LA DÉCADA DE LA SEQUÍA Y EL NEOPROGRESIVO 9. Citizen Cain.
Entramos en un terreno menos conocido, pero no por ello menos interesante. En mis tiempos ya muy lejanos fui un fanático de Genesis y supongo que como la gran mayoría de prog-sinfónicos que me seguís por este blog. Cuando los vi en directo en San Sebastián allá por el año 1981, gira Abacab, creo recordar, fue posiblemente el disco más horrible que he escuchado en mi vida al igual que los que siguieron. La desilusión que me llevé fue de proporciones dolorosas y de cabreo absoluto. La primera vez que veo a mi banda favorita y asisto a una música de mierda con algún recuerdo a su pasado que tocaron de forma mecánica, sin alma y despreocupada. Qué asco me dije. Quieren ser estrellas del pop. Todo por la pasta. Hoy naturalmente esto me produce risa.
A día de hoy, el escepticismo y el desengaño es la norma en las generaciones más añejas como la mía. Sencillamente porque hemos dejado de tomarnos en serio casi todo. Es una liberación os lo aseguro. La estupidez que se quedó atrás pesa demasiado y gestionarla es cuestión de abrir el contenedor y que caiga completa. Tiempo atrás quizás estas vanidades de pensar que lo bueno pudo durar eternamente fueron producto de la ingenuidad. Naturalmente si ocurrieron, pero a día de hoy mantener esta esperanza, en un mundo que no la tiene en ningún aspecto, donde el peor de la clase es el que dirige y el subnormal gobierna, me parece una actitud ineficaz. Pensar que las cosas pueden cambiar es estúpido. Cambiar el entusiasmo por el humor y el sarcasmo es lo que procede. De hecho, como diría Groucho Marx desconfío de cualquier grupo o asociación que admita a un tipo como yo. Es un verdadero horror pertenecer a algo o formar parte de cualquier club por muy guay que parezca. Al final de la vida solo hay cosas que sirven o no sirven para nada y lo que sirve de verdad es muy simple y sencillo. Cuanto más lejos estés de todo mejor o menos malo. Lo malo es que hay que hacerse viejo para darte cuenta.
Los años 80 y su peculiar movimiento prog también sirvieron de semilla para la siguiente década. Los años 90 casi se interpretaron como una especie de “revancha”. El neo progresivo se había envalentonado. Incluso diría que de alguna forma intentó ser orgulloso en sus principios y algunas viejas glorias y bandas setenteras intentaron volver al camino cual hijo pródigo. El paso del tiempo no perdona y las malas decisiones menos. Tardío examen de conciencia. Quedarse a medio camino o decir hemos conseguido reactivar la “esencia” resulta delirante. El caso octogenario de Yes y algunos más como Jethro Tull, repitiendo lo imposible, sin dinámica, sin ideas y sin vida es un ejemplo a lo que no hay que llegar y los pocos que quedan comparten la misma tragedia. Es lamentable ver a músicos envejecidos moverse ridículamente en el escenario y cantar sin voz. Perder el sentido del ridículo y masacrar la dignidad es patético cual estrella de cine venida a menos. El encanto de la decadencia. Algunos entienden una retirada a tiempo otros no.
Que los alumnos y los imitadores ya lo hagan mejor que el maestro fue algo que vivimos en la década de los años 90. No soy muy partidario de las famosas bandas tributo. Que conste. Algunas hoy lo hacen asquerosamente perfecto y a mí me resulta repelente. Estoy escuchando los temas que me gustaban tocados por otra gente y es como una imitación de cualquier producto sin el punto de originalidad. Es una letanía de repetición monótona. Una lectura de partitura mecánica. Acaba siendo insoportable. Una banda tributo de las que hoy pululan acaban resultando como un musical del Rey Leon, Malinche o Mamma Mia.
Exageraciones y gilipolleces aparte: Citizen Cain en efecto eran un clon de Genesis pero solo en sus primeros dos discos y a diferencia de las bandas tributo su música eran composiciones propias. Cogen la forma, tal como hizo IQ y la composición la hacen propia y original. Aunque esta banda de origen escocés inició su andadura a principio de 1980 no llegaron a grabar su primer largo “Serpents in a Camouflage” hasta 1992. Imagino que como todos tocando en garitos, pubs y antros de amiguetes. La esencia de esta banda se centra prácticamente en dos elementos. El cantante, flautista y bajista George Scott “Cyrus” para los amigos y el teclista Stuart Bell. En su segundo disco de 1994 “ Somewhere but Yesterday” parecen una continuación del Foxtrot-Selling England casi descarado. La voz de Cyrus es como un Gabriel desgarrado y el teclista Bell se ha escuchado las progresiones de acordes y digitaciones de Tony Banks hasta la saciedad. Este segundo trabajo es sin duda lo mejor que hicieron y la música aunque tremendamente familiar es sumamente agradable. Los tres siguientes trabajos son completamente diferentes y mucho más oscuros. La influencia genesiana desaparece y endurecen su sonido. No son discos malos, pero no es una comida que pediría en un restaurante. En general Genesis fue la banda de referencia para casi todas las bandas neo de la época aunque terminasen siendo la mayor decepción en la historia del rock sinfónico. La mayor prostitución y el mayor descaro comercial.
Alberto Torró
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