Jacco Gardner – Somnium (2018 / Excelsior)
Hace unos años, apareció en tabloides fuera de nuestra jurisdicción, (más bien en círculos indie y demás moderneces insustanciales), la figura de Jacco Gardner. Holandés en la veintena que, en la línea de éstos escribas, trataban de venderlo como el nuevo Mesías que nos iba a salvar..... los próximos cinco minutos.
Productor, multinstrumentista, compositor, sintetista, todo un fenómeno. Para ellos, único y sin parangón. No. Lo que pasa es que éstos desinformados no conocen ni un 0'50 de la escena underground mundial. Y cuando algo les llega, lo suben al altar en cerocoma. Tanto "Cabinets of Curiosities" (2013) como "Hypnophobia" (2015) fueron dos buenos intentos de retro-psych, Syd Barrett homenaje. Con baroque psych y vetusta analogía, y Mellotron a la cabeza. Alguno se merece que le caiga uno desde un sexto piso. En "Hypnophobia" incluso suena a veces a Porcupine Tree del comienzo, allá los 90. Para éstos lumbreras de lo más actual, Gardner había inventado lo de rescatar vintage synths. Me parto y me mondo. Cierto que lo hace bien, recreando momentos proto-prog sixties con inteligencia y respeto. Único en el mundo? Ja.
Llegó el 2018 y se alejó un tanto de aquel estilo, aquella zona de confort que le proporcionó el "hype". "Somnium" (2018) era completamente instrumental , sin pausas, con los temas encadenados. Y mayormente electrónico , ambient y con el kraut muy en mente. Después, prácticamente no se ha sabido nada de él. Claro que, presentando "Somnium" en shows de 40 minutos, sólo puede presagiar que la desgana invadió a éste "nuevo Mesías", que venía a desbancar de su trono a Steven Wilson. Tururú.
Vale, "Somnium" fue un paso más allá, valiente y comprometido. Quizá demasiado para sus "fans acérrimos de la semana". Masterizaba Simon Heyworth (Mike Oldfield) y eso ya dice mucho.
La inicial "Rising" (4'09) ofrecía nebulosa de vetusto instrumental teclístico, con un aura de romanticismo vangelisiano lleno de poder sentimental. Busca la implicación espiritual del oyente, y eso le honra.
"Volva" (1'53) incluye instrumentos orgánicos rock. Y suena a banda sonora de Jess Franco con vampiras calentorras. Buena recreación. Que precede a "Lagrangian Point" (4'04), con languidez acústica y sinte melódico-depresivo que no anda lejos de paisajes Downer británicos. Como un outtake de Fantasy o England.
"Past Navigator" (2'15) tiende al Giallo sonoro de un Piero Umiliani, tanto como a Cluster o Harmonia. Y continúan las ambiguas tesituras con "Levania" (2'45). Algo entre Morricone, Library Music y Can. Sin pausas, lo kosmische entra en escena en "Eclipse" (4'32). Muy al modo del último Steven Wilson (al que Gardner se ve que siempre le ha seguido la pista). Orgánico space rock con congas, bajo, batería y drones de planteamiento Modular muy personal. Casi a lo Florián Schneider a mitad de los 70.
Se adentra en la space age 60s en "Utopos" (1'43), construyendo un mecano electrónico de línea Tomita. Resulta ágil, y es un buen puente para "Rain" (7'10). Deuter, Eno o Philip Glass toman forma inspirativa en la pieza más extensa del disco. Genuino moldeo krautie, por otro lado. Que nos lleva por esencias Michael Rother, Achim Reichel o Manuel Gottsching sin mucho esfuerzo. Ingravidez melódica que siempre busca la calidez humana, el ambient sentimental, con alma. Gardner lo tiene muy presente, y eso sube puntos. Enlaza con "Privolva" (6'07), otra con olor a rancio Library de exquisito diseño Can. Ésa infalible fórmula de Irmin Schmidt que hace que algo aparentemente viejuno, suene como a la última. Un misterio. Magia del Vishanti.
Y con densa mística se nos presenta "Pale Blue Dot" (2'05), de perfecta oscuridad para una pesadilla de Dario Argento.
De nuevo es Isao Tomita el invocado en "Descent" (3'48), con analogía esculpida en melódica irreal, de fantasiosa belleza debussyana. Música para créditos finales de la película imaginaria. Y un cierto aire floydiano.
Cierra definitivamente "Somnium" (2'16), con astuto equilibrio Can / Oldfield de resultado apto y convincente. Y un notable álbum que dio un paso de gigante en la evolución de Jacco Gardner. Un tercer paso tomado con riesgo y valentía. Un más que probable cierre de puertas para la parroquia de los dos primeros discos. Pero que le abre infinitas posibilidades al adentrarse en la experimentación progresiva de los 70. Lleva años de silencio. Algo trama.
J.J. IGLESIAS
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