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LOS ESTANQUES - IV (2020/ Inbophonic)

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 Creo recordar que ya tuvimos por aquí a Crayolaser como sinónimo de originalidad dadaísta y estupendo-desconcertante álbum. De allí saldría Iñigo Bregel (voz, teclados, guitarra) y se juntarla con otra panda de vulcanianos, ahora desde Madrid, dando forma a Los Estanques. En 2017 editaron su primer pecado contra la realidad, "Contiene Percal". "II" y "Los Estanques" le siguieron, siendo aclamados como los nuevos Marx Bros del pop psych & prog surrealista.  En el Año Oficial de las Idas de Bolo, 2020, editaron "IV". Y claro, estaban en forma, para tan alocados días.  "No hay vuelta atrás" atrae recuerdos del rock arg spinettiano, en mi "molesta" opinión. Fernando Bolado sujeta riendas de bajo imperante junto a una batería sorpresiva, la de Andrea Conti. Mientras que ésa sibilina wah wah funk del guitarrista Germán Herrero construye un armazón donde una brass section se adueña de un excelente feeling zappero. Bregel canta

Cinderella o la banda que esperó en la estación del descorazonado

 Cualquiera podría pensar que con sólo cuatro elepés de estudio, una banda como Cinderella no merecería lucir destacada frente a otras con mayor recorrido. Sin embargo, Tom Keifer y su agrupación lograron mucho más gracias a esas grabaciones que decenas de bandas con discografías kilométricas. Sólo hay que escuchar un redondo como Night Songs (1986) para comprender que, aunque su estética casaba con la de lo conocido como hair bands o glam metal, su estilo se había escapado del pelotón mucho antes de que empezase la vuelta final. 



Y es que pocos nombres de aquel panorama tenían tanto respeto por el sonido de los 70, como el que demostraban a puntapiés los Cinderella en cada uno de sus cortes. Su actitud poco tiene que ver con los manierismos de Poison, y tal vez eso los haga más especiales aún. En cualquier caso, y por casualidades de la vida, ambas bandas terminarían compartiendo gira en 2006 como celebración del veinte aniversario de su debut (no hay que olvidar que Look What The Cat Dragged In también se puso a la venta en el 86). Pero el pelotazo se resume en cuatro años de despegue, ascensión y gloria.



Tom Keifer y Eric Brittingham, auténticos chicos de Philadelphia, juguetean en 1982 con la idea embrionaria de Cinderella. El nombre pega con la escena que está creciendo, al igual que sus trapos escénicos no se desvincularían durante los primeros años de aquel maridaje con el glam rock. De ahí a editar para Mercury transcurrirían los años de rigor en los que darse a conocer, mover su material inicial por sellos, dejarse la piel a la menor ocasión y un sinfín de etcéteras reconocibles en los periodos de salida del huevo primero. 


Se podría decir, como facto, que Jon Bon Jovi resultó a la postre su verdadero descubridor. La primera vez que el vocalista de Bon Jovi les vio actuar en el Empire Rock Club supo de inmediato que ahí había madera de auténticas estrellas. Estaba en lo cierto. Su banda ya tenía dos discos en la calle para finales de 1985, y uno de ellos, el segundo 7800º Fahrenheit, estaba funcionando de maravilla gracias a temas como “In And Out Of Love” o “Silent Night”. Eran pupilos de Polygram, aunque para el 86 ya estarían presentándose como combo de la escudería Mercury. Jon convenció al A&R del sello para que diese una oportunidad al cuarteto de sus para entonces protegidos, y la cosa salió rodada. El propio vocal colaboró en uno de los temas de Night Songs, aunque el disco de sus Bon Jovi Slippery When Wet de ese mismo año mató las posibilidades de éxito para muchos de sus colegas de profesión y contemporáneos. 




Slippery When Wet se alzó con el número uno de las listas estadounidenses, canadienses, suizas, noruegas, finlandesas, australianas y neozelandesas. Una auténtica bala de cañón. Volviendo al trabajo de Cinderella, las filas sufrieron cambios palpables hasta la consecución del contrato de marras. El guitarrista Jeff LaBar se convirtió en baza ideal para la grabación de la obra, aunque el puesto de baterista estuvo en el aire hasta el último momento. Se habló primero de Jim Drnec, que era uno de los últimos miembros de paso; posteriormente aparecería Jody Cortez, instrumentista de sesión que se encargaría de las tomas oficiales. Fred Coury, cuarto ariete desde entonces, sería fichado con el tiempo justo para salir en la foto promocional y embarcarse en el tour de presentación. Jon les echó nuevamente una mano recomendándolos como los teloneros necesarios para su gira de aquel entonces con Slippery When Wet.


En 1988 llegaría la continuación esperada, aunque no saldrían de 1986 sin editar sus dos primeros sencillos del vinilo debut. “Shake Me” configuró la andanada de apertura, proyectiles que no llamaron la atención de la manera esperada. Pero cuando todo pudiese parecer perdido, el siguiente “Nobody’s Fool” les salvó la papeleta. La gente comenzaba a requerir de sus imágenes y canciones, por lo que se montó un popurrí de las mismas para el vídeo oficial Night Songs: The Videos (1987). En la nombrada cinta estaban sus tres clips promocionales de aquellos días más algunos cortes extraídos ese mismo año de su show en mayo para el público de Philadelphia, su hogar. 



Lo más curioso de todo es que cuando Long Cold Winter llegaba a las tiendas, Cinderella podían demostrar sin preocupaciones que su talento y capacidad estaban intactos. Sublimes como ellos ya se desplegaron en su elepé de despegue, ahora se estabilizaban girando un poco la rueda de estilo, una corriente que rondaría el blues rock fundido en hard con aires de frontera sudista en Heartbreak Station de 1990. Más Humble Pie que Bon Jovi, el tercer pilar de la banda no alcanzaría las alegrías de ese doble platino que sus hermanos anteriores se metieron en la buchaca. Aun así, este esfuerzo por reorientarse hacia unos gustos que en el fondo ya venían de lejos, les hizo tomar una estética más cercana a la de The Black Crowes. 



Tal vez no funcionasen tan bien como antaño en las listas, pero lo cierto es que se ganaron el respeto de muchos que antes les consideraban como un combo con más imagen que bemoles. El mismo Little "The Architect of Rock and Roll" Richard no lo dudó al ser invitado a participar en el clip de “Shelter Me”. En la vorágine grunge, Cinderella jugaría sus últimas cartas antes de terminar barridos por el resto de la década. Still Climbing (“Seguimos ascendiendo”) era todo un llamamiento a unos principios que no pretendían perder en 1994. Los coleccionistas podrían subsistir durante los siguientes años gracias a la gran cantidad de compilaciones y directos que se publicaron del cuarteto –y es que Keifer no ha dejado de lucir el nombre de la banda en directo durante las siguientes décadas–.

por Sergio Guillén  

sguillenbarrantes.wordpress.com










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