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Panna Fredda - Uno (1971)

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 Hay discos que no nacen: se invocan. Uno de Panna Fredda es un espejo roto donde se refleja el fin de la inocencia prog. Es el sonido de un grupo que vio el fuego de los 60 apagarse y decidió prender su propio incendio, aunque fuera el último. Aquí no hay paz ni complacencia: hay Mellotrones como cuchillas, voces que parecen oráculos y guitarras que cortan el aire como un ritual de medianoche. Si el rock progresivo italiano tuvo un momento oscuro, fue este. Y se siente glorioso. Cuando salió en 1971, Uno fue como un conjuro lanzado en una plaza vacía. Pocos lo escucharon. Menos aún lo entendieron. El disco quedó flotando en el limbo, mientras las luces de los 60 se apagaban y el rock italiano se metamorfoseaba en algo más grande, más extraño. Panna Fredda no tuvo tiempo de convertirse en leyenda en su momento: el servicio militar, la censura y la maquinaria de la industria los trituraron antes de que el humo se disipara. Pero los discos malditos no mueren, solo esperan. Con los añ...

DAVID + DAVID - Boomtown (1986, A&M Records)

 David + David es uno de esos duetos que puede recuerde algún norteamericano nostálgico y con morriña ochentas dado al rock maduro –que no necesariamente al adult oriented rock–; a esa vertiente que, como bien ejemplificó Tom Petty, no debe hacer ascos al pop elegante y correctamente tratado. Los hoy olvidados David Baerwald y David Ricketts, reputados mercenarios de Los Ángeles, quisieron dejar su impronta sin tener que figurar tras alguna estrellita en ciernes. Así se comprende un alumbramiento cual Boomtown, LP que siente las pulsaciones, los latidos de ese hogar del estadounidense medio. No son hijos de la fábrica y el barrio obrero a lo Springsteen, lo suyo es más delicado aunque no por ello menos sincero.


Su sapiencia en cuanto a estudios de grabación y nuevas tecnologías se refiere les lleva a tantear arreglos de electrónica o algo de programación, mientras sus miras están entre el John Mellencamp de bar nocturno y un Bob Seger sin la incorruptible crudeza de los grandes estadios. “Welcome To Boomtown” apareció coronado como sencillo estrella cuando la funk-pop “Swimming In The Ocean” la superaba en originalidad de largo, con bases que cualquier acólito de King Crimson reconocería como herederas de esos progresivos que se tendían ante la comercialidad creciente con un vinilo titulado Beat (1982).


“Swallowed By The Cracks” y “Ain’t So Easy” hacen el resto, aunque un fugaz imperio no les dio para reinar ni en los coletazos de su década. Incomprensible. A día de hoy son referenciados por aparecer en los créditos del Tuesday Night Music Club de Sheryl Crow, en lugar de buscar en los estantes de las añejas tiendas de discos y gastarse unos dólares –euros en nuestro caso– para revivir un pedacito de 1986.

por Sergio Guillén

sguillenbarrantes.wordpress.com




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