LA DÉCADA DE LA SEQUÍA Y EL NEOPROGRESIVO 8: Pendragon.
En la Inglaterra de finales de los 70´s como ya he repetido en reiteradas ocasiones se estaba produciendo un desmembramiento y caída sin remedio en la mediocridad contractual por parte de los césares romanos clásicos de las bandas progresivas de primera generación. Los discos se hacían por viejos compromisos con las grandes compañías. Pura firma de contrato. Puro papeleo. Lo que había subido muy arriba tenía que bajar tal como rezan las bases de la física primaria.
Los empresarios que habían visto un filón años atrás no calcularon bien los drásticos cambios en los gustos ni la caída del Imperio. Por eso bandas como ELP, Gentle Giant, Renaissance, Jethro Tull, Génesis, Yes, Camel y otros sacaron discos horribles en torno principios de los 80. Había compromisos, burocracia administrativa y pocas ganas y lo peor, la gente se había pasado en un abrir y cerrar de ojos al punk, la new wave, el synth pop, el heavy metal y la electrónica disco. Así les fue. Los resquicios de un poco de sensatez quedaron en manos de jóvenes ilusionados que habían visto conciertos de los grandes un par de años antes y más concretamente de las melódicas y líricas guitarras solistas de gente como Steve Hackett, David Gilmour, Andy Latimer o el propio Mike Oldfield.
Esto le pasó al guitarrista y líder de Pendragon Nick Barret en 1978 natural de la zona de Gloucertershire, que junto con Nik Carter Peter Gee y Nigel Harris comenzaron a patearse garitos donde la gente apreciaba una música un poco más interesante y con cierto poso de nostalgia de tiempos mejores. En toda enfermedad, algunas células y neuronas no resultan dañadas excesivamente y consiguen salir adelante. El Marquee londinense era un pequeño garito donde solían juntarse estas criaturas solitarias y al parecer de los pocos sitios de la gran City donde se podía escuchar música algo decente. Tanto Marillion, IQ, Pallas, Solstice y Twelfth Night tenían influencias que oscilaban entre Genesis y Yes. Prácticamente era una exclusiva en la mayoría de bandas neo progresivas del panorama británico. Sin embargo, en los primeros discos de Pendragon encontramos más influencias de Camel y Floyd, incluso algún ramalazo de fusión tipo UK. Pero eso sí, sin tanta cafeína y pulso.
Mi disco favorito de Pendragon es el primero “The Jewel” de 1985. Exceptuando su primer EP de 23 mtos “Fly High…” creo que es su trabajo más fresco. Probablemente lo sea también por su primer teclista Rik Carter que me resulta mucho más “vintage” y agradable que su sustituto para el resto de años como fue Clive Nolan. Yo soy adicto a los solos y vuelos rápidos de sintetizador, más que al trabajo de “colchón” de la mayoría de bandas neoprogresivas y Carter tenía esos impulsos de la vieja escuela. Lástima que solo estuvo al principio en la banda.
El siguiente “Kowtow” de 1988 sería la primera decepción y un cambio brusco hacia el pop casi AOR con escasos momentos salvables. A partir de 1991 al 96 vendría la tríada por la que son más conocidos: “The World”, “The Window of Life” y Masquerade Overture”. Mejor sonido. Mejor producción y una línea melódica, muy agradable, pero algo superficial. Una especie de Disney prog. También los hubiese preferido totalmente instrumentales. Reconozco que Barret es un buen guitarrista, pero nunca he soportado la voz de esta banda. Bonitas portadas y un decente espectáculo en vivo. Los llegué a ver en Barcelona en los tiempos de mi fanzine Lunar Suite. En los 90 vi muchas bandas de este estilo. El neoprog de esa década se había consolidado lo suficiente para que las bandas empezasen a aparecer como setas y claro, como la bronca sonora vende mucho más y la pone más dura machirula, el neo prog ingenuo acabó cediendo convirtiéndose en metal progresivo y ya nada tuvo que ver con esta historia. Todos le vieron las orejas al lobo. Menos lirismos y fantasía y más doble bombo a toda hostia, voces gritonas, tatuajes, ventosidades guturales y negrura estética hasta en la polla más bajo machacón saturado con guitarra ensordecedora ultratecnificada. El infierno de Dante. Al final los Dream Theater se harían los jefazos de la secta de la pesadez y el negocio y de alguna forma obligaron a endurecerse al resto.
En los 90 paralelamente al cuero y a los hombres de negro, el neo-progresivo aséptico aparecía ya por todas partes, pero también abundaba la mediocridad y el aburrimiento con una falta absoluta de gracia y chispa. Son tantos soporíferos que no me apetece nombrarlos. Algunos lo hicieron mejor que otros ya que no perdieron su forma y su personalidad por completo. Pendragon efectivamente endurecieron su música y perdieron parte del encanto inicial. A partir del “Not of This World” del 2001 no les he prestado demasiada atención y no creo haberme equivocado. Sinceramente a partir de cierta edad perder el tiempo cada vez más acortado, te despista de otras cosas más interesantes
Alberto Torró
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