PROGRESIVO DEL SIGLO XXI - 11: Eccentric Orbit (USA)
La constante actividad en la red a la búsqueda de algún grupo o músico que despierte un mínimo de interés es un ejercicio rutinario y casi siempre aburrido. Eso sí, rebuscando y descartando encuentras un montón que no me llevan a ningún sitio. Además, generalmente no suelo estar muy de acuerdo con las inevitables comparaciones, reseñas y comentarios que leo constantemente en la mayoría de productos actuales. Tampoco me dicen gran cosa las altas o bajas puntuaciones al calificar una banda en los diferentes blogs y paginas dispersadas por el mundo y por lo general nada diferente que despeje dudas. La intuición y el resultado siempre dependerá del criterio personal. Sinceramente os digo: los que escribimos de música no somos una garantía de la exactitud y de la verdad en ningún caso. Debes ser tú el que escucha un disco y determine si le es útil o no. Nosotros solo servimos de orientación y referencia. Poco más. La época de las vanidades de juventud y la ridícula verdad absoluta ya hace mucho tiempo que pasaron para alguno de nosotros.
Realmente han pasado ya muchas décadas desde que los héroes progresivos creasen este estilo. Lo bastante habitual hoy es escuchar algún tipo de sonido vintage, que normalmente venga del mellotrón, el Hammond B3, El Fender Rhodes, o el sinte Moog para colgar sambenitos y decir…mira suenan igualicos que Manolico y el Vicentico en los 70´s o cosas como los nuevos fulanito de tal recogen el relevo del Emerson y cia.
No. Nadie suena como los originales y además las tecnologías modernas en teclados y ordenadores pueden engañarnos constantemente creando esa ilusión porque “imitan” aquellos sonidos de instrumentos que eran muy pesados de transportar con esos rancios e incómodos cableados llenos de polvareda y suciedad setentera que tenían su peculiar olor a humedad revenida. Hoy la digital y la IA son demasiado asépticas y limpias y el sonido sampleado o editado solo es una copia falsa de lo antiguo. Nunca sonará igual. Otra cosa es la ilusión psicológica o las cervezas que lleves encima y la nostalgia no resuelta por la edad y el inevitable desequilibrio metal asociado a ello. La ventaja hoy de todo esto, es que siendo algo espabilao, puede ser músico aficionado cualquiera. La tienes a golpe de ratón y sofisticados programas para hacer “música” sin tener ni puta idea básica de poner un acorde mayor o menor ni saber teclear una sencilla escala natural o pentatónica.
El Kraut y la electrónica eran expertos en esto, quizá no todos, y aun así vendieron mogollón de discos elevados a la santificación mariana. La “no-music” y “estado elevado de conciencia” llegaron a decir, encima con soberbia. Pero claro. Era una época ingenua ávida de “experimentos”, “experiencias” con mucha sustancia ingerida y ninguna lógica. Mi enhorabuena. Al menos se lo pasaron bien e hicieron risas.
Lo de hoy es otra cosa y ya no tiene perdón ni ninguna mente sensata que lo defienda. Hay muchos medios hoy para hacer buena música, pero ninguna gana de aprender ninguna disciplina. Al menos algo de amor propio y unos conocimientos, aunque sean básicos son necesarios sin otras pretensiones. Por uno mismo y hasta por dignidad propia. No hace falta ser Keith Emerson o Lyle Mays, desde luego, pero hombre… al menos ser mínimamente honesto consigo mismo y no echarle tanta jeta. Por propia dignidad. Vale si todo queda en casa y no dejas salir los pajaritos de la cabeza. Esto es perdonable y hasta sensato.
No es el caso de “Eccentric Orbit” este cuarteto de Boston. Músicos expertos que ya tenían experiencia en otras bandas progresivas como “Triggering Myth”. Llevan el proyecto un par de hermanos: Madeleine Noland y Bill Noland , teclista y bajista respectivamente y bueno, tienen dos trabajos con horribles portadas pero entretenidos de escuchar. Sé que la cuestión de la música y la imagen no tienen por qué coincidir. Pero creo que si el producto es aceptable debería ir acompañado de una buena presentación gráfica. Una opinión. Sin más.
Como os decía antes, cuando una banda utiliza cierta instrumentación y formas progresivas familiares inevitablemente surgen las similitudes con los sospechosos habituales.
