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CHRISTOPHE POISSON - Music Sky (1985-1997/ Gazul)

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 Nada se sabe del francés Christophe Poisson y nada se hubiera sabido, si no se hubiera rescatado a título póstumo éste "Music Sky" que grabó en 1985. En 1986 Poisson muere brutalmente a los 33 años. Dejando éste legado para la posteridad, que Gazul desempolvó con todo acierto. Le acompañaban Alain Gaubert (guitarra), Philippe  Gisselmann (saxo soprano), Gil Garenne (synths, computadora, drum machine) y Christophe Poisson en composición,  arreglos y ejecución (imagino que de teclados). El inicio de "Messe K" (12'07) induce tenebrismos experimentales muy cinemáticos. Con marcada influencia contemporánea que puede ir de Stockhausen a sus paisanos Heldon. Conseguidas percusiones, guitarra en vuelo rasante y fondos de oscuridad no apta para flojos de mente. Es una sensación grupal equivalente a Embryo, Popol Vuh, Kluster, Peter Frohmader, Dissidenten o Brave New World. Teclados y guitarra tejen una telaraña krautie de sorprendente calado emocional. Muy sugerente. &q

Rick Wakeman & The Martian Rock Ensemble – The Red Planet (2020/Madfish)

 Es éste un disco que salió en fechas pre-pandemicas y cierto es, que salvando frikezes de los habituales,  pasó bastante de puntillas. Me incluyo entre los que le hicieron poco caso. Pero es que tantas veces diciendo "que viene el lobo progresivo" para resultar falso, traen ésa indiferencia. Ambient, new age, muzak inetiquetable cuasi humorístico,  opera.....Nos ha metido de todo menos de lo que queríamos. Tío Rick nos prometía ahora, otra vez, prog puro de generosa teclada analógica,  instrumental y de temática cósmica. Conectando con el pasable-tirando-a-bueno, "Out There" del 2003, ( por entonces la banda se llamó "The New English Rock Ensemble", y llevaba a Damián Wilson al micro). Un disco que a mi me gustó.



Hay similitudes con éste "The Red Planet", que todavía me gusta más.  Y es que ahora sí se ven trazas de los 70, desde "No Earthly Connection" hasta "White Rock" o "Criminal Record". Cuando todavía se tomaba en serio la cosa y no metía la gracieta o la estupidez de turno. Con una banda de lujo que incluye a Lee Pomeroy (bajista de ARW), Ash Soan (batería requerido de moda) y Dave Colquhoun (guitarras). El sonido que sacan sale destacable y muy potente. Más los Korg, Roland, Hammond, Mellotron, Mini Moog y diversos samples orquestales seleccionados por Rick Wakeman. Aquello suena fastuoso. Por fín sale el Rick de los 70, ése que de tanto esperarlo, a muchos se les acabó la paciencia. Y no los culpo. El concepto va en torno a Marte y de nuevo incluye apoyo visual de la NASA.

"Ascraeus Mons" (5'54) entra con majestuosidad y épica,  de elección fx intachable, coral mellotrónica y pompa asegurada. Nada desdeñable la labor solista de la guitarra."Tharsis Tholus" (6'15) maneja muy bien los cambios y la respiración entre instrumentos. Todos lucen impecables y cuentan con su atención. El Hammond que nos voló la cabeza en "Fragile", contestado por el Mini Moog "puis-puis" que él mismo forjó como trademark, están bien presentes. Creo que me pudo la emoción. 

"Arsia Mons" (6'10) conserva el aura 70s, de tal modo que podría pasar por material de ésa década,  "Caballeros de la Tabla Redonda" en mente. La parte bluesy de guitarra sorprende y no queda empastada artificialmente. Otro "hurra" por la banda. "Olympus Mons" (5'20) guarda parecidos con momentos finos de "Out There", (en más de una ocasión), y posee la musa compositiva de gloriosos tiempos pasados. Mientras que la misteriosa "The North Plain" (6'54) tiene en su cinemática naturaleza rasgos que van del pionero synth 60s al hard rock. De Raymond Scott a Deep Purple. Aquí va un manifiesto Pomp de nivel Defcon. "Pavonis Mons" (7'13) recurre sutilmente a la clásica,  como un actual Rick van der Linden. Superviviente de todos aquellos exploradores del classical Moog de primeros 70. Y de nuevo volando con nota, él y toda la banda. Porque deja respirar a cada instrumento. Aunque sea Wakeman el que insufle el aire inspirador.

"South Pole" (7'35) podría ser un outtake de "Viaje al Centro de la Tierra" o de su estimable secuela, (quizá lo sea!). La elegancia melódica sigue allí,  como si nada hubiera pasado. Máxime con el Grand Piano acompañando tan bellos momentos, dando al symphonic rock su verdadero buen sentido, sin rimbonbancias peyorativas. Finaliza con "Valles Marineris" (10'00), una pieza que podría formar parte de un score de "Star Trek". Sin que le falte su justa y adecuada dosis rock, de guitarra hard rock y sección rítmica entusiasmante. Wakeman dirige sin urgencias ni pirotecnias gratuitas, con solemnidad y demostrando una clase y visión extraordinaria. 



Sabemos de su veteranía,  pero también de sus salidas de tono infantiloides. De nada de esto último encontrarás aquí. Y uno piensa que ha necesitado más de un centenar de discos, muchos de ellos olvidables, para encontrar su senda. Que con su sapiencia, tampoco era tan difícil.  Bastaba con seguir por los raíles 70s, evolucionarlos lo justo para cada tiempo, y darle al público lo que siempre quiso y esperó de él . Su genialidad. 

J.J. IGLESIAS



 

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