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PROGRESIVO DEL SIGLO XXI - 17: Ciccada (Grecia)

 Conforme avanzamos hacia una estructura social completamente gris analfabeta, superficial y vacía se hace cada vez más difícil todo. Ya sea hablar, escribir e incluso pensar. Porque si soy pragmático, que lo soy, no hay nada más paradójico que observar como todo se va a la mierda y que contrariamente a la lógica a todo el mundo le gusta más lo malo y estúpido que lo lógico y natural. Lo raro hoy es ser normal. El alejamiento a una isla imaginaria sin contaminar sería ya lo más sensato para cualquiera mínimamente lúcido. La música como refugio y un libro inteligente resulta una alternativa acertada siempre. El problema es que, aunque seas el mayor ermitaño y misántropo en cualquier escala del frikismo e incluso te vayas a la isla más remota del pacífico, de seguro tendrás algún batracio con algún dispositivo de IA o albatros con cámaras digitales en el culo controlándote. El mundo ya es una cárcel y Orwell se quedó corto. Los malos triunfan. Los buenos no sobreviven. La selección natural supongo y la existencia como error absoluto. Maravilloso.




Una palabra que siempre me ha causado perplejidad en el mundo de la creación artística es la de “autenticidad” a la que podemos añadir “honestidad” y siento decir que, en realidad, jamás ninguno de los dos términos han existido. En el mundo que vivimos nada es auténtico ni por supuesto honesto. En tal caso para que ello fuese cierto, nadie debería salir nunca del ostracismo y de su particular mundo interior a salvo de la contaminación social externa.

En el mundo de la música para encontrar cierta honestidad deberíamos retroceder a los cientos de compositores clásicos que hicieron música en la sombra y en la miseria sin pretender otra cosa. Los tiempos modernos y la llegada del rock solo supusieron una forma de negocio disfrazado de arte. Y esto lo puedes comprobar en las “7” artes (hoy son muchas más, para jolgorio) que ocupan esa parte de la vida que llamamos “ocio”. Sin embargo, no habría ocio sin negocio. Por lo general nadie hace nada en todos los aspectos de la vida que no esté orientado a ganar dinero u obtener popularidad. La mayoría de las actividades que consideramos “artísticas” solo son una forma de negocio. Nada más.

Curiosamente las mejores cosas suelen hacerse cuando no las necesitamos para vivir. Aquella obsoleta y famosa frase “por amor al arte” jamás implicaba la necesidad de reconocimiento o fama. Cuando las cosas se hacen por pura “evasión” sin esperar nada a cambio es cuando realmente las cosas adquieren su valor real. Podéis comprobar que casi todos los músicos y bandas que voy comentando cada viernes pertenecen a ese tipo de personas que no esperan nada salvo hacer lo que les gusta. Si quisiesen sacar pasta y fama no harían esta música. Quiero creer que hacer un tipo de música a conciencia de que muy pocos la van a escuchar, valorar o apreciar como ocurre con el rock progresivo (el de verdad) que se hace por puro placer sin esperar nada a cambio, es una actitud mínimamente honesta y para nada habitual. Yo cada semana tengo que rebuscar por la red aquello que parece algo “exclusivo” o especial. Reconozco que la auto-exigencia es una pesadilla y que me sería más sencillo meterme en la corriente de bandas actuales tipo Tool, Haken, Pain Of Salvation, Leprous y toda la peña de discípulos aventajados de los Dream Theater, Neal Morse y demás cruceros transatlánticos del Cruise To The Edge marítimo. Es decir, casi todas las que aparecen como setas en el “Informe Prog” o el New Prog Releases” y tantas otras páginas digitales. Va a ser que no. Por tanto, no sé si se me acabaran las fuentes o tema musical interesante de qué hablar. Sinceramente se me va haciendo cada vez más complicado y soy consciente de que “este tiempo ya no es el mío”. Ya veremos.