Su primer “Attack Of The Martians” de 2004 lo definen como un ELP era “Trilogy”… en serio? . Puedo admitir que el sonido, los cambios rítmicos y los brotes nerviosos de moog se aproximan al trio británico, pero aquí hay más variedad de influencias. El Fender Rhodes no me suena a Emerson pero si más a Kerry Minnear y a los Gigantes Gentiles. Además son instrumentales y si tengo que olvidarme de Greg Lake a la voz la “Trilogy” se me queda atrás. Hay buenas conversaciones teclísticas entre los dos keys. Maleleine la chica de la banda tocaba el saxo a los cuatro años dicen, pero tela como le pega al moog. Siendo justos el Ataque de los marcianos y sus diez mtos de prog vintage instrumental desenfrenado son muy entretenidos y lo mismo pasa con los 14 mtos de “Forbidden Planet” por cierto encantadora película de los años 50 de scifi naif-filosófico que de crio me encantó. Sinceramente el disco en cuestión te retrae a ese mundo imaginario cuando veías películas antiguas de ciencia ficción de los 50´60´s que te hacen revivir aquella imaginación infantil donde siempre estabas mentalmente ausente en las horas de clase cuando te daban el coñazo con la religión o el espíritu nacional, el latín y la historia patria tergiversada al gusto docente. Un escape mental. Quizás esos años del “blanco y negro” y del miedo diario adquirido desde la cuna porque todos venimos sin pedirlo, nos obligó a algunos a buscar una música imaginaria fantasiosa…rock sinfónico… ¡que cosas!. No existía esa etiqueta por cierto. Era 1968 yo en clase de curas mientras por ahí sonaban en las sinfonolas de los primeros bar-pubs: las noches de blanco satén y con su blanca palidez… luego vinieron los otros 69-70 The long and winding road y poco después el epitafio crimsoniano. Que tiempos.
Diez años más tarde graban “The Creation of the Humanoids” 2014 y su pasión por la ciencia ficción primegenia continua. No estoy en contra de que la AI nos supere algún día lo único que pido es que por favor no se parezcan a nosotros. Ya me da igual que sean buenos o malos pero diferentes porfa. Más malos que nosotros lo dudo o al menos no tendrán eso tan perverso como la “conciencia” “la rectitud” lo “ético y moral” que tantas alegrías han dado a nuestra especie.
La portada es incluso más fea que la anterior. Adrede sin duda alguna. Si en el anterior la sombra de ELP tenía bastante cabida, aquí la cosa se complica con la inclusión de un violín y un mellotrón, cosas que jamás habría utilizado Emerson. esos dos instrumentos pueden dar pistas de las típicas patologías de Robert Fripp. La primera y exótica pieza “Breaking Osiris” parece un cruce entre King Crimson, Keith Emerson y alguna banda prog japonesa hipertecnificada, tipo Asturias. bendecidos por los mismos fantasmas. En “Stellar Atracttion” pueden sonar algo más actuales cercanos a un elegante neo progresivo pero muy superior técnicamente a lo acostumbrado en esas bandas. Los sintes retro y el violín a lo Eddie Jobson me cambian la perspectiva. La composición es más compleja como lo harían los UK o incluso la banda prog-fusión de Bruford en los finales setentas. Muy buen nivel instrumental.
Los casi veinte mtos del tema que da título es un enérgico y pesado corte épico semi Crimson-Emerson-Jobson agitado sin compasión y sin clemencia, con medidas de tempo fracturadas, agonías rítmicas y hálitos del inframundo. Satán con diarrea y cabreado pillado en mal día. Sonidos y marchas como las babas corrosivas de Alien y un bajo que parece va a romper el hechizo de las desdichadas almas atrapadas en el abismo. A los amantes del prog estrámbótico inmisericorde les encantará. Los humanoides han cobrado vida y se van al bar a celebrarlo entre infames prostitutas cósmicas que parecen sangrar entre desgarros violinísticos y vómitos de corrosivo ácido. Estupenda pieza, jodida de tocar y de memorizar sin que ninguna alma lírica y piadosa venga a socorrerlos con alguna melodía tranquilizadora. Música antirromántica de simpática pesadilla pero fascinante. Pero lo que más me sorprende es que lo hagan unos músicos de Boston completamente alejados de las corrientes típicas USA. “Marilyn Monrobot” muy gracioso el título sigue la broma sonora de afilado espectro sonoro que se podría haber añadido a la suite anterior sin problemas. A veces también me recuerdan a cuando Flavio Premoli de la PFM se ponía extravagante a hacer locuras en medio de los largos temas de los primeros discos de la banda italiana. “By Air Expres To Venus” sigue la misma línea retro-corrosiva-cósmica. La música no tiene misericordia lírica, pero engancha por su excelente trabajo instrumental, nada fácil y sencillo de tocar. El estilo-influencia de los mencionados clásicos del prog llevado al extremo y al capricho. Disco mucho más complejo que el anterior y un desafío real para quien en este siglo XXI desee seguir por estos derroteros cosa que dudo. Mi enhorabuena por semejante nivel y calidad técnica, aunque al final se agradece el descanso del silencio y quizás se eche en falta la ausencia de alguna delicada melodía instrumental aunque solo fuesen unos pocos minutillos de nada para poder respirar más despacio. Música para condenados al infierno.
Alberto Torró
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