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ANTARES - Sea of tranquillity (1979)

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 Estamos ante uno de esos casos que suceden en condiciones desfavorables y que desembocan en un final rápido e indoloro. A estos chicos se les ocurrió publicar su primer trabajo en un año horrible para el progresivo, pero si a eso le sumamos que no destaca por originalidad, o un nivel de calidad que pueda sacarlo de la mediocridad, y llamar la atención de algún medio capaz de darle una merecida difusión, el resultado suele ser un ingreso en el mercado que pasa absolutamente inadvertido. En aquel momento la atención se había desviado a las nuevas tendencias que surgían del hartazgo juvenil, precisamente contra toda la corriente anterior. El panorama estaba saturado de progresivo setentero y lo que abanderaba ANTARES no era sino más de lo mismo. Además su fabricación fue de pocas copias, con lo que su aparición y divulgación en las tiendas tuvo que ser meramente anecdótica, quedando como un producto que con los años, se ha ido convirtiendo en una especie extraña deseada por los colec...

YES - The Quest (2021 / InsideOut-Sony)

 Soy negacionista? No, soy afirmacionista. Soy tragacionista? Algo, porque he vuelto a picar (que no pecar). Conste que los dos últimos lives no los tengo. Que ya vale. Uno es fan, no gilipollas. Pero esto es otra cosa. Es otra cosa en todos los sentidos. Seis tíos. Si, Jay Schellen aparece en foto como uno más, aunque no lo acreditan (!?). Y las baterías informan que fueron todas grabadas por Billy Sherwood en los Uncle Studios de Los Angeles. Así que, quién cojones ha tocado la batería aquí? ..... Cualquiera menos Alan White, me temo. La buena noticia es que produce y salva, San Steve Howe. Aunque aquí hay dos claras facciones compositoras. Davison / Downes por un lado y Howe de solateras,  por otra.



Claro está que la joya de la corona, la CANCIÓN que vale el álbum por sí sólo, es "Dare to Know" (5'56), propiedad del guitarrista. Preciosidad que pudiera estar en "Fragile", o la segunda cara de "Close to The Edge". La orquestación de Oleg Kondratenko atrapa algo de su antiguo gusto por Stravinsky. Gana todavía más. Capturando el sentimiento Yes en su más pura esencia. Sólo me quejo de que no la cante Jon Anderson. No soy anti-Davison, pero la imagino con su vocalista fundador y salibo. Es la segunda, abre el álbum la polémica "The Ice Bridge" (6'59). Ya llevó su propio culebrón rumorológico por plagio. Ahí se quedó la cosa. Nada que unos buenos abogados y pasta bajo mano no pueda arreglar. Es un corte tipo Yes-espectáculo,  muy currada instrumentalmente y que tiene un enérgico gancho. "Minus the Man" (5'14) posee sello Davison, y me alegro. Porque  la escribe junto a Sherwood y podían haberla cagado si cae del lado de éste. Pero no, la andersonitis perdura, gracias a los dioses topográficos.



La experta mano de Howe lo lleva todo en "Leave Well Alone" (8'05). Canta y no asusta, por fin conoce sus limitaciones. Hay orquesta que llena y colorea. Guapos cambios en sus tres partes diferenciadas, duetos vocales con Davison. Y guitarras yesmaníacas de primer nivel. El Hammond es un instrumento muy protagonista a lo largo del álbum. Que digo yo, que para eso se coge a Tony Kaye para ése menester, y oficializamos más la cosa. A Downes lo dejamos con sus mantos de sintes y a correr. Da gusto escuchar a Howe, de verdad. Y un portento de la naturaleza su magnífica forma, (recuérdese pesadillas como la de Blackmore). En "The Western Edge" (4'24) algo de suelta le dan a Sherwood, que como avatar de Squire está perfecto. Por fortuna lo tienen atado en corto, que de otro modo, te clava un World Trade/Conspiracy, (o lo que es peor, un Arc of Life!), en cerocoma. Es un bonito tema "Future Memories" (5'08), obra de Davison. Casi es americana al estilo Yes, (y no el único). Pero hey, ésas eran sus raíces  cuando empezaron en los finales 60, así que bien cogido. 

El segundo disco, que en realidad es un mini-álbum de 25 minutos, resulta un curioso experimento que ya comenzó en "Heaven & Earth", (aunque éste está a años luz de aquel). Imagina un downer acoustic entre Druid, Wally,  Southern Comfort, Quiver,  Help Yourself o McGuiness Flint. Agradables canciones de no mucha duración.  A excepción de "A Living Island" (6'47). Juraría que todo con una querencia cercana al añejo pub rock 70s de raíces, verbigracia de las acústicas,  slide y steels del enorme Steve Howe. 



Mire usté,  yo la discografía de Yes la divido en tres categorías. De primera, segunda y hasta tercera división. "The Quest" estaría entre los de notable alto de la segunda. Que visto lo visto, y la desidia creativa de ARW, es mucho. También podemos decir que es uno de los mejores discos de Steve Howe en solitario. Y una de las sorpresas del 2021.

J.J. IGLESIAS


 







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