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PROGRESIVO DEL SIGLO XXI -16: Infinien (USA)

 La música que llamamos “moderna” en los tiempos actuales surge de una paradoja que la mayoría desconoce y qué, aunque de alguna forma pueda parecer un punto de vista particular mío, se acaban atando cabos siempre y cuando uno se interese por la musicología e historia de la música en general. 



Hasta bien entrada la década de los años cuarenta la gente acudía a las salas de conciertos para escuchar música clásica. Hoy esto puede parecer  algo inconcebible y de hecho lo es y si además os digo que el jazz, el blues y la música de baile swing eran considerado algo popular y poco serio alguno se quedará perplejo. Pues curiosamente fue la propia música culta que, con la llegada del dodecafonismo, el serialismo, la atonalidad y la incipiente música electrónica de vanguardia la que se cargó el interés del público mayoritario a asistir a conciertos. Esto ocurrió en los inicios de los años 50 y efectivamente el resultado fue curiosamente la aparición del rock and roll y los ritmos asociados de esos “estilos populares”. La gente dejó de asistir a las salas de conciertos por aburrimiento y falta de emoción y el fenómeno de la música directa y entretenida caló mayoritariamente. La progresión de esa “peculiar decadencia” es lo que tenemos en los últimos 80 años de historia. La “dispersión” de estilos hasta nuestros días es lo que yo llamo una especie de esquizofrenia cultural. Esto se puede constatar a día de hoy en las mezclas “imposibles” en la asociación de estilos. Desde las terminologías más o menos bien definidas hasta las etiquetas más absurdas, el paquete a elegir es sumamente variado. Esa especie de “todo vale”. Las líneas entre calidad y mediocridad están completamente desdibujadas y yo entiendo que a los que nacimos a partir de la segunda mitad del siglo XX, se nos haga difícil entender esto, porque nacimos asumiendo esa ruptura y esa amalgama de ideas como algo normal y natural.

Todo lo que hoy nos gusta o disgusta parte de lo que acabo de decir. Tanto el rock y los demás géneros parten de esa “decadencia”, ese híbrido o esa “vulgarización” de estímulos primarios. Lo cierto es que lo hemos llamado progreso y cultura. Por eso digo que es una curiosa paradoja. La única ventaja de estas “contaminaciones” pudo crear el rock progresivo y sinfónico. Una especie de resistencia a que la composición, la emoción y la melodía terminen en una tumba. Cuando escuchamos y apreciamos a las bandas actuales que inciden en que la música de verdad no desaparezca en la ignominia y el nefasto gusto de los tiempos actuales, podemos mantener cierto alivio. Es poco lo que queda en el siglo XXI del concepto renacentista tanto en el arte como en la música. Por eso yo me paso horas en la red buscando a veces lo imposible y sin llegar a encontrar nunca el “santo grial” siempre se encuentra algo salvable en las toneladas de basura del mundo moderno.

Otra vez USA. Qué curioso. Con lo mal que está todo y las nefastas interrelaciones sociales y políticas a nivel mundial, resulta agradable que muchas de las mejores propuestas vengan de allí. 

Infinien nacen en Filadelfia dentro de la corriente “progresiva ecléctica”, definición acertada por lo que os digo en páginas anteriores. La agitada cocktelera contemporánea. Esta banda es un rico compendio de estilos muy variados, porque insisto, no solo de rock se vive. El homónimo primer disco data de 2009 y si tus preferencias son que las piezas musicales cambien por diferentes vericuetos sonoros, aquí te vas a entretener y bastante. Cuando algo no se puede catalogar fácilmente, pero despierta la curiosidad, ya tienes la mitad del camino hecho. Antes que empezar a nombrar influencias de aquí y allá que es lo que habitualmente hacemos los que escribimos de música, yo prefiero que la gente escuche y decida por sí misma. Además, rara vez acertamos en comparaciones que a la larga solo son el resultado de gustos o manías personales.

Pasan siete años hasta el siguiente “Light at the Endless Tunnel” de 2016 pero en una línea muy similar. La voz jazzística de la teclista Chrissie Loftus que puede recordar a otras elegantes damas del género le da su particular personalidad a las complejas y detalladas composiciones que aquí resultan mucho más refinadas que en el anterior trabajo. Las diferentes influencias, a veces étnicas y culturales del sonido no van a permitir que te aburras.



El tercer y último estudio y con siniestra portada se llama “Beyond the Veil” de 2022. Siguen en su particular línea entre lo extraño y atractivo que incluyen diversas músicas del mundo y una compleja forma compositiva con mucha base en el jazz, la fusión, la clásica, lo contemporáneo y la experimentación, pero sin aburrir nunca al oyente con ocurrencias snobs o frías demostraciones técnicas que solo van bien para el estreñimiento o la motilidad del colon.

Tienen un directo de 2019 y poco más. De momento muy aconsejables.

Alberto Torró



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