En Grecia no es muy habitual encontrar bandas de progresivo sinfónico. Por lógica es un país milenario esencial en la historia y la llamada cultura occidental y naturalmente hay muchas bandas de rock y de otros estilos. Recuerdo a mis queridos y moñas Aphrodites Child, pioneros por otra parte del sinfonismo primigenio de finales de los 60´s y poco más.

Ciccada pertenecen a ese híbrido llamado “Eclectic Prog” aunque a mí me suenan al prog clásico de los 70´s con algún toque folk. Tienen tres trabajos en su haber: “A Child in the Mirror” de 2010, “The Finest of Miracles” de 2015 y “Harvest” de 2021. El hecho de que funcionen como una orquesta moderna de cámara que emplea una variada instrumentación, al menos para mí, da ya cierta garantía. Su música es elaborada y detallista.  Afortunadamente para escuchar detenidamente. Lo cual no es habitual a día de hoy. 

Creada en Atenas en 2005 tiene ese toque de la tradición de bandas complejas que van de Gryphon a Gentle Giant pasando por Jethro Tull y Renaissance ya que la atmósférica voz de la cantante femenina Evangelia Kozoni parece sacada de la Odisea Homérica y los cantos de sirena de la diosa Circe por incluir topicazo. Incluso a veces me hace recordar a las canterburianas Northettes. En el primer disco encontramos todo lo dicho. Personalmente los cambios de intensidad y de tempo, las subidas y bajadas, los silencios, cortes repentinos en intensidad del sonido ya me dicen que es la música apropiada. La música que como muchas veces digo “respira”, “amplia galerías”, sale al exterior o se recoge en pequeños espacios intimistas. No crea ansiedad, ni se aturulla en atascos o velocidades sin sentido y lo más importante: es elegante y descriptiva. El lenguaje compositivo es complejo. Hay muchas veces harmonías, tonalidades y disonancias clásicas con rico colorido sonoro. El prog de “cámara” es de lo más interesante que puedes encontrar en los tiempos que corren. Pero soy consciente de que aburrirá a los amantes del acero valirio y demás stoners machotes. Mundos antagónicos.

El siguiente “The Finest of Miracles” de 2015 es un hermoso fresco de prog clásico y melódico con una multiplicidad de detalles y empleo constante de diversos instrumentos que casan perfectamente entre el bloque eléctrico y el acústico. Los Tull hacían esto con mucha soltura. Ciccada no tienen tan afilado el filo hard de los Tull, pero me gusta de ellos la complejidad de tonalidades que siempre son la herencia tanto del jazz como de la clásica modernista. Pasan de lo folkie y simple a las estructuras elaboradas con facilidad. Los detalles que para mí son la clave de una composición sin van acompañados de diversos atractivos, sean melódicos o simplemente con dinámicas entretenidas que trabajen la harmonía ya captan mi atención. 

Tres estilos son para mi gusto personal los pilares de la música. La clásica del siglo XX, El rock progresivo sinfónico y el folk céltico. Casi siempre en ese orden. Un cuarto elemento es sin duda el jazz o mejor dicho parte del jazz. El resto de las músicas y estilos, sin menospreciarlas lógicamente, están muy por debajo en una escala de valoración y considero su uso más para el entretenimiento y la evasión de barra de bar que para el enriquecimiento mental. Los gustos son cosa aparte y dependen de la formación y la sensibilidad de cada uno. 



“Harvest” de 2021 con su bonita portada cierra la trilogía de estos helenos de exquisita formación musical. El estilo sigue siendo rico en matices y variado en argumentos sonoros. En definitiva, música interesante y muy trabajada que vuelvo a repetir… incide en silencios y en respiración. Algo que en música no se suele tener en cuenta y es fundamental. Si no te gusta el ruido, las carreras sin sentido y el agobio sonoro son para ti. En caso contrario aléjate.

Alberto Torró



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Comentarios

  1. No puedo estar más de acuerdo con tus palabras, las suscribo totalmente. Y gran hallazgo este grupo, lo estoy escuchando y me gusta bastante

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  2. Muchas gracias. Me alegra mucho poder ofrecer grupos interesantes.

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