente hip, con recuerdos al “Valleri” que cedieran un año antes Tommy Boyce y Bobby Hart a The Monkees. Todo ello producido por el siempre inquieto Mickie Most, profesional bregado en la escena británica renacida en dicha década.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com


 

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