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Epidaurus – Earthly Paradise (1977)

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 Epidaurus se fundaron en la localidad de Bochum, Alemania del este y tan solo tienen este álbum setentero más un fallido intento en los 90 que no merece la pena reseñarse pero que les permitió formar parte de los buscadores de rarezas prog. No hay demasiada información sobre ellos. Chica a la voz que me recuerda mucho a Jane Relf de los primeros Renaissance aunque con bastante distancia de calidad. No es la voz lo que me atrae de este disco y tampoco canta demasiado, es el excelente trabajo de sus dos teclistas Gunter Henne y Gerd Linke que mano a mano despliegan todo el arsenal de ensueño teclístico analógico de los 70´s. Cierto es que en 1977 el asunto de hacer música con un poco de interés ya empezaba a oscurecerse. La mitad de las bandas progresivas en el panorama internacional ya empezaron a editar discos malos o mediocres o simplemente cambiaban al bando del AOR o territorios formula radio. Los más honestos optaron por desaparecer, aunque muchos de los que continuaron no tuviero

LE ORME - Elementi (2001)

Animados por la nueva formación y por el resultado aceptable de “Il Fiume”, en el 97 vuelven al estudio para hacerse un auto-tributo y regrabar completamente algunos viejos éxitos de los 70´s bajo el nombre de “Amico Di Ieri”. Al igual que en las salvajadas taurinas, hubo división de opiniones y “modernizar” el viejo sonido no siempre tiene resultados positivos por lo que la “faena” sé quedo en algo muy insípido. No a todos convenció.


 Cuatro años más tarde vuelven con “Elementi” otro álbum concepto y con un nuevo miembro llamado Andrea Bassato, que además de teclista toca violín y canta. Los preceptos iniciados en “Il Fiume” van a refinarse mucho más. “Elementi” es un álbum de buena factura que se alía con el mejor rock sinfónico de siempre. Vuelven a encargar la bonita portada a Paul Withehead, supongo que su amistad y relación con Peter Hammill fue más que una recomendación en el art work. La temática sobre los elementos naturales de la naturaleza viento, agua, tierra y fuego puede resultar manido y previsible, pero una vez que escuchas este disco el resultado es tan poético y hermoso que los tópicos sinfónicos se olvidan en aras de una más que agradable escucha. 

Le Orme suenan ahora a progresivo limpio, actual, melódico y súper agradable pero siempre en las estructuras y melodías puras clásicas, sin contaminaciones post, ni ocurrencias hacia sonidos invalidantes planos y duros de las neo tendencias aburridas que invaden a la mayoría de las nuevas bandas del siglo XXI. Se agradece que la música “respire” de forma natural, que la melodía mande, que la barra metálica recta en la que se ha convertido la música de hoy sea dúctil y se deje reblandecer, curvar, y que se convierta en crema o agua si quiere. La música debe ser un confortable cojín de vientos, una nube húmeda, un prado remojado por la lluvia o un chiste gracioso si quieres, es menos lesivo para la salud, ya que mucho progresivo de hoy es un paseo por una fría plancha de acero de kilómetros de longitud con un viento molesto y gris horizonte de pesada letanía taladrando el cerebro. La recorres descalzo y hay cristales y recortes y rebabas de serrín metálico salido de las fábricas. La obsesión del acero, del cuero negro, de la estética tipo familia Adams. “Cariño que maravilla nuestra futura tumba pudriéndonos por toda la eternidad” (Morticia en un momento moñas). Grupos vestidos de negro, volúmenes imposibles de selva cabelluda para que te contrate la Inside Out Records, anagramas esculpidos a fuego en la piel versus tatoos, objetos pesados, herrería barata, símbolos de guerra y pasión por los altos hornos. Joder macho!!! Yo solo quiero música, no una fábrica que me deje sordo. Chavales que escucháis el moderno progressive rock… NO. Eso no es prog rock. Os lo dice yayo Alberto. La música no es una fábrica de ruidos ni te mira para pegarte una hostia. La música puede molestar por ser “rara” o “diferente” pero nunca debe suponer ser un ataque de gota, una fractura abierta, un cólico nefrítico o una migraña crónica y mucho menos una conferencia evangelista. Si “Elementi” es lo que es, es porque es la antítesis a todo eso. Yo entiendo que lo duro y desagradable tenga adeptos. Las mentes no dan para más. Estamos jodidos entonces. 

Pones “Elementi” y su hermosa música con sus danzas del viento, del fuego o de la tierra y te das cuenta qué en un momento de la historia, esta música llegó a una estación término atemporal  pero otros cogieron el tren equivocado que no iba a la campiña progresiva a degustar el vino fresco de temporada, ni las angulas, ni el marisco, ni la cerveza IPA, perfecta para escuchar delicadezas como esta. Ese tren marchaba recto a una oscura estación de la Siberia musical donde lo único que comer era la grasa de los raíles y el betún de las botas. Marchaba a un bienvenido siglo XXI, tan majo él y con tantos grupos del averno.
Alberto Torró



Temas
Danza del vento – prima parte - 3:36
Il vento, il cielo e la notte - 7:16
Danza del vento – seconda parte - 1:29
Danza della terra - 2:22
Risveglio - 3:59
Canto di preghiera - 1:59
Lord of dance - 2:52
Danza della pioggia - 2:38
Dove tutto è! - 4:40
Luce dorata - 1:29
Danza del fuoco - 2:41
Il respiro - 2:21
Danza del vento – terza parte - 3:38
Risveglio – ripresa - 1:27






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