No soy muy proclive al prog moderno, aunque reconozco que a veces hay cosas interesantes. Una de las peculiaridades del estilo es que con los años se ha ido abriendo cada vez más por cauces más variados, eso que llamamos ecléctico que bien puede acabar en un puzzle indefinido o en un nuevo resultado de la química sonora. Como ya dije la semana pasada en los tiempos distópicos y desagradables que por desgracia nos tocan vivir, es fácil encontrarnos con músicas que así lo reflejan. Cada vez la música es más áspera y más infeliz y uno que contempla la degradación humana a diario y el camino hacia la locura que tanto por la política deshumanizada del negocio y poder, así como por la disminución de inteligencia global y aumento de la maldad en el planeta se da cuenta que ya no hay vuelta atrás. Cada día será peor que el anterior, bien sea por el clima y cambios naturales o por guerras en todos los frentes. No me toca decir a mí si la inteligencia artificial será algo mejor o peo...
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IQ - Frequency (2009)
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Leo muchas veces con cierto estupor, la tendencia en afirmar que cada nuevo disco de IQ a partir de este siglo, se aproxima en cierta manera al metal progresivo. Aseveración gratuita y poco contrastada y completamente falsa. Es doloroso pensar que los que solo conocen a Dream Theater y su legión de discípulos, en el momento que oyen cierta “potencia” ya están catalogando. Hay mucha gente que considera el rock progresivo como algo salido del metal rock y no es broma. Las pifias históricas y la falta de rigor enciclopédico causan estos desajustes y estos estragos, que solo hacen que confundir al chaval que quiere saber qué es exactamente eso de rock progresivo y el origen real de esa música. En los 70´s todo estaba perfectamente identificado ahora no. Ahora todo lo que suena “raro” o “ruidoso” o dura más de tres minutos es progresivo. No voy a insistir en esto, por favor que la gente escuche, lea y compare.
Los grupos de hard rock clásicos de mi época se consideran hoy progresivos. Buenos grupos sin duda, pero jamás se les llamó con esa terminología y no es compatible. No voy a citar nombres. Los conocéis la mayoría y no hace falta. No estaban etiquetados así os lo aseguro, y no hacían el tipo de música del que hoy hablamos. Hacían rock y punto. Muchos de mi generación sinfónica hemos tenido que transigir con eso y ahora tenemos un confuso batiburrillo para despistar aún más al recién llegado a estas músicas. El anterior trabajo de Holmes y cia “Dark Matter” llevaba en cierto modo una sobrecarga musical “más oscura y áspera” pero de ahí a hablar de metal es como ponerte unas gafas de graduación equivocada. Hay que observar las formas y las maneras en las que se hace la música, antes de emitir un veredicto que seguramente estará equivocado.
Volviendo al tema que nos ocupa “Frequency” se va a desmarcar de un “inestable” anterior trabajo. Hay que reconocer que comienzan a tardar mucho ya entre un disco y el siguiente. Cinco años, es mucho tiempo, pero no pasa nada. Aquí están de nuevo pues bienvenido sea. Hay importantes novedades porque Martin Orford, cansado del pirateo y de la industria fonográfica decide largarse lo mismo que Paul Cook por razones que desconozco. Los sustitutos en teclados y batería respectivamente son Mark Wesworth y Andy Edwars, que en realidad no van a afectar en lo importante pero sí influir en ciertos detalles de sonido en el estilo del grupo.
Vuelven de alguna forma el encanto lírico del grupo y los bonitos pasajes. La portada es algo absurda pero visualmente queda bien. La primera pieza que da título tiene en su origen una pesada estructura (no confundir con metal por favor!) que pronto se convierte en la clásica secuencia melódico-instrumental con rigurosas capas de mellotrón, órgano y sinte muy activo. La inconfundible melodía made in Nicholls, permite que una vez más Mike Holmes se luzca en sus habituales intervenciones. El remanso de “Life Support” con su suave paseo de piano apoyando la bella melodía que parece desintegrarse hasta que la guitarra define donde estamos. “Stronger Than Fiction” es puro IQ sinfónico y vuelve el sonido brillante de antaño. Wesworth es un tipo interesante en los teclados y proclaman cierta ternura Genesiana en el desgrane acústico un tanto Ant Phillips que siempre se agradece. Pieza muy hermosa que termina un poco incluso a lo Camel pero sin perder jamás sus señas de personalidad. Empalma con la emotiva “One Fatal Mistake” donde la guitarra acústica sigue perfilando al igual que el piano. Preciosa balada con apoyo vocal que le viene de perlas a Nicholls. A estas alturas el disco ya te ha seducido por completo. “Ryker Squies” rubrica todo lo que estamos hablando y ya nos metemos en mayores fregaos . El texto cantado por Nicholls quizás se haga algo largo pero tiene buenos momentos y prima lo emotivo. Lo instrumental se lanza por fin y el sinte tiene su particular lucimiento. La energética e interesante “The Province” da paso a la maravillosa “Closer” para que te vayas a la cama tranquilo porque te hace olvidar lo malo del mundo y a las “manadas” pedazo carne que lo ocupan.
Alberto Torró
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