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Minotaurus – Fly Away (1978)
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Al igual que la semana anterior este es un nuevo relato de álbum único de finales de los 70´s. Minotaurus fue una banda procedente de Oberhausen prácticamente desconocida. Un sexteto con formación clásica donde se conjugan dos guitarristas, un teclista, vocalista y base rítmica bajo batería. El estilo prog sinfónico de la banda podríamos acercarlo bastante al sonido británico. Incluso me atrevería a decir que pese a estar en 1978 parecen anticiparse bastante al estilo british neo prog de principios de los 80´s pero sin ese sonido tan empastado de los primeros sintes semi digitales a la Marillion, Pallas, Twelfth Night y cía.
No obstante, estas bandas oscuras de un solo disco que caen en el cajón histórico del olvido no son en absoluto fáciles de clasificar. No todas las piezas mantienen la misma línea. Hay piezas como “Highway” que casi me recuerdan a bandas de la costa oeste americana. Caprichos supongo. Al margen de esto el estilo es bastante sinfónico melódico. Pueden incluso recordarte a los primeros Camel en las estructuras rítmicas y en los desarrollos cruzados de guitarras y teclado solista. Muy agradable y afortunadamente manteniendo el sonido de los primeros años de la década prog- prodigiosa. También por momentos la forma melódica puede acercarte a unos Eloy pero el minotauro es bastante más complejo que las sencillas líneas floydianas de la otra famosa banda. Como solía suceder en la época los títulos de los LPs recaían en el nombre de la pieza estrella y tal es el caso de “Fly Away” donde nos vamos a los trece minutos de duración y donde también podemos clarificar por donde pretendían ir hacia desarrollos instrumentales con los protagonistas esenciales en órgano, sintetizador, strings ensemble y todos los sospechosos habituales de la familia de instrumentos de la época. El sonido deviene clásicamente vintage de tiempos ya olvidados. A destacar el sutil trabajo de ambos guitarristas con las típicas progresiones arpegiadas y que sin duda te recordaran a muchas otras bandas. Las intervenciones del Moog son las que todos los fanáticos del estilo esperamos siempre en la mayoría de discos del prog rock. Vuelven a mi mente los Camel más jóvenes época Bardens constantemente. Nadie suena ya así.
Este disco es una de esas piezas perdidas en el espacio tiempo y como suele suceder en el panorama germano la voz solista no suele destacar y en general como ya indiqué en el prólogo de esta serie capitular no se trata tampoco de una obra maestra. Todo depende claro está del entusiasmo y las expectativas que cada uno tenga dentro del enorme arco que oferta el estilo que nos ocupa. Para algunos será más importante el aspecto emocional que el técnico y también a la inversa. Cuestión de exigencias personales que nunca coinciden en absoluto. Si todos interpretásemos igual la música sería aburrido y monótono. Sin embargo, lo escucharás de tirón porque repito que es muy melódico y agradable y no me cabe duda que es pieza vinílica buscada por las patologías melómanas que siempre rascan en las entrañas el cromo que les falta en su abarrotada estantería discográfica. Suerte si lo encuentras.
Alberto Torró
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