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Listening – Listening (1968)

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  Poco o muy poco se sabe de estos muchachos, que a finales de los 60 irrumpieron con el álbum que puso comienzo y fin a su exigua carrera, y que sin embargo dejó una honda huella allí en su tierra, Boston, donde llegarían a convertirse en líderes de un movimiento denominado Bosstown Sound, insignia de los nuevos sonidos que estaban empezando a nacer en aquella ciudad dentro del Rock. Sin mucha repercusión la corriente fue breve como muchos de los grupos que lo encabezaron. 1968,  casualidad o no,  fue un año que en mi opinión supuso  una transformación dentro del rock, pasando de la juventud a la edad adulta, coincidiendo con una Europa agitada en busca de su identidad, comenzando un periodo en el que ya no se conformaban con realizar música para alegrar el alma y ahogar las penas, había que buscar algo más, había que explorar, había que expresar, había que experimentar, realizar una introspección en muchos ámbitos de la realidad. Todo eso empezó a reflejarse en el rock, y la psicodel

LE ORME - Elementi (2001)

Animados por la nueva formación y por el resultado aceptable de “Il Fiume”, en el 97 vuelven al estudio para hacerse un auto-tributo y regrabar completamente algunos viejos éxitos de los 70´s bajo el nombre de “Amico Di Ieri”. Al igual que en las salvajadas taurinas, hubo división de opiniones y “modernizar” el viejo sonido no siempre tiene resultados positivos por lo que la “faena” sé quedo en algo muy insípido. No a todos convenció.


 Cuatro años más tarde vuelven con “Elementi” otro álbum concepto y con un nuevo miembro llamado Andrea Bassato, que además de teclista toca violín y canta. Los preceptos iniciados en “Il Fiume” van a refinarse mucho más. “Elementi” es un álbum de buena factura que se alía con el mejor rock sinfónico de siempre. Vuelven a encargar la bonita portada a Paul Withehead, supongo que su amistad y relación con Peter Hammill fue más que una recomendación en el art work. La temática sobre los elementos naturales de la naturaleza viento, agua, tierra y fuego puede resultar manido y previsible, pero una vez que escuchas este disco el resultado es tan poético y hermoso que los tópicos sinfónicos se olvidan en aras de una más que agradable escucha. 

Le Orme suenan ahora a progresivo limpio, actual, melódico y súper agradable pero siempre en las estructuras y melodías puras clásicas, sin contaminaciones post, ni ocurrencias hacia sonidos invalidantes planos y duros de las neo tendencias aburridas que invaden a la mayoría de las nuevas bandas del siglo XXI. Se agradece que la música “respire” de forma natural, que la melodía mande, que la barra metálica recta en la que se ha convertido la música de hoy sea dúctil y se deje reblandecer, curvar, y que se convierta en crema o agua si quiere. La música debe ser un confortable cojín de vientos, una nube húmeda, un prado remojado por la lluvia o un chiste gracioso si quieres, es menos lesivo para la salud, ya que mucho progresivo de hoy es un paseo por una fría plancha de acero de kilómetros de longitud con un viento molesto y gris horizonte de pesada letanía taladrando el cerebro. La recorres descalzo y hay cristales y recortes y rebabas de serrín metálico salido de las fábricas. La obsesión del acero, del cuero negro, de la estética tipo familia Adams. “Cariño que maravilla nuestra futura tumba pudriéndonos por toda la eternidad” (Morticia en un momento moñas). Grupos vestidos de negro, volúmenes imposibles de selva cabelluda para que te contrate la Inside Out Records, anagramas esculpidos a fuego en la piel versus tatoos, objetos pesados, herrería barata, símbolos de guerra y pasión por los altos hornos. Joder macho!!! Yo solo quiero música, no una fábrica que me deje sordo. Chavales que escucháis el moderno progressive rock… NO. Eso no es prog rock. Os lo dice yayo Alberto. La música no es una fábrica de ruidos ni te mira para pegarte una hostia. La música puede molestar por ser “rara” o “diferente” pero nunca debe suponer ser un ataque de gota, una fractura abierta, un cólico nefrítico o una migraña crónica y mucho menos una conferencia evangelista. Si “Elementi” es lo que es, es porque es la antítesis a todo eso. Yo entiendo que lo duro y desagradable tenga adeptos. Las mentes no dan para más. Estamos jodidos entonces. 

Pones “Elementi” y su hermosa música con sus danzas del viento, del fuego o de la tierra y te das cuenta qué en un momento de la historia, esta música llegó a una estación término atemporal  pero otros cogieron el tren equivocado que no iba a la campiña progresiva a degustar el vino fresco de temporada, ni las angulas, ni el marisco, ni la cerveza IPA, perfecta para escuchar delicadezas como esta. Ese tren marchaba recto a una oscura estación de la Siberia musical donde lo único que comer era la grasa de los raíles y el betún de las botas. Marchaba a un bienvenido siglo XXI, tan majo él y con tantos grupos del averno.
Alberto Torró



Temas
Danza del vento – prima parte - 3:36
Il vento, il cielo e la notte - 7:16
Danza del vento – seconda parte - 1:29
Danza della terra - 2:22
Risveglio - 3:59
Canto di preghiera - 1:59
Lord of dance - 2:52
Danza della pioggia - 2:38
Dove tutto è! - 4:40
Luce dorata - 1:29
Danza del fuoco - 2:41
Il respiro - 2:21
Danza del vento – terza parte - 3:38
Risveglio – ripresa - 1:27






